Lorena Torres

La nadadora que dejó de competir para hacer campeones de básquet

Lorena Torres, exnadadora de sincronizada y especialista en preparación física, tecnología y ‘big data’ aplicados al deporte de élite forma parte del equipo técnico del seleccionador nacional Sergio Scariolo tras haber dirigido los departamentos de rendimiento y ciencias del deporte de San Antonio Spurs o Philadelphia 76ers

¿Una nadadora en la reconstrucción de la selección española de baloncesto post hermanos Gasol? Sí. El mismo cerebro, fraguado en la sincronizada, que ya dirigiera los laboratorios de alto rendimiento de San Antonio Spurs o Philadelphia 76rs en la NBA. Tal vez su nombre no les suene, sin embargo, Lorena Torres (Ibiza, 1981) es una de las figuras más relevantes del deporte español en el panorama internacional. Por las manos de esta científica ha pasado una nómina de campeones apabullante que va de Ona Carbonell a Tony Parker, Tim Duncan, Joel Embiid, Ben Simmons o el propio Pau Gasol.

Cualquier intento de definir su labor caerá en simplificaciones: sus responsabilidades (y conocimientos) abarcan de la fisiología a la nutrición, de la biomecánica al big data. Digamos que se encarga de transformar en información mesurable lo que un deportista transmite cuando se ejercita: convierte en ciencia el entrenamiento, en números el cansancio o el peligro de lesión de un cuerpo. Y pone, para ello, la tecnología más innovadora al servicio de quien se exprime compitiendo.

Lorena Torres, en su etapa en Philadelphia 76ers, con el jugador australiano Ben Simmons.
Lorena Torres, en su etapa en Philadelphia 76ers, con el jugador australiano Ben Simmons.Lorena Torres

Todo comenzó cuando de niña se enamoró del deporte (“es extraño, nadie en mi familia lo practicaba…”, revela al teléfono). Nunca dejó de ocupar desde aquel instante el centro de su vida. Con cuatro años empezó en la gimnasia. En la víspera de la adolescencia descubrió la natación sincronizada, causa de que con 16 años tuviera que mudarse a Barcelona y disciplina que, confiesa, forjó su carácter. Su generación fue la de Gemma Mengual o Paola Tirados, quizá la más exitosa que la sincronizada española haya dado jamás. Así que, con 19 años, Torres se dijo: “soy buena, pero hay 13 o 14 mejores que yo. Necesito encontrar un camino que me permita perseguir ser la mejor”. Es tan disciplinada como autoexigente, la mueven una curiosidad tiránica y una constante necesidad de seguir aprendiendo. Estudió INEF (y luego tres másteres y un doctorado), se veía a sí misma abocada a ser “entrenadora de sincro” y, entonces, uno de sus mentores le dijo: “en vez de a un deporte, podrías dedicarte al deporte profesional en sí”. Ahí comenzaría su viaje, el que ha hecho de ella una profesional insoslayable, el que, en distintas etapas, la ha ido llevando por el tenis, el golf, el balonmano o el baloncesto. El que la ha obligado a afrontar que hubiera quien le dijera: “No hay lugar para mujeres como tú en vestuarios masculinos”.

Las etapas del viaje de Lorena Torres

Había surgido un pequeño club en Ibiza y allá se apuntó. Se le dio bien y, con 14 o 15 años, recuerda la impresión que le causó salir por primera vez a competir a un campeonato nacional. Con 16 le ofrecieron trasladarse a entrenar a la Joaquín Blume de Barcelona, residencia para deportistas adscrita al Centro de Alto Rendimiento del Consejo Superior de Deportes. Allí sus días consistían en piscina y aula, entrenamiento y estudio. De siete de la mañana a nueve de la noche. Ya entonces, “aunque todavía no supiera de fisiología”, se preguntaba: “¿tiene sentido repetir una rutina completa en el agua ocho veces seguidas? ¿Esta es la forma más eficiente de entrenar?”. Cuando sus compañeras de la selección española acudieron a competir a Perth y ella no fue convocada, decidió que aquello supondría un punto de inflexión: su final en la sincro, el momento germinal de la científica en que se convertiría.

“Venía de un deporte de agua, sin gravedad ni impactos, donde se valoraban matices artísticos, y de pronto me enfrentaba a uno con múltiples cambios de dirección, con un móvil, la pelota, con una raqueta…”. Lorena Torres acababa de terminar la carrera y había decidido prestar oídos a su mentor Joan Solé: no sería entrenadora de natación sincronizada, trabajaría con deportistas de élite. Con Marta Marrero comenzó cuando era la 100ª del mundo, según el ranking WTA. Tras la labor conjunta, alcanzó el puesto 60º. “Para mí fue un momento clave: compré libros, leí todos los artículos científicos que se publicaban, vi horas y horas de partidos y analicé los movimientos… A los tres años yo estaba convencida de que mi vida y mi carrera estarían vinculadas ya por siempre al tenis”, relata Torres. Entonces llegó un nuevo cambio.

Dedicó la investigación de su doctorado al golf. Durante ese proceso fue madurando su propia metodología y se convenció de las bondades de abrirse al mundo: “Las grandes cosas se hacen equipo”, defiende Torres. Ella no tenía reparos en levantar el teléfono y, si la persona que más sabía del mundo sobre la materia que tocase —sistemas de localización, entrenamientos de fuerza, datos…— estaba, por ejemplo, en Australia, inquirirle. Así comenzaron sus colaboraciones y publicaciones internacionales con otros científicos. Y así llegó en 2010 la llamada del Barça.

En 2010 Torres comenzó a encargarse de la preparación física de dos equipos de cantera del Barcelona, el júnior de baloncesto y el FC Barcelona B de balonmano. Conjugaba esas labores con sus clases como profesora en las universidades de Vic y Lleida. “Ahí es donde por primera vez me choco con el machismo y el sexismo”. Su futuro tenía techo. Y no era una cuestión de capacidad. Era por ser mujer. “En 2013 me explican el porqué de mi estancamiento. Al final de esa temporada elijo abandonar la disciplina del Barça”. Se hallaba hundida. “Pero, desde ese punto bajo, reboté con más fuerza. Como un tirachinas”.

Para 2014, la nómina de saberes que dominaba Torres había aumentado consistentemente. Se sentía, dice, más segura de sí misma que nunca. “Había estudiado cuestiones de nutrición, de suplementación alimentaria, de recuperación muscular, de sueño…”. Con Ona Carbonell quiso medirlo todo: basar su entrenamiento en parámetros objetivos. Le hizo portar un pulsómetro subacuático, el primero que se utilizara para tal fin en una piscina: controlaba su frecuencia cardíaca en cada punto de las coreografías, sus cargas, tomaba muestras de lactato…

Cuando parecía que volvería a quedarse en el deporte que había sido su casa, llegó la llamada más inesperada, la más irresistible.


La NBA

Torres pasó cuatro temporadas en San Antonio Spurs, poseedor desde 1999 de cinco anillos de campeón NBA, una de las franquicias más exitosas del baloncesto estadounidense. Con los tejanos, su primera ocupación, en 2015, consistió en construir para su equipo filial, que participa en la G-League, toda la estructura para el alto rendimiento que sí poseía la plantilla del absoluto: adquisición de instrumental, contratación y formación de preparadores físicos y entrenadores… Al año siguiente a su llegada ganaron el título: “¡Tengo un anillo G-League!”, expresa con alegría Torres. Con el primer equipo, no solamente se dedicaba a otear cualquier opción de mejora del rendimiento que pudiera vislumbrarse, cualquier cambio metodológico que pudiera resultar beneficioso, sino que se encargó personalmente de la preparación física de los novatos y los jóvenes y de la recuperación de las estrellas lesionadas. “Pasé mucho tiempo con jugadores como Tony Parker o Boris Diaw, a los que aún me une una bonita amistad”.

Para la temporada 2019/2020 quedó vacante una plaza de directora de rendimiento en Philadelphia 76rs. El catalán Sergi Oliva, que ejerce como director general y entrenador asistente en Portland Trail Blazers, le dijo: “bueno, preséntate”. Tras un par de entrevistas en línea le compraron un billete de avión para conocerla. Hemos entrevistado a mucha gente, pero te queremos a ti, le dijeron. “Philadelphia es una franquicia eternamente candidata a todo que, sin embargo, parece siempre a punto de implosionar”, cuenta sonriente Torres, para quien su experiencia allí supuso uno de los retos más enriquecedores de su carrera. Su papel tenía que ser el de una líder, con un equipo de 15 personas a su cargo y reportando directamente al entrenador. ¿Está para jugar tal jugador? ¿Cuántos minutos? Por ello, el primer encargo que le hicieron fue: “gánate la confianza de Joel Embiid”. La estrella camerunesa cuenta con su propio equipo de preparadores físicos, fisioterapeutas, cocineros… un fenómeno cada vez más común entre los deportistas de élite. “Vimos juntos en la tele un partido de Rafa Nadal, entablamos una charla, bromeamos sobre los tics de Nadal… Después, le dije: ‘no te voy a imponer nada, pero para lo que puedas necesitar estoy aquí”. Funcionó.

El regreso a casa

Había moldeado el físico de superestrellas, había sido una de las pocas personas que, por imprescindible, pudo permanecer dentro de la burbuja de Orlando en 2020, cuando la NBA reemprendió la competición con la pandemia causando estragos, tanto que los jugadores no podían ver ni a sus familias… Era una profesional de altísimo nivel y española, así que el seleccionador Sergio Scariolo pidió a la Federación Española de Baloncesto (FEB) que la sumaran a sus filas. Torres ayudó al cuerpo técnico de Scariolo a preparar los Juegos de Tokio, contribuyó a que un Pau Gasol de cuarenta años pudiera darse un último baile con “la familia”, sus compañeros durante tanto tiempo, antes de retirarse.

Desde entonces, continúa poniendo su granito de arena con la selección absoluta, que camina en su preparación hacia el Eurobasket que se celebrará en septiembre, y, a la vez, trata de erigir una estructura en el baloncesto formativo que garantice el mejor rendimiento físico de los jugadores del porvenir. Pero no sólo: tiene un proyecto a medias con la agencia de representación de jugadores de fútbol y baloncesto YouFirst. Se encarga, para todos aquellos deportistas de élite que quieren hacer un trabajo individual al margen de sus clubes, de encontrar la tecnología apropiada para sus necesidades, al mejor nutricionista, al preparador adecuado…

Lorena Torres trabaja con la selección durante la preparación del Eurobasket de septiembre de 2022.
Lorena Torres trabaja con la selección durante la preparación del Eurobasket de septiembre de 2022.ALBERTO NEVADO

“¿Volverán a negarme la entrada en algún vestuario?”, se pregunta mordazmente Torres, al fantasear sobre un futuro, el suyo, en el que entrevé más cambios, más aprendizaje. Siempre deporte.

Un compromiso inquebrantable

Trabajo en equipo, inteligencia, superación, sentido de la deportividad... Son valores fundamentales que Endesa trata de promover en la sociedad a través del baloncesto. Un compromiso que se extiende a las competiciones domésticas masculina y femenina (la Liga Endesa y la Liga Femenina Endesa) y a la Federación Española de Baloncesto. No solo brinda apoyo a las selecciones absolutas masculina y femenina, también a todas las categorías formativas y a la Federación Española de Deportes para Personas con Discapacidad Física. Toda una comunidad de Basket Lovers.

Más información

Archivado En