Simon Messner, nunca en el nombre del padre
El hijo de la gran leyenda del alpinismo se revela como un gran escalador al tiempo que carga contra un “mito ausente y rígido”
Los últimos cinco días de Walter Bonatti como alpinista de élite siguen siendo legendarios: entre el 18 y el 22 de febrero de 1965, el italiano creó en solitario una nueva vía en la cara norte del Cervino que todavía hoy sigue aterrorizando a las nuevas generaciones. A su regreso al valle, Bonatti dibujó una reverencia y abandonó el alpinismo. Apenas contaba 35 años de edad. Hace escasos días, Simon Messner, el hijo de otra gran estrella incontestable del alpinismo, Reinhold Messner, escaló en algo menos de 14 horas la vía Bonatti encordado a su pareja habitual, Martin Sieberer. Cada vez que alguien escala esta ruta de 1.200 metros de desnivel, roca podrida, hielo negro y exposición intimidante, se convierte en noticia: lo fue cuando Catherine Destivelle invirtió cuatro días en hacerlo en solitario (1994), cuando Ueli Steck se convirtió en el más rápido en escalarla (25 horas en 2006) o cuando una joven pareja suiza formada por Patrick Aufdenblatten y Michi Lerjen-Demjen sorprendió a todos al recorrerla en 7 horas y 14 minutos en 2011.
El caso de Simon Messner, de 31 años, no hace sino confirmar el enorme talento de alpinista que atesora, la fortaleza de su unión con Sieberer. Simon tiene a medias con su padre una productora de cine de montaña. Y al parecer es lo único que comparten. Reinhold, el primer hombre que conquistó los 14 ochomiles del planeta, el primero (junto a Peter Habeler) en escalar el Everest sin ayuda de oxígeno artificial, nunca ha sido el más querido por la comunidad alpinística: su ego desmedido, el desprecio de muchos de sus coetáneos, sus sentencias durísimas sobre las actividades ajenas y su carácter hosco siempre fueron un contraste con el cariño que despertaba Walter Bonatti, al que Simon homenajeó nada más escalar su ruta en el Cervino.
Entrevistado el pasado verano por el Corriere del Veneto, Simon Messner recordaba una infancia de miedo a las alturas, vértigos y desapego hacia la montaña “porque el tema estaba ya demasiado presente en casa”. Si la lógica parece indicar que Simon es alpinista por el interés de su padre, nada más falso. Simon se interesó por el alpinismo por otro motivo. “Deseaba comprender por qué tenía vértigo, por qué me asustaba cada vez que me hallaba a más de dos metros del suelo. Así, superando mis límites, me convertí en alpinista”. Su padre nunca lo llevó a escalar, o a las montañas. Sencillamente, no estaba allí, explica Simon, que no llama “padre” a su progenitor sino Reinhold, también padre de tres hijas y que recientemente se casó por tercera vez. Simon no fue invitado a esta boda: “No acepto que su esposa tenga la edad de mi hermana. Pero él es Reinhold: si tiene algo en mente, lo hace. Yo mantengo la distancia, ya no es como antes. Nunca ha sido fácil. No deja mucho espacio libre para los demás, pero cuando yo era joven era más sencillo. Hoy ya no quiero intentar que salga bien: yo tengo mi vida y él la suya”. Incluso cuando ambos trabajan juntos, Simon asegura: “Me hace sufrir en el set, pero él es el jefe, siempre. La nuestra nunca ha sido una relación padre-hijo; él no es un padre como los demás”.
Aún siendo un alpinista patrocinado por méritos propios, alguien capaz de escalar una montaña virgen en Pakistán (el Black Tooth, 6.718 m) o de abrir un itinerario mixto extremo en el valle alpino de Pinnstal, Simon Messner no se prodiga en las redes sociales. Cuando necesitaba noticias de su padre, las buscaba en el diario Bild, así que ahora no desea ser el centro de atención. Ser el hijo de una leyenda fue una experiencia traumática para Simon, quien asegura que su padre era “rígido y ausente”. Y abunda: “Su cabeza es dura como el mármol y puede ser muy voluble. Todos lo ven como un mito, pero un niño no necesita una leyenda, necesita un padre y él nunca lo fue. Intentaré hacerlo mejor cuando tenga mis propios hijos”.
Ahora, Simon rueda una película sobre su padre en base a una dramática expedición de Reinhold al Manaslu, en 1972. Y anticipa que el egoísmo en el mundo de la montaña es uno de los ejes argumentales...
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