La rebelión de Sorloth ante el Madrid
El noruego del Villarreal marca cuatro goles ante un débil Militão para empatar un partido desbocado en el que también brilló Güler con dos tantos
Con la Liga ya celebrada y la final de la Champions a la vista, se abría un periodo para las pruebas de Carlo Ancelotti con los lesionados de larga duración recién regresados. Courtois parece haber superado los tests y apunta a Wembley, tanto que el técnico alineó a Lunin de salida en La Cerámica. Queda la incógnita de Militão, que ha ido acumulando minutos, pero que aún no se había visto tan comprometido como contra el Villarreal. Marcelino, que reflotó al equipo a mitad de curso después de dos entrenadores con los que navegaba a la deriva, envió a Sorloth a explotar las dudas del brasileño. Y de ahí extrajo cuatro goles, con los que el Villarreal empató un partido que iba 1-4 al descanso. También se colocó como pichichi de la Liga.
El noruego fue un desparrame de acierto ante el tierno Militão, al que Ancelotti retiró del campo con 4-4, cuando solo se había jugado una hora. Para entonces, el partido parecían haber sido dos: uno que dominó el Madrid y otro en el que, impulsado por la desbordante inspiración de Sorloth, se rebeló el Villarreal, que aún mantenía opciones de jugar la temporada que viene en Europa, ya que el Betis perdía en casa contra la Real Sociedad. Aunque no les alcanzó para tanto, el equipo de Marcelino rozó una hazaña formidable. Al noruego se le escapó por dos dedos un último centro al área de Guedes en el que buscaba su quinto gol.
Hasta que Sorloth terminó de descorchar su memorable función, el Madrid había gobernado la tarde con un pequeño comando de mediapuntas. Ancelotti echó al campo a Güler, Modric y Brahim por delante del doble pivote de Valverde y Ceballos. Las combinaciones de los tres entre líneas bastaron para desarmar a un rival que no se desarmaba, pero que veía cómo el Real le hacía daño casi en cada embestida. Sobre todo Arda Güler.
El turco ha sido esta temporada una especie de misterio lejano del que apenas llegaban señales esporádicas. Se difundían vídeos muy breves de sus fogonazos en los entrenamientos, y el madridismo salivaba con lo que creía que estaba a punto de florecer. Pero el curso avanzaba espinoso, y Ancelotti no encontraba el momento de dar vuelo al chico de 19 años. Güler, con la misma impaciencia que la afición, se había abalanzado sobre cada migaja, con una efectividad a la altura de las expectativas. La realidad parecía un highlight, que cada vez que aparece deslumbra.
Hasta verse de nuevo como titular en La Cerámica, había tirado cuatro veces a puerta y había celebrado cuatro goles. También había dejado un tiro al larguero desde el centro del campo. Contra el Villarreal fue capaz de sostener ese asombroso ritmo de instantes inolvidables. Brahim le filtró un pase cuando lo avistó entrando al área, Güler recortó, tiró y marcó: cinco de cinco. Lo mismo que un poco más tarde, cuando le encontró Lucas en el área y remató casi sin ángulo frente a Jorgensen: seis de seis.
En ese punto, con el 1-4, la tarde parecía cerrada. Todo le funcionaba al Madrid: Joselu había embocado de cabeza y hasta Lucas había acertado con la zurda. Únicamente Sorloth, empeñado en desvestir a Militão, que a punto estuvo de marcar en propia, sostenía al Villarreal. Bajo el chaparrón de toque del Madrid, Ceballos se hizo un lío en el área, Mosquera puso un centro con el exterior y el noruego cabeceó a la red la señal de vida de los locales al descanso.
Marcelino los agitó en el vestuario y salieron enrabietados a apurar sus opciones de jugar en Europa, con Sorloth siempre en la mirilla, y con Militão siempre en la del delantero. El brasileño también salió al lado del brasileño en las fotos de los otros tres goles del noruego, que todavía dejaron por delante media hora de un tercer partido en el que el Madrid trató de recuperar el control, aunque no lo logró del todo.
Tampoco consiguió el Villarreal alargar hasta el fin de semana que viene sus opciones de alcanzar un puesto europeo. Rozó una gesta contra un rival que bajó las pulsaciones y tal vez despejó la incógnita sobre sus centrales para la final del 1 de junio contra el Borussia Dortmund.
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