Berenguer rompe una racha nefasta en el Metropolitano
El jugador del Athletic ofreció su mejor cara en ataque y en el sacrificio defensivo
La convocatoria de Nico Williams por parte de Ernesto Valverde era para despistar, un trampantojo. Parecía muy claro que el menor de la saga no estaba para muchos trotes después de que tuviera que retirarse lesionado el pasado viernes frente al Mallorca, pero Simeone pareció morder el anzuelo que le lanzó su colega. El martes apuntó en la rueda de prensa que creía que jugarían los dos hermanos y en la cita sobre el verde situó a Reinildo, que la temporada pasada se convirtió en el eficaz secante del internacional por España.
Pero saltaron los equipos a la cancha, y en la alineación bilbaína solo figuraba el mayor. La posición de Nico la ocupaba Álex Berenguer. El ex futbolista del Torino, aunque sin la velocidad de Iñaki o el desborde de su hermano, mezcla bien en la delantera con ambos, trabaja la presión alta como el resto de sus compañeros de línea, y tiene una satisfactoria relación con el gol. Reinildo se ocupó de Iñaki, en la banda derecha de ataque del Athletic, y consiguió taponar los intentos de entrada del jugador vestido ayer de blanco, durante la primera media hora del partido. En la otra banda, Berenguer se movía más suelto, y por el centro, Sancet consiguió darse la vuelta un par de veces para encarar hacia el área.
Pero no fue la velocidad la que propició que el equipo se adelantara en el marcador, sino la otra especialidad que Valverde y sus hombres ensayan cada día en Lezama: la presión alta. El robo en una acción en la que el Atlético quería salir del área con la pelota jugada, y la entrada de Beñat Prados como un obús en busca del balón, mientras recibía la zancadilla descontrolada de Reinildo, con los dos pies por delante. Un penalti claro, que Berenguer, el sustituto de Nico, convirtió en el gol que adelantaba a su equipo para alegría del millar de seguidores bilbaínos que ocupaban una de las esquinas del coliseo colchonero.
Berenguer no es nuevo en estas cosas. Los aficionados bilbaínos recuerdan que un gol suyo en la prórroga, en campo del Levante, metió al Athletic en una final. En su primera temporada como rojiblanco sumó nueve tantos, y dio muestras de ser un jugador muy oportunista en el área. En la campaña pasada, aunque Nico Williams le cercenó las oportunidades en la alineación inicial, sumó siete, y ya lleva cuatro esta temporada, a pesar de contar con 740 minutos hasta ayer. Pero siempre se muestra positivo: “Estoy participando menos que los años anteriores e intento aprovechar los minutos que me da el míster y si son con goles, mejor”.
El gol del Athletic descompensó un tanto al Atlético, que le dio más espacios a su rival. Williams se encontró con más campo para correr, y aunque apretaba el equipo de Simeone, tuvo alguna ocasión para hacerlo. Reinildo ya no era el antídoto que buscaba el entrenador argentino para neutralizar a dos hermanos que se quedaron en uno.
Así que la primera decisión que tomó nada más correr, como es su costumbre, hacia su vestuario, fue la de dejar a Reinildo en la ducha y sacar en su lugar a Mario Hermoso. Su presencia ya no tenía sentido, y además el Atlético tenía que apretar fuerte en el área contraria, qus es lo que hizo.
Entonces, futbolistas de ataque como Berenguer o Williams, se enfrascaron en defender a mordiscos su área. En una noche exigente para los jóvenes del Athletic, liderados en el medio campo por Beñat Prados, que vio una tarjeta amarilla que le lastró en su función de apretar, aparecieron los veteranos para arropar a Agirrezabala, algo nervioso durante el comienzo, pero que en los balones aéreos se mostró muy eficaz. Desenganchó centros por arriba cuando el bombardeo colchonero era más intenso.
Berenguer, el autor del gol que dio al Athletic la victoria en el Metropolitano después de muchos años, se marchó del campo en el minuto 84, para sufrir desde el banquillo el acoso feroz al que el Atlético sometió a su equipo, con el susto del penalti de Yeray sobre Morata, que el VAR anuló por fuera de juego. En San Mamés, la vuelta estará divertida.
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