Muere Guillermo Timoner, el primer arcoíris español
El ciclista mallorquín consiguió seis títulos de campeón del mundo en pista entre 1955 y 1965
Federico Bahamontes, que falleció el pasado día 8, era la referencia española del ciclismo de carretera, y Guillermo Timoner (Felanitx, 97 años), que ha muerto en su tierra apenas dos semanas más tarde, fue el indiscutible rey de la pista durante aquellos años en los que el ciclismo y el fútbol eran los únicos deportes en los que España sobresalía a nivel internacional. Timoner y Bahamontes alegraban los titulares de los periódicos con sus gestas.
Pero al contrario que Bahamontes, y pese a ser prácticamente de la misma quinta, Timoner no pasó hambre. Su primera bicicleta, que le costó 510 pesetas, se la compró después de engordar y vender un cerdo de los que cuidaba su padre, que cultivaba tierras y criaba animales. Las penurias de la guerra pasaron de largo por la casa de Guillermo, que a los 15 años le mintió al farmacéutico de su pueblo, que era el encargado de emitir las licencias de principiante. Le dijo que tenía 16, la edad mínima para correr. Para entonces ya había ganado su primera carrera en S´Horta. El premio fue un pollo. Corría en carretera, pero se dio cuenta de que lo suyo era la pista. Contaba con la ventaja de que en Mallorca funcionaban dos velódromos, el de Campos, cerca de Felanitx, y el de Tirador, en el centro de Palma, en el que consiguió en 1941 su primer título de campeón de Baleares.
Alternaba Timoner las dos especialidades. Ganó tres etapas de la Vuelta a Mallorca, pero para entonces ya había conseguido su primer título de campeón de España en Tortosa. Tenía 18 años y faltaban once para que diera el salto a la competición internacional. Hasta 1954 no disputó un Mundial. Acudió a Wupertal, en Alemania, sin entrenador y acabó sexto, pero aseguraba que allí aprendió mucho para los siguientes años. En 1955, en el histórico velódromo Vigorelli de Milán, el escenario del récord de la hora de Fausto Coppi en plena Guerra Mundial, bombardeado e incendiado después, Guillermo Timoner se proclamó por primera vez campeón del Mundo de fondo tras moto. A una velocidad media de 79,865 kilómetros por hora, el mallorquín recibía su primer maillot arcoíris, también el primero que conseguía un ciclista español. Después llegaron 84 más en todas las disciplinas. Un titular de prensa de aquella época lo decía todo sobre la penuria del material con el que se colgó su primera medalla de oro: “Un Quijote sobre un caballo de hierro”.
Por detrás de una motocicleta, pegado al rodillo trasero para coger el rebufo, en una especialidad prácticamente desaparecida ahora, Timoner sumó cinco títulos mundiales más, en 1959 (Amsterdam), 1960 (Leipzig), 1962 (Milán), 1964 (París) y 1965, en el velódromo de Anoeta en San Sebastián. Además, fue dos veces subcampeón del mundo. Compitió entre 1941 y 1971, y reapareció en 1984, con 58 años. Fue seleccionador de España en pista y su espinita fue no haber sido nunca campeón olímpico. Timoner era profesional y los Juegos, en su época, estaban vedados para los deportistas que cobraban por ejercer su oficio.
Una vez retirado, Timoner vivió de su tienda de deportes en Felanitx, convertida en museo con sus bicicletas, maillots y trofeos. Siempre honrado en su pueblo, donde hay una calle y un polideportivo a su nombre, el seis veces campeón del Mundo, que había sido carpintero en su juventud, sufrió de alzhéimer en sus últimos años, aunque si su cabeza no contenía ya sus recuerdos, la memoria colectiva del deporte español no los olvida.
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