Gabri Veiga: “Para mí esto lo es todo; yo amo al Celta”
El centrocampista que lidera al equipo gallego en su lucha por la salvación es una de las revelaciones de la cantera española esta temporada
El Celta entró en la primavera exultante tras un triunfo en el campo del Espanyol. Los puestos de descenso estaban ocho puntos por debajo y a dos veía Europa. Al final se abocó a una agonía de la que le rescataron dos goles de Gabri Veiga, la mejor noticia del equipo en una temporada fallida. “Nos falta calidad. Lo dije en agosto y en enero. Y no se subsanó”, clamó Iago Aspas tras el tropiezo en Cádiz en la penúltima jornada. El emblema del Celta apenas jugó un cuarto de hora en el cierre ante el Barcelona, aquejado de molestias en la espalda.
Veiga y Aspas habían dejado de marcar en aquella cita del 18 de marzo en Cornellá. Pero el joven centrocampista anotó dos dianas en la última jornada para firmar en su primera campaña con el primer equipo una hoja de servicio con once tantos. No pudo contener las lágrimas ni en la celebración ni en la despedida. Besó el escudo y Aspas le ofreció su hombro izquierdo para que encontrase consuelo. Imposible. El Celta aguarda ingresar los 40 millones de euros de su cláusula de rescisión. Lo que se desconoce, todavía, es el destino. “No estoy pensando en si me voy o me quedo. Sólo quería ser yo mismo para poder ayudar al equipo. Había bajado el nivel”, explicó Veiga al final del partido.
Las lágrimas todavía brotaban. “Es la tensión de estas semanas”, se disculpó el futbolista, que miraba al tendido antes de reflexionar: “Para mí esto lo es todo. Es mi casa. Yo amo al Celta”. Veiga encadenó diez partidos sin ver puerta, justo mientras completó su vínculo con una nueva agencia de representación. Pero no resulta exagerado concluir que en la cuenta final ha sostenido al Celta en una temporada que comenzó sin poder entrar a cambiarse al vestuario del primer equipo en la Ciudad Deportiva celeste. El club impone la norma de que los futbolistas con dorsal del filial no pueden hacerlo hasta dar el salto entre los 25 primeros. No fue hasta enero cuando lo hizo Veiga. Su presumible baja obligará a una nueva reinvención tras una campaña en la que muchos de los fichajes resultaron fallidos.
El lamento de Aspas sobre el paso atrás del equipo apuntaba de manera directa a la política deportiva de un club que hace un año creyó que había dado un paso que le iba a llevar entre los grandes. El presidente Carlos Mouriño anunció algo “extraordinario”: El luso Luis Campos se iba a hacer cargo de la dirección deportiva del club y su nivel, capacidad y contactos estaban supuestamente a tan alto nivel que el Celta no tenía recursos para pagarle en exclusiva y se veía abocado a compartir su tiempo y conocimiento con otros dos clubs, el Galatasaray y el París Saint-Germain.
La estructura de Campos
Los turcos pronto rompieron con Campos, pero la dicotomía con el PSG continuó todo el año. Campos, que estuvo más tiempo en el Parque de los Príncipes que en Balaídos, atendía lo mismo a los focos de Mbappé, Messi y Neymar que a resolver la situación generada por las cuitas entre Denis Suárez y el presidente Mouriño. “Puedo atender a varios clubs gracias a la estructura que tengo”, explicó Campos, al que le agrada que le identifiquen con un arquitecto que edifica plantillas. Pero los primeros cimientos que hizo en el mercado ya no parecieron muy sólidos: Brais Méndez se fue a la Real Sociedad por 14 millones de euros. Y por 20 el club incorporó a Strand Larsen, Williot Swedberg y Luca de la Torre, tres futbolistas sin apenas relevancia esta campaña
A la postre el Celta sigue entre los grandes y ya completa once campañas consecutivas en la élite. Sólo ocho equipos pueden presumir de ello (Real Madrid, Barcelona, Atlético, Valencia, Athletic, Sevilla y Real Sociedad son los siete restantes en ese reducido club). “Prefiero diez años en Primera que uno en Europa”, le gusta repetir a Carlos Mouriño para poner el foco en lo que considera importante para un club que en 25 de las últimas 31 temporadas ha jugado en la máxima categoría. También es el que más temporadas ha jugado en Primera (58) sin ganar un título. Pero esa es otra historia.
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