Sequía y desencanto de Harry Kane
El delantero de Inglaterra aún no ha tirado a puerta en un torneo que imaginó como el escaparate final para dejar el Tottenham
Cuando terminó su temporada con el Tottenham, Harry Kane enfiló la Eurocopa con la convicción de que se dirigía al escaparate definitivo que le permitiría dejar atrás sus frustraciones en el club de Daniel Levy al final del verano. Antes de recoger sus cosas, se había puesto en el mercado, de palabra y con una campaña de números deslumbrantes. “Quiero ganar los títulos de equipo más importantes”, dijo después de perder la final de la Carabao Cup contra el Manchester City. Sin embargo, el torneo de su gran escapada está resultando por ahora un amplificador de su desencanto.
Kane, que cumple 28 años el mes que viene, despachó una temporada formidable, en la que fue elegido mejor jugador de la Premier, además de acabar como máximo goleador, con 23 tantos. Fue el curso en el que resultó más decisivo en su equipo: en 49 partidos intervino en 50 goles (marcó 33 y asistió en 13). Participó en el 41,3% de los goles del Tottenham. Entre los equipos de las cinco grandes ligas que jugaron alguna competición europea, solo Benzema en el Real Madrid (48,1%) y Gerard Moreno en el Villarreal (42,3%) tuvieron más influencia.
Con el viento de cola de esa inercia, el seleccionador inglés, Gareth Southgate, siguió con su proyecto de construir el equipo alrededor del delantero, y de tratar de acoplar el nuevo talento a una maquinaria impulsada por una probada fábrica de peligro. Sin embargo, las señales que ha emitido Kane en los dos primeros partidos, contra Croacia y Escocia, apuntan en la dirección opuesta: parece cada vez más desconectado de los engranajes del equipo, más lejos del gol y más desconcertado. Aún no ha acertado a tirar entre los tres palos y, de los titulares de Inglaterra, es el que menos pases ha dado.
Antes de enfrentarse a Escocia, a Southgate le preocupaban los signos de estancamiento de su capitán contra Croacia, que achacó a la reacción que provocaba: “Cuando tienes jugadores sobresalientes, atraen la atención de los defensores, y eso lo que hace es abrir espacios para otros. Es lo que pasó con nuestro gol el domingo”. Alejándose de la jugada, Kane abrió un pasillo por el que se coló Sterling para rematar la asistencia de Phillips. Pero el final de esa misma explicación de Southgate apuntaba a otro problema que parece sistémico: “Esperamos tener otros jugadores que arrastren contrarios para dar más espacio a Harry también en algunos momentos”.
Aunque sus decisiones en los partidos comienzan a apuntar también a un cierto agotamiento de Kane, que no había resultado nunca un inconveniente. Antes de enfrentarse a Escocia el viernes (0-0), el delantero recordó su último choque con su rival más viejo. Fue en 2017, en Hampden. Aquella noche el nueve empató en el último remate en el minuto 93 (2-2): “Es uno de mis goles favoritos con la camiseta de Inglaterra”. Ni contra Croacia ni contra Escocia le mantuvo tanto la fe Southgate. A esas alturas ya lo tenía en el banquillo. El domingo pasado lo sentó en el minuto 82 y el viernes todavía antes, en el 74.
Desconfianza
“Sentí que necesitábamos unas cuantas carreras más a la espalda de la defensa y Marcus [Rashford, que entró en su lugar] podía darnos esa energía”, dijo Southgate después de sustituirle contra Escocia.
El seleccionador aún dejó después del partido contra Escocia otro comentario que apunta a cierta desconfianza creciente en el estado de forma de Kane: “Creo que sé exactamente dónde está este equipo. Es un equipo muy joven y algunos de ellos no han experimentado nunca una noche con esta intensidad y presión. Habrán aprendido de ella”.
Entre quienes sí contaban con experiencias de ese calibre se encuentra el delantero, a quien no consideró fundamental mantener hasta el final, cuando la grada inglesa despidió a su equipo con abucheos. Han sido solo dos partidos, una cantidad engañosa para las comparaciones con los registros de un curso completo, pero el delantero del Tottenham también había mostrado su don de la oportunidad en torneos cortos: fue el máximo anotador del Mundial de Rusia. Pero de momento, en el escaparate del verano que él imaginaba definitivo, ese toque parece haberse esfumado.
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