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Sebastián Mora, el corredor que triunfa en el ciclismo del futuro y sufre las penurias del antiguo

El pistard español, gran esperanza de medalla en los Juegos de París, termina segundo en la UCI Track Champions League y es estrella en el metaverso, pero ha corrido en el Manuela Fundación, un equipo que no paga

Carlos Arribas
Sebastián Mora ciclismo
Sebastián Mora, durante la Track Champions League de Londres.TCL

Velódromo olímpico de Londres, allí donde la pista despierta pasiones. Sebastián Mora no puede más. Ha competido en eliminación –el ciclista que pasa el último en cada sprint queda eliminado—como nunca, en cabeza del grupo. “Cuesta más, gastas más porque siempre tienes que darle duro, pero es más seguro”, explica el pistard de Villarreal, de 34 años. “De la otra manera, es como si fueras con el coche acelerando y desacelerando, y corriendo el riesgo en cada sprint”.

La táctica, tan cansada, ha estado a punto de tener éxito. Necesita quedar entre los tres primeros de la última prueba de la quinta y última jornada de la UCI Track Champions League para imponerse en la general final en la categoría de fondo. Cuando, agotado, no tiene ni fuerzas para acelerar en las últimas pedaladas de la vuelta y queda eliminado, quedan tres ciclistas aún girando en el velódromo. Ya que ha quedado cuarto, necesita para imponerse en la general que su principal rival, el suizo Claudio Imhof, otro animal de velódromo, no quede ni primero ni segundo. Necesita que sea el siguiente eliminado y por eso, cuando ve que uno de los supervivientes, el neerlandés Matthijs Büchli, se deja ir, no puede evitar volverse y jalearle, y hasta le da un empujón de impulso para que continúe en la pelea. Esfuerzo inútil. Büchli no logra enlazar. Imhof ya tiene asegurado el triunfo en la general, empatado a 125 puntos, con el español, y caballerosamente cede la victoria de la eliminación al fondista británico Oliver Wood, lo que aprecia grandemente la grada.

En fondo femenino, la victoria final de la segunda edición de la Champions League, cinco pruebas en cuatro semanas en los velódromos de Palma, Berlín, París y Londres, dos días, fue para la estadounidense Jennifer Valente; en velocidad femenina, para la campeona del mundo, la francesa Mathilde Gros, y en velocidad masculina, para el australiano Matthew Richardson.

El triunfo final y la recompensa económica aparejada (25.000 euros para el primero, 15.000, para el segundo) no le habrían venido mal a Mora, el mejor pistard español al final de un año en el que ha comprobado que pese a que su ciclismo acelere hacia el futuro a velocidad de vértigo, las viejas feas costumbres del ciclismo de toda la vida sigan vigentes. Y las sufre él, la esperanza olímpica española para los velódromos, seis veces campeón de Europa y una vez campeón del mundo, justo en el mismo velódromo de Londres, pese a que se pueda considerar una de las estrellas de la pantalla, un avatar de Blade Runner, casi, o de un complejo juego de ordenador en el metaverso, las transmisiones televisivas inmersivas que el patrón de la competición y director para eventos de Discovery Warner Bros, François Ribeiro, ha anunciado para 2023 en conjunción con los californianos de Infinite y Amazon Web Services.

“No tengo nada de nada para el año que viene”

Pero antes de eso comenzó el año con un contrato en un equipo continental, el granadino Manuela Fundación, que le debería permitir disputar pruebas de carretera para coger fondo y golpe de pedal. La historia duró tres meses. Cuando comprobó que el viejo adagio del ciclismo modesto se iba a cumplir –si el primero, el segundo y el tercer mes no cobras, puedes aguantar; si el cuarto tampoco, has perdido dinero-. El dicho se refiere a que los equipos deben depositar una fianza ante la UCI del 25% de la masa salarial anual como garantía en caso de impago. Manuel Fundación ya ha anunciado a la federación española que no puede asumir ningún pago y esta ya ha comenzado los trámites para ejecutar el aval. A cada corredor, a Mora también, le corresponderá la cuarta parte de su salario, tres meses, y, ahora, pasados diciembre y enero, meses fuertes de los Seis Días en los velódromos de Europa, a buscar nuevo equipo. Lo que acomete con escasa esperanza.

“Para el año que viene no tengo aún nada de nada”, dice un deportista excepcional, capaz de ser campeón procediendo de un país donde apenas hay velódromos, donde casi no se organizan competiciones y en el que los equipos siempre han mirado de reojo a los pistards, pese a que algunos de los mejores ciclistas en carretera, como Thomas, como Wiggins, como Ganna, hayan salido de la pista. “Se ve que los equipos españoles no se atreven o no ven el potencial que existe con el ciclismo en pista tanto deportiva como económicamente. Estos días dos corredores extranjeros han firmaron contrato allí en Inglaterra”. Cuando era más joven, y no era aún padre reciente como ahora, Mora salió a correr en equipos de Japón y de Inglaterra, en la histórica marca Raleigh. Los últimos años ha estado en España, un par de años en el Movistar, uno en el Caja Rural y unos meses en el Manuela. Y dentro de año y medio, será una de las grandes esperanzas de medalla del deporte español en los Juegos de París.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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