Nueve años de conjura y una “guerra”
El equipo femenino de waterpolo se jugará el sábado el oro contra Estados Unidos, a la que reta después de la derrota en la final de 2012, que abrió un ciclo histórico: “Vamos a ir a por ellas, ¿por qué no soñar?”
El éxito suele empezar con el convencimiento. Y a esta España que progresa como un buldócer y enfila ya la final olímpica después de apartar a Hungría (8-6) con una demostración de fuerza, defensa y pegada, le sobran las ganas. No podía haber mejor acicate enfrente, Estados Unidos, el gigante que le privó del oro hace nueve años en la final de Londres, la cima que todas quieren hollar. Entonces, en la primera participación del equipo femenino en unos Juegos Olímpicos, el trecho entre una y otra era mayor, pero aquella tarde inglesa comenzó una conjura a la que solo le falta la rúbrica final. Si el sábado (9.30, TVE) completan el plan, las chicas de Miki Oca habrán cerrado el círculo.
El mensaje del seleccionador, de 51 años, ha sido la correa transmisora del espíritu que condujo a los grandes éxitos de los noventa, cuando la pandilla liderada por Manel Estiarte brilló en Barcelona y después se coronó en Atlanta, antes de lograr el Mundial del 98. A ese grupo le definían la unión y el hambre, que ahora impregnan un vestuario en el que las veteranas ejercen y las jóvenes absorben. La lección está más que aprendida, así que euforias las justas. Ilusión, toda; relajación, ninguna. No vale solo con la medalla, transmiten las jugadoras, felices y todavía más contenidas después de apear a Hungría.
“Las que llevamos más tiempo ya hemos vivido esto antes. Así que las que tuvimos la experiencia estamos un poco más tranquilas”, recordaba en la zona mixta Anni Espar, con voz prudente. Ella es una de las que estuvo presente en la final de Londres, cuando cedieron por 8-5 y dejaron caer la primera semilla. “No podemos estar tan eufóricas como cuando alcanzamos la final en 2012 porque sabemos qué nos espera, y es una guerra. Obviamente estamos contentas, pero vamos a por todas. Nos queda un día y medio para preparar el partido y estamos muy concentradas”, advertía marcando la línea.
Junto a Espar formaban hace nueve años Laura Ester, Bea Ortiz, Pilar Peña, Maica García, Marta Bach y Roser Tarragó. Es decir, continúa la columna vertebral de ese proyecto embrionario al que poco a poco han ido incorporándose nuevas piezas para ir moldeando un ciclo espectacular. Un año después ya habían ganado el Mundial y al siguiente el Europeo, y en el trazado hacia Tokio engarzaron otras dos platas mundiales (2017 y 2019), y otro oro (2020) y un bronce (2018) continentales. Razones fundadas para pensar que la distancia respecto a las estadounidenses se ha estrechado y que caer en la complacencia sería todo un error.
De Peña a Ruiz: extremos de edad
“Esta generación ha vivido varias finales, y todas esas experiencias nos ayudan a estar con los pies en el suelo y a saber lo que queremos. Vinimos a Tokio con la idea de plantarnos en la final y de conseguir el oro, pasito a pasito, pero ya hemos llegado. Ahora es importante mantener la calma para poder sacar todo lo que nos queda dentro el sábado”, recomienda Maica García, a la que le recoge el guante la portera, Laura Ester, formidable ante Hungría. Sobre ella se edifica el muro que debe contener el potencial de las estadounidenses, con su capitana Maggie Steffens al mando.
Desde aquella victoria en Londres, su equipo ha conquistado el oro de Río 2016 y los de 2015, 2017 y 2019. Sin embargo, Hungría le venció en la fase inicial de este torneo y destapó una vía a la que se agarran las españolas. “Han perdido un partido, y por nuestra cabeza solo pasa el oro. Vamos a ir a por él. Vamos a analizarlas bien e ir a por ellas”, dice Judith Forca, el único verso libre que escapa a la mesura expresiva predominante en la ruta hacia las duchas. A sus 25 años disputará su primera final olímpica, y no consigue contener las lágrimas mientras dialoga con los periodistas.
“Mi sueño era llegar hasta aquí. Ha costado, pero hemos llegado. Sabíamos que teníamos que ganar este partido a partir de la defensa, y tanto Laura [Ester] como el resto del equipo hemos estado muy bien”, prolonga emocionada. A sus espaldas pasan Pili Peña y Elena Ruiz. La primera, de 35 años, acumula 16 en la selección y es la más veterana de la competición; en el extremo opuesto, la segunda, 16, es la más joven y sigue aportando minutos de calidad y goles (10). Contra Hungría fueron dos. Cuando Peña debutó como internacional, en 2004, Ruiz nacía.
La defensa, fundamental
Ellas y sus compañeras tienen la percepción de que este es el momento idóneo para hincarle el diente a Estados Unidos. El recorrido hacia el choque ha sido prácticamente impecable —solo un tropiezo, ante Países Bajos en el tercer compromiso— y la convicción de hacer algo grande fluye de arriba abajo. “La clave empieza por una buena defensa, como la de hoy [por el jueves]. Tenemos que controlarlas al cien por cien, porque individualmente son muy buenas y compiten con mucho ritmo, pero si estamos bien atrás y conseguimos romper la de ellas, tendremos opciones. Ahora son más terrenales”, matiza Anni Espar.
Y se adhiere Maica García, de 30 años. “A lo largo del año vamos diciendo que estamos ante la Estados Unidos más asequible, y vamos a plantearles un buen partido. Sabemos que son ellas y que tendremos que hacer un partido de diez, ¿pero, por qué no? Vamos a soñar con ello”, indica la catalana; “seguro que la derrota contra Hungría les tocó, fue un golpe de realidad. Es una forma de decir que hay equipos que trabajamos mucho y también lo hacemos muy bien, y que venimos a ganar. Es cuestión de dar el cien por cien y de que ellas fallen dos cositas, que les tiemble un poco el brazo. Por nosotras no va a quedar. Son 32 minutos y vamos a dejarnos en corazón en el agua”.
EL EQUIPO MASCULINO, FRENTE A SERBIA
En la competición masculina, España regresa al origen y se reencontrará este viernes (12.50, La 1) con Serbia en busca de una plaza para la final. El equipo dirigido por David Martín, invicto, se medirá con la última campeona olímpica, a la que derrotó en la primera jornada de estos Juegos por 13-12 en un igualado duelo que decantó el navarro Alberto Munarriz con su definición.
“Sabemos cuáles son nuestros puntos fuertes y por dónde podemos hacerles daño. Es una gran selección, pero si hacemos un buen partido podemos conseguirlo”, manifestó el jueves Fran Fernández.
“En los últimos años estamos disfrutando como enanos. Hay una atmósfera muy buena. David [Martín, que accedió al cargo en 2017] hizo una renovación y a partir de ahí es cuando empezamos a competir con las grandes. Perdimos ese complejo de inferioridad. Han entrado muchos jóvenes con valentía, ambición y eso nos ha hecho crecer”, apuntó el veterano madrileño, que a sus 35 años participa por segunda vez en unos Juegos.
“Serbia es el equipo con los jugadores más altos y más fuertes”, previno el capitán, Felipe Perrone, poniendo en alerta a sus compañeros pues se avecina el equipo que apeó a España hace cinco años en Río, en los cuartos, y que en 2018 le batió en la final del Europeo de Barcelona. Posteriormente, el conjunto español se tomó la revancha en el Mundial de Gwangju (2019) y en el Europeo de Budapest (2020); en ambos casos, también en los cuartos de final.
España ha alcanzado las finales de los últimos grandes torneos y buscará su primera final olímpica desde que se colgara el oro en Atenas 1996, ante Croacia. “Necesitamos que el juego sea muy sincronizado, y después de tantos años puliendo detalles, estamos en el lugar que un día soñé. Tenemos que seguir con los pies en el suelo. Se trata de ser fieles a nuestro estilo y no fijarnos en los demás”, concluye el seleccionador Martín.
En el otro cruce de las semifinales se enfrentarán (8.30) Grecia y Hungría.
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