Los ciclistas logran acortar la gran etapa alpina del Giro de Italia
Debido a la lluvia, la carrera aplica el protocolo de mal tiempo: los corredores hacen en autobús los primeros 124 kilómetros y en bicicleta los restantes 74, con la Croix de Coeur y Crans Montana
La moral de los ciclistas del Giro, los organismos debilitados, enfermos, flagelados por 12 días de lluvia, frío, covid, caídas en descensos imposibles, desciende un escalón más la mañana del viernes en Borgofranco d’Ivrea, en el Piamonte siempre verde. Al amanecer, apartan los visillos de las ventanas de sus habitaciones y solo ven oscuridad, cielos negros, lluvia interminable. Se confirman los temores que les habían llevado la noche del jueves a reunirse vía redes y votar la aplicación del protocolo de mal tiempo extremo --lluvia helada-- para la etapa, que preveía el paso hasta los 2.000 metros del Gran San Bernardo, y su descenso interminable. El 90%, según explica Adam Hansem, el exciclista australiano que preside la CPA, su sindicato, votaron a favor de un cambio de recorrido. No un día más de frío y agua hasta los huesos, que ya no aguantan más. No más descensos largos y heladores, sobre todo. En la salida, sus representantes hablan con Mauro Vegni, el boss del Giro. Ya intentaron, sin éxito, acortar la etapa del martes, desde la Emilia, ahora asolada por inundaciones que ni los más viejos del lugar recordaban, muerte y desolación, hasta la costa toscana. En esta ocasión, Vegni, entre la espada y la pared, escaso de argumentos, busca rápidamente un compromiso. “Nunca es fácil llegar a un acuerdo”, dice el responsable de la carrera. “Cada uno defiende intereses diferentes. A mí me interesaba solo salvar el Giro, así que he tenido que ceder algo para que la carrera se haga, que es lo fundamental”.
La etapa se hará, pero recortada, acuerdan. Después de pedalear en bicicleta los 2.800 metros del recorrido los corredores se suben a los autobuses que les esperan en un gran parking, y en ellos se quitan las cremas de las piernas, que les arden ya, se relajan y recorren 124 kilómetros, Valle de Aosta arriba, donde nunca luce el sol, Gran San Bernardo por el túnel, y su largo descenso, hasta Le Châble, al pie mismo de la subida más difícil del día, el terrible Croix de Coeur por Verbier (hasta 2.174 metros de altitud, 15 kilómetros al 9% y un kilómetro final al 13%), donde bajo la lluvia siempre, y nieve en la cima, a las 14.15 partirán, ya en bicicleta, ya sin más neutralizaciones, hasta la meta de Crans Montana, la estación de esquí situada a 1.456 metros, a la que se llega tras una subida de 13 kilómetros al 7%, y los aficionados viejos recuerdan la pelea allí entre Ángel Arroyo, el Salvaje, y Laurent Fignon, el Profesor, en el Tour de 1984.
🚌 @TeamEmiratesUAE leading the group. They have fitted wet tyres.
— Giro d'Italia (@giroditalia) May 19, 2023
(Not sure I am actually using the right jargon. I need some suggestions. @F1, could help me out?)#Giro #GirodItalia https://t.co/uwGvX5QsE4 pic.twitter.com/Z8X4uzTduI
El duelo en la alta montaña que se espera hoy, y que la neutralización, similar a la del Tour del 96 que escamoteó el Iseran nevado y dejó la etapa reina en un Galibier ascendido de parado y un final en Sestriere, puede hacer aún más intenso, es el que enfrentará a Geraint Thomas, maglia rosa, y Primoz Roglic, segundo, a 2s. A ninguno de los dos, Thomas, galés, una vida bajo la lluvia, y Roglic, esloveno, campeón juvenil de saltos de esquí, les espanta el frío. Ni tampoco al que puede ser el invitado sorpresa, el noruego Andreas Leknessund, que ya fue maglia rosa unos días, y que llega del esquí de fondo.
“Si se hubiese dejado la etapa como estaba previsto, quien quisiera continuar podía continuar y quien decidía que hacía mucho frío y se quería bajar, se bajaba de la bici, no es que pedaleemos porque nos lo ordene el médico, y si no te gusta, cambia de trabajo…”, dice Gianni Moscon, ciclista italiano de Trento, al pie del Bondone donde el Giro llega el martes y donde, en 1956, bajo la nevada más espantosa de la que haya recuerdo, y los ciclistas se orinaban en las manos para descongelárselas, y abandonaron 43, Charly Gaul ganó su primer Giro. “Pero esta es ya la 13ª etapa y no aguantamos más. Aunque lo sienta por el Giro, agradezco lo que han hecho”.
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