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Croacia, tres décadas a tope

La selección surgida de la extinta Yugoslavia brilla con luz propia desde su independencia en 1990

Bilic, Jarni y Boban celebraban un gol en el Mundial de 1998. (GETTY)
Bilic, Jarni y Boban celebraban un gol en el Mundial de 1998. (GETTY)

Siempre estuvieron ahí. Siempre compitieron con su descomunal talento individual, su acusado sentido táctico y organizativo, su indómito carácter guerrero y competitivo; con su facilidad para hacer equipo, independientemente de banderas y religiones. Daba lo mismo el deporte: fútbol, baloncesto, waterpolo, balonmano… En 1990 se liberaron y ahora caminan solos y con la cabeza más alta que entonces.

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Son independientes. Son croatas. Lo fueron siempre y nacieron para el deporte. Se vuelven a cruzar en el camino de España en una Eurocopa como en 2012, como en 2016. También como en la Nations League de 2018. Los archivos apuntan que la selección croata tuvo un pasado muy complicado, marcado por los conflictos internos de su zona geográfica, pero que tuvo vida propia a principios de la década de los 40 del siglo pasado. Entre 1940 y 1943 disputó 17 amistosos, pero es a partir de octubre de 1990, contra Estados Unidos en Zagreb (2-1), cuando comienza su nueva singladura bajo nombre y colores propios.

Trece ensayos tuvieron que pasar hasta su debut oficial. Partido de clasificación para la Eurocopa 96 (4-9-94). Estonia-Croacia, en Tallin, (0-2). Blazevic seleccionador y dos goles de Suker. En ese equipo además estaban Stimac, Jarni, Boban y Prosinecki. Todos ellos se habían proclamado campeones del mundo sub-20 en Chile, en 1987, formando parte de una selección yugoslava que marcó a una generación de futbolistas y en la que serbios (seis), croatas (seis), montenegrinos (cuatro, entre ellos Pedja Mijatovic) y bosnios (dos) convivían con el balón como única razón de ser y existir. Otro croata, Miko Jozic, era el seleccionador. Todos aquellos futbolistas, menos Mijucic, llegaron a debutar en la selección absoluta de Yugoslavia e hicieron larga carrera profesional jugando en los grandes clubes europeos. La legión croata del 87, incluso, llevó a su selección al tercer puesto del Mundial de 1998, en el que Suker fue el máximo goleador con seis tantos.

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Desde entonces, Croacia se ha clasificado para cinco fases finales de campeonatos del mundo y otras tantas de Eurocopa. En el primer caso ha estado presente en todas menos en la de Sudáfrica 2010. Cayó en tres ocasiones en la primera ronda; en Francia 98 alcanzó la tercera posición tras ganar en la final chica a Holanda y en el último Mundial, en Rusia 2018, llegó hasta la final, donde perdió con Francia no sin antes mostrar todas sus señas de identidad futbolísticas y competitivas.

En la Eurocopa, sin embargo, ha resultado ser menos competitiva. Se ha clasificado para todas las ediciones menos para la de 2000. Llegó a cuartos de final en Inglaterra 96 y Suiza-Austria 2008. En otras dos no pasó de la primera ronda y la otra fue eliminada en octavos.

Los resultados no tienen discusión y la comparación directa con la selección serbia —reconocida por la FIFA y la UEFA como descendiente directo y único de Yugoslavia, primero en 1992 y más adelante, en 2006, cuando se separan de Montenegro— también tiene un punto a su favor. Serbia-Montenegro como selección se clasificó para los Mundiales de 1998 y 2006, estando ausente del 2002 y solo como Serbia llegó a 2010 y 2018, no al de 2014.

La diferencia entre ellos es abrumadora en las Eurocopas. Serbia-Montenegro no se clasificó para las de 1996 y 2004, pero sí estuvo presente en 2000, para la que no se clasificó Croacia. En solitario, Serbia no ha logrado dar el paso a las fases finales en ninguna de las últimas cuatro ediciones: 2008, 2012, 2016 y 2021.

Con la escarapela de subcampeón del mundo y con 14 de aquellos jugadores que disputaron la final contra Francia en su actual equipo, Croacia buscará mañana contra España marcar una nueva muesca en su brillante palmarés internacional.

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