Al Real Madrid le valen dos guantazos para doblegar al Atlético
Los goles de Rodrygo y Valverde, pareja de moda en un líder sin freno, lanzan al Real en un Metropolitano en combustión ante un Atlético más fajador que fino
En la pira del Metropolitano, con repugnantes insultos racistas a Vinicius en los prolegómenos, también bailó el Madrid. De inicio en combustión, el Atlético quedó abatido por los trastazos de Rodrygo y Valverde, que amenazan con sellar otra de esas parejas de moda del Real: Modric-Kroos, Benzema-Vinicius... Su testamento de estos días así lo apunta. Son los sonajeros blancos del mes. Y los últimos en despachar a un adversario que en seis jornadas ya circula a ocho puntos de un inmaculado líder.
Son muchos los registros del Madrid. Pero es un equipo trolero y capaz de fingir. Se mide como nadie. Lo hizo de entrada, sin pestañear ante un Atlético con más empaque aparente. Para un derbi, Griezmann titular, cueste lo que cueste. Simeone le situó junto a João Félix para peritar el ataque sin arietes naturales. La pelota, el remangue y los avisos eran locales. Los colchoneros querían tralla. La primera tangana, antes de los cinco minutos por un pelotazo a Valverde por parte de Koke —ya el más atlético de los atléticos con tantos partidos a cuesta como el infinito Adelardo (553)—. Felipe cabeceó alto, Carvajal zanjó un remate de Carrasco y Kondogbia largó un disparo inquietante para Courtois. El despegue era rojiblanco. A lo suyo el Real.
Apretaba el Metropolitano y estrujaba el Atlético cuando Valverde, que no tiene piernas sino turbinas, tocó la trompeta. El uruguayo, que abre gas como el mejor Ronaldo Nazario, se aventuró hacia terreno colchonero. La jugada derivó hacia Tchouameni, del que aún no se sabía que era un mimoso de la pelota. Su exquisito pase a Rodrygo pilló fuera de escena a Felipe y el cierre a bote pronto de Rodrygo mereció los honores de un golazo coral. De Valverde a Rodrygo, el mejor relevo posible de Benzema, sin olvidar a Tchouameni. A sus pies el balón no pasó por un simple apeadero. Samba en el Metropolitano con la coreografía de Vinicius y Rodrygo. El primero, víctima de una absurda actualidad por un bailoteo. Como si los goles hubiera que cantarlos en solemne misa. Eso sí, a Vinicius le sobran las muertes transitorias que simula. Como ante un codazo novelesco de Reinildo.
Con el 0-1, remitió el Atlético pese a que Griezmann remaba y remaba. Al equipo le faltaba temple para cargar el área, donde todos estaban por llegar, ausentes Morata y Cunha, alistados a la hora de partido. Nunca se vio a gusto a João Félix y Carrasco y Marcos Llorente, laterales-extremos, perdieron rápido pujanza. El Madrid no solo creció con el gol. El estirón de Modric y Kroos fue crucial. La ilustración madridista. Con ellos afinados el Real puede jugar en corto, con las luces largas, con cambios de orientación diagonales o con trazos más centrados. Y a su alrededor hay estupendos activos. Todos interiorizaron que en el fútbol a espaldas de los tres centrales locales solo resistía Reinildo, por las buenas y por las malas. A Felipe y el ortopédico Witsel les cuesta maniobrar a campo abierto. Lo adivinó Modric, cómo no. El croata puso en órbita a Vinicius, que dejó a rebufo a los centinelas adversarios y su remate se estrelló en un poste de Oblak. Al rebote, desde Marte, llegó Valverde. 0-2 y sin una foto de Oblak que no fuera maldiciendo los dos estragos madridistas.
Simeone decidió sacudir el área de Courtois con Morata y Cunha y Griezmann ya como correo. Ni se inmutó el Real, al que nunca se le vio angustiado. Es capaz de refugiarse en las cuerdas. El Madrid se espera como nadie. El destino y sus guiños. Ya llegará el turno. Lo que digan Kroos y Modric, dos linces. Ellos sabrán cuándo mandar a correr a Valverde, Vinicius, Rodrygo... Mientras se lo piensan puede que no suceda nada, que el encuentro sea un vacío. Lo fue en varios tramos del segundo acto. Simeone dio vueltas y más vueltas al equipo, con cambios de jugadores y de posicionamientos. A falta de chispa en el juego articulado, el Atlético se fortaleció con la pelota parada. Respondió Ancelotti con Rüdiger, mejor cabeceador que Mendy. Y por esa vía, la aérea, encontró una expectativa el antiguo inquilino del Manzanares.
Hacía horas que el Atlético no amenazaba pero ocurrió un imprevisto y llegó una chiripa. Correa se batió para lograr un córner. Por una vez, Courtois cazó moscas y el balón lo remató Militão contra el hombro derecho del súbito goleador de este airado Atlético: Mario Hermoso. Fuera Modric y Kroos, ya era faena de trinchera para futbolistas como Camavinga y Rüdiger. Al Real le tocó tirar de mandíbula y el Atlético se quedó sin cuajo cuando un simulacro de Ceballos provocó la expulsión de Hermoso. El zaguero puede ser una bomba de racimo pero el hombre fue víctima de un embuste. Los padrinos del VAR decidieron que no se revisaran las amarillas. A la intemperie quedó ya el fajador Atlético ante un Real sin freno.
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