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EUROCOPA FEMENINA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La Eurocopa, una revolución silenciosa con millones de testigos

El fútbol practicado por mujeres ya es un deporte de masas por su atractivo y elevado nivel de juego

Eurocopa femenina
Philipp Lahm

Actualmente se emite en la televisión alemana un documental que recoge los testimonios de antiguas futbolistas sobre cómo se les impidió practicar este deporte: por la federación, por sus familias, por la sociedad. Escuchar a estas pioneras me hizo comprender todavía más el privilegio que tuve. A lo largo de mi carrera, recibí apoyo desde todos los frentes.

Las mujeres llevan jugando al fútbol desde hace décadas. Sin embargo, durante mucho tiempo, su desarrollo fue limitado o incluso prohibido en muchos países, lo que frenó el nivel competitivo. Eso ha cambiado. La Eurocopa en Suiza es una nueva prueba de ello: ofrece espectáculo, emoción y un altísimo nivel de juego.

¿Por qué hoy el fútbol practicado por mujeres inspira a muchas más personas que hace 10 ó 20 años? Porque su evolución ha sido imparable en numerosos países. En Suiza, la tendencia marcada por el Mundial de 2023 en Australia y la Eurocopa de 2022 en Inglaterra continúa su curso. En las últimas semanas hemos visto selecciones bien organizadas, habilidades técnicas notables y goles de gran factura.

Las jugadoras son ahora más atléticas, rematan mejor y driblan con más velocidad. Tal vez las porteras aún tengan margen de mejora, pero el talento natural abunda. Las acciones en el campo dejan entrever la existencia de centros de formación y el creciente número de niñas que practican fútbol.

Ya no son solo las alemanas —dominadoras entre 1995 y 2013— quienes aspiran al título. Países como Polonia, Islandia, Portugal y Suiza también compiten con ambición, mientras que Suecia y Noruega llevan tiempo consolidando su lugar. Uno de los mejores goles del torneo lo firmó la belga Hannah Eurlings, quien controló un pase en profundidad con clase, eligió la trayectoria adecuada, mantuvo la velocidad y definió con calidad. Eso es excelencia deportiva.

Por eso, cada vez más personas se identifican con sus selecciones. Multitudes han viajado a otros países para apoyar a sus equipos y a sus naciones. Miles de aficionados de Países Bajos, Inglaterra y Alemania desfilaron por las calles de Berna, Lucerna y Zúrich. El torneo está en boca de todos. Casi todos los partidos se jugaron a estadio lleno. La UEFA podría haber vendido muchas más entradas.

El fútbol femenino se ha convertido en un deporte de masas. Es el momento idóneo para invertir. Un estudio de mercado de Nielsen prevé que en cinco años será uno de los cinco deportes más importantes del mundo. Se estima que las audiencias televisivas globales crecerán en torno al 30%, y la base de aficionados aumentará un 40%, alcanzando los 800 millones. Es una audiencia más joven, mayoritariamente femenina y con mayor poder adquisitivo que la masculina. Las mujeres están transformando el entorno deportivo.

Algunos grandes clubes europeos pueden felicitarse por haber reconocido este potencial de crecimiento hace años. El FC Barcelona ha construido casi un monopolio nacional. Olympique de Lyon, PSG y FC Paris cuentan con el respaldo financiero de empresarios poderosos. Manchester City, Arsenal, Manchester United, Chelsea y Liverpool cuidan sus divisiones femeninas como verdaderos activos estratégicos.

La competencia más dura se vive en Inglaterra. El Arsenal conquistó la Champions League, mientras que el Chelsea dominó con claridad la Superliga femenina. Un panorama familiar para los seguidores de la Premier League. España, por su parte, impresiona con su estilo de juego, como también lo hace en el fútbol masculino. En Francia, donde el interés de las niñas por el fútbol se ha disparado, el talento abunda tanto en la selección femenina como en la masculina.

De pronto, las italianas —con una defensa táctica impecable— también se han colado en las semifinales. Italia fue el último de los cinco grandes del fútbol europeo en sumarse al tren del fútbol femenino, pero también allí el futuro ya se está construyendo. Incluso llegó al despacho oval en una escena insólita, cuando Donald Trump preguntó a una delegación de la Juventus si permitían que las mujeres jugaran en el equipo masculino. La directiva del club señaló orgullosa a su equipo femenino. El expresidente estadounidense probablemente esperaba otra respuesta.

Con una promoción decidida del fútbol practicado por mujeres, las grandes potencias futbolísticas de Europa consolidan su liderazgo y ya disputan el trono a las históricas campeonas mundiales: las estadounidenses. Alemania, sin embargo, debe tener cuidado para no quedarse atrás. Aunque el equipo mostró unidad en Suiza, las figuras más destacadas ya no visten su camiseta.

A veces recuerdo a la selección masculina de Alemania entre 1980 y 1990: campeones de Europa y del mundo, y tres veces finalistas del Mundial consecutivamente. Entonces se hablaba mucho de las “virtudes alemanas”, como hoy ocurre con el equipo femenino. Pero con el tiempo, los hombres comprendieron que eso ya no bastaba. Al inicio del nuevo siglo, la DFB impulsó una reforma del fútbol base. De ahí nació una generación creativa y entusiasta que se coronó campeona del mundo en 2014.

Ese es el tipo de fútbol que gana títulos y emociona a las masas. Por eso, quienes toman decisiones deben buscar soluciones. ¿Por qué casi solo los chicos reciben formación intensiva en academias juveniles? Un país rico como Alemania debería distribuir sus recursos de forma equitativa. La DFB debería contar con fondos suficientes gracias a su rentable acuerdo con Nike.

Este domingo, cuando Inglaterra y España se enfrenten en Basilea por el título, el mundo estará mirando. El fútbol europeo se prepara para un nuevo ritmo. A partir de ahora, con alternancia entre torneos femeninos y masculinos, cada verano traerá un gran evento que atraerá a las masas. No es saturación: es igualdad.

Y ese es un mensaje esperanzador en tiempos de incertidumbre global. El fútbol se basa en reglas claras: una falta es una falta. Tirar del pelo conlleva tarjeta roja, sea quien sea la jugadora o el jugador. Las mismas normas rigen para todos. Se juega en todas partes, ahora también por mujeres, en los mismos campos, con los mismos balones y en las mismas porterías. El fútbol es el deporte universal por excelencia, el único que tenemos así. En estos momentos, ese es su mayor valor.

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