Alcaraz, entre tortilla, paseos y ajedrez
El murciano, pendiente de unas molestias en el codo, descifra los códigos de la hierba alojado a solo cinco minutos del club: “Intento copiar a los mejores”
El curso pasado, cuando accedió por primera vez al cuadro principal de Wimbledon después de haber peloteado dos años antes sobre la hierba con Roger Federer cuando todavía era un júnior, Carlos Alcaraz experimentó por primera vez la sensación de jugar en La Catedral. “Fue increíble”, describe el murciano, que hoy entrará en acción frente al tallo Jan-Lennard Struff (hacia las 15.30, Movistar Deportes) y entonces recibió una cálida ovación. Esa tarde, la grada inglesa descubrió definitivamente el talento del español, sobre el que hoy día hay millones de ojos. En su ficha de la ATP ya figuran los cetros de Umag, Miami, Barcelona y Madrid, y su presencia genera una expectación similar a la de las figuras más consagradas.
“No me preocupan las expectativas”, dice el de El Palmar, de 19 años y que asiste como quinto cabeza de serie, ya cuajado y séptimo en el listado mundial. “Siempre quieren que ganes y, cuando no lo haces, es una decepción para ellos, pero no para mí. Juego para mí, para mi equipo y para la gente más cercana. Mientras no les decepcione a ellos...”, continúa después de haber completado un entrenamiento que le ha servido para acabar de ultimar el estreno y seguir desentrañando los misterios de la hierba, una superficie más que compleja y sumamente exigente. Casi todo es distinto: del color al bote, y sobre todo el abanico de recursos que necesitan los jugadores para desenvolverse en un territorio solo apto para valientes.
Él lo es. Ahora bien, precisa de tiempo y trata de coger inspiración repasando vídeos. “Estoy viendo partidos de los mejores. De Rafa [Nadal], de Federer, de Djokovic… y también de Andy [Murray]. Todos ellos se mueven muy bien e intento copiarles cosas”, apunta antes de desgranar algunas claves: “Para mí lo más complicado es la movilidad. Hay gente que resbala, otros que tienen miedo y no lo hacen... Eso cuesta mucho. Es complicado arrancar cuando te hacen una dejada o te desplazan hacia un lado. Ese primer paso rápido a mí me cuesta e intento trabajarlo”.
E interviene antes su fisioterapeuta, Juanjo Moreno. “Es complicado, porque a Carlitos le gusta mucho aprovechar su elasticidad y deslizarse, pero sobre la hierba es distinto”, apunta el preparador mientras señala con el dedo e indica que “ahí, a cinco minutos”, es donde se ha alojado el equipo, que el año pasado optó por un hotel céntrico de Londres.
Cuenta Moreno, apasionado de la mecánica deportiva y también de la nutrición, que estos días el tenista “está aprendiendo a hacer bien las tortillas” y Alcaraz, preguntado por EL PAÍS, responde que “alguna vez me pongo a cocinar. No soy muy bueno, pero lo intento. Estoy disfrutándolo, este sitio es distinto. Venimos andando y no perdemos tanto tiempo como el año pasado. En la casa jugamos al parchís y al ajedrez”.
Con protección y sin dolor
El codo derecho, que lleva un tiempo dándole guerra después de su paso por Roland Garros –donde perdió contra Alexander Zverev en los cuartos–, está respetándole estos últimos días. “Me encuentro bastante bien. Esta semana ha sido positiva, sin ningún dolor y he estado adaptándome a la hierba y a jugar con la bracera [una protección de tela que cubre la zona afectada], que nunca había utilizado. Lo importante es que estoy jugando sin pensar en el codo, que es lo fundamental. Ahora estoy preparado y al cien por ciento para el estreno”, valora.
“Sí, sobre todo estamos haciendo trabajo preventivo”, apostilla Moreno antes de un último mensaje que subraya la ambición de Alcaraz, acompañado en esta ocasión por su padre, también Carlos, y que después de haber acudido a Roland Garros en la primera línea de candidatos mantiene intacto el apetito: “Cuando voy a un torneo, siempre pienso que puedo hace un buen resultado o incluso ganarlo”.
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