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Y tras la crisis, llegó la luz: este sí es Alcaraz

El español reacciona y recompone su tenis antes del decisivo choque del viernes con Medvedev, en el que dependerá de sí mismo para acceder a las semifinales

Carlos Alcaraz
Carlos Alcaraz devuelve la pelota en suspensión durante el partido contra Rublev en el Pala Alpitour.
Alejandro Ciriza

Tiene el tenis estas cosas, infinidad de particularidades y estos virajes, así que de la noche al día, Carlos Alcaraz encuentra la luz. Lo veía negro, negro el murciano, desconocido y decolorado hasta que en un abrir y cerrar de ojos, una hora y cuarto exactamente, el examen de los biorritmos dice que su tenis recupera el pulso y su raqueta la sensibilidad. “En el primer partido le di demasiada importancia al resultado, así que hoy [por este miércoles] he intentado apartarlo; solo quería centrarme en jugar. En el entrenamiento de ayer fui agresivo, daba igual si fallaba o no, solo quería darle fuerte a la bola y es el mismo sentimiento que tenía hoy en el partido: darle fuerte a la pelota. Si hubiera ganado bien, y si hubiera perdido también…”, expone el murciano en la sala de conferencias con otro gesto, más desenfadado, aliviado. El triunfo contra Andrey Rublev (7-5 y 6-2, en 1h 15m) le ha sentado de maravilla.

En las últimas fechas, Alcaraz no terminaba de estar a gusto consigo mismo. Las derrotas en Shanghái y Bercy le hicieron daño, pero no tanto por el resultado como por la forma en la que cayó. Sencillamente, no se reconocía. Su juego llegó alicaído a Turín y a las primeras de cambio encajó otro golpe anímico, vencido por Alexander Zverev sin la capacidad de encontrar respuestas. Acorralado por el formato de la Copa de Maestros, los números le exigían imponerse a Rublev y respondió. Reaccionó, y lo que hace solo dos días era negro ahora es gris, e incluso adquiere trazos verdes porque el tenista prioriza recuperar las sensaciones a lo que pueda suceder de aquí en adelante en el torneo. De momento, tiene la oportunidad de acceder a las semifinales e incluso depende de sí mismo; para ello tendrá que batir el viernes (a las 14.30, ya sea en dos o tres sets) a Daniil Medvedev, ya clasificado gracias al triunfo nocturno contra Zverev (7-6(7) y 6-4). También le otorgaría el pase un triunfo de Rublev (ya eliminado) ante Zverev.

Reconoce Alcaraz que la fatiga mental está ahí, pero alude por encima de todo a lo tenístico. En realidad, lo uno va de la mano de lo otro. Dice que en las últimas fechas había dejado de disfrutar, y la consecuencia ha sido la pérdida de feeling, del tacto, de la perspectiva de la pista. Por eso, el triunfo contra Rublev es un magnífico reconstituyente, porque de nuevo siente que puede tener la sartén por el mango. Su drive se expresa: el promedio de 117 km/h que registró en su debut contra Zverev se dispara ante Rublev a los 127, y el murciano valora el crecimiento como el oro. “No me importaba tanto el ganar o perder, sino mostrar otra vez mi estilo”, indica; “ganarle a Andrey de esta forma me da mucha confianza; me permite darme cuenta de que mi nivel sigue ahí. Es muy difícil ser más agresivo que él, todos le conocemos, y creo que lo he sido. Después de esta victoria, todo cambia en mi mente”.

Ofrece Alcaraz ante los periodistas otro semblante, el habitual. Va en pantalón corto y lleva unas chanclas, dejando ver uno de los dedos del pie derecho envuelto por una gasa que protege una ampolla. En esta última fase de dificultades, ha dejado de lado los clichés y se sincera en los encuentros. ¿Cómo es posible que en 48 horas cambie tanto la situación? “Sobre todo son las sensaciones. Tras el primer partido me fui con muy malas sensaciones. Sinceramente, creía que no iba a poder ganar ningún partido. No sabía dónde estaba mi nivel. Ahora eso ha cambiado y veo que tengo la opción de clasificarme para semis y hacer un buen torneo”, contesta sin atender demasiado a las cuentas. De entrada, mañana deberá ganar. “Se trata de eso, no hay mucha matemática; si no son demasiadas cosas en la cabeza…”, añade.

Buen sabor de boca

Enfrente estará el pulpo de los mil brazos. Medvedev ofreció una majestuosa exhibición estratégica en el último choque entre ambos, en Nueva York, y asoma de nuevo como siempre lo hace, en forma de una amenaza incalculable. Puede suponer, en cualquier caso, el punto de inflexión que necesita Alcaraz para cerrar el año –seis trofeos, entre ellos Wimbledon– con el buen sabor de boca que busca recuperar. Derrotado en los tres partidos previos al de Rublev, el de El Palmar se rebela contra las circunstancias y ese dejarse ir que insinuaba. “No, no estoy pensando en las vacaciones todavía”, responde a un reportero. “Quiero hacerlo bien aquí, aunque he dejado de lado el ganar o perder”, incide; “me he centrado en jugar un buen tenis y en disfrutar. Lo hemos hablado con Juanki [Ferrero, su entrenador], y el objetivo es volver a mostrar el buen juego de este año”.

Carlos Alcaraz

En Turín le acompaña todo su cuerpo técnico –incluido su hermano Álvaro, con porte de guardia de seguridad– y los otros dos incondicionales: su padre, también Carlos, y su tío abuelo, Tomás. Preocupados porque el chico había perdido el brío, celebran la victoria contra Rublev e independientemente de lo que suceda en el tercer partido, sienten que ya no se cerrará en falso esta primera experiencia de Alcaraz en la Copa de Maestros. “Probablemente, todo el mundo piensa que tengo que ganar todos los títulos o todos los torneos, y creo que eso es un error”, transmite el número dos del mundo, con solo 11 errores no forzados en la ficha; “he estado peleando estos últimos meses y la gira asiática no fue buena, probablemente. Es una lástima. Pero ahora no quiero terminar de esa manera. Estoy tratando de no pensar en esos torneos y de tomar las cosas positivas para ponerlas en práctica”.

Destensado en la pista, Alcaraz tiene todavía en la mano la posibilidad de hacer historia en Turín. Le esperaba con ansia el aficionado del Pala Alpitour y, de repente, Carlitos resurgió.

DJOKOVIC, ENTRE DOS REALIDADES: PASAR PERDIENDO Y CAER GANANDO

La derrota de Novak Djokovic contra Jannik Sinner el martes (7-5, 6-7(5), 7-6(2) comprometió al número uno, expuesto ahora a un doble escenario absolutamente paradójico. El serbio, de 36 años, saltará hoy a la pista (14.30) para medirse con el polaco Hubert Hurkacz –repescado como consecuencia de la lesión de Stefanos Tsitsipas– sabiendo que una victoria no le garantizaría el pase a las semifinales, y que en el caso de sufrir una derrota, podría seguir adelante.

Caprichos del formato, una victoria de Sinner esta noche ante Holger Rune le concedería automáticamente el acceso a la penúltima fase. Por el contrario, si él no gana en dos sets y Rune vence al italiano, ya sea en dos o tres mangas, se quedaría fuera.

Con dos victorias en el bolsillo, el joven Sinner (22 años) es el que cuenta con más opciones de progresar. Entretanto, en su país se baten se disparan las audiencias: el duelo entre él y el de Belgrado, retransmitido en abierto por la RAI, fue seguido por 2,5 millones de personas y acaparó un 15% de share.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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