Sergio Herrera frustra a un Sevilla decepcionante
El meta de Osasuna detiene un penalti a Rakitic en el alargue y el conjunto andaluz se desinfla en su pelea con el Madrid
Sergio Herrera se convirtió en el héroe de Osasuna. El meta resultó vital en la jugada clave de un partido donde el Sevilla jugó mucho con fuego y tardó demasiado en ir de verdad a por él. Herrera detuvo el penalti lanzado por Rakitic en el tiempo de alargue y así se consumó un empate que premió la lucha de Osasuna y es insuficiente para el Sevilla en su pelea con el Madrid. De ganar se hubiera colocado a un punto del líder, que juega en Granada. Se tiene que conformar con un punto y se queda ahora a tres. La falta de ambición del Sevilla fue muy llamativa. El esfuerzo de Osasuna, por su parte, resultó encomiable. El Sevilla fue a por el triunfo muy tarde. El VAR, en un penaltito de Manu Sánchez a Koundé, le dio la oportunidad de redimirse. Rakitic, un seguro de vida, falló.
Una hora tardó el Sevilla en crearle una ocasión a Osasuna. El pase de Jordán dejó solo a En-Nesyri, que remató de forma inocente a las manos de Sergio Herrera. No se entiende muy bien por qué el Sevilla decidió jugar al fútbol de manera tan premiosa, sin arriesgar, con el freno de mano puesto y un abuso descomunal del denominado pase de seguridad. Solo a partir de la hora de juego el equipo de Julen Lopetegui soltó amarras en busca del triunfo. La entrada de Papu y cierta agitación del Tecatito Corona fueron los argumentos del equipo andaluz, donde Martial defraudó de manera evidente en su estreno con la camiseta del Sevilla. Pareció un marciano en medio de tanto juego previsible.
Osasuna se mantuvo siempre en el partido, consciente de sus limitaciones, aliviado por la ausencia de intensidad del Sevilla, desesperante en un primer término y luego algo alocado. Los de Jagoba Arrasate fueron un equipo digno. Le faltó, eso sí, algo de valentía para someter al Sevilla y crearle más peligro.
Horrible. Así fue el juego del Sevilla en una primera mitad inexplicable. No se entiende muy bien cómo un aspirante al título de Liga pudo encarar el partido ante Osasuna con tan escaso ánimo, ceñido a un plan ultraconservador y sin capacidad para alterar el ánimo a un rival que vivió con bastante comodidad. Osasuna esperaba en su campo a un Sevilla que se dispuso con una defensa de tres centrales tras la lesión de Ocampos en el calentamiento y la de Montiel a los cuatro minutos de juego. El Sevilla fue un tormento para el espectador. Su juego se basó, básicamente, en que sus centrales se pasaran el balón de uno a otro sin ningún interés por buscar al debutante Martial o a En-Nesyri, de nuevo en el equipo después de jugar con Marruecos la Copa de África.
Osasuna, ante la extraña incapacidad del Sevilla, con Lopetegui haciendo continuos cambios tácticos, estuvo a punto de marcar en dos acciones. Bono, también de regreso, le hizo un paradón a Moncayola en el minuto 30. En el 38, en el enésimo pase atrás del Sevilla, en este caso de Jordán, Chimy Ávila estuvo a punto de sorprender a Bono. Solo el Tecatito Corona, en el minuto 45, se inventó una jugada de cierta calidad a la que no llegó Óliver Torres. Lo que ocurrió fue realmente inaudito. Desde febrero del año pasado el Sevilla no había dejado pasar toda una primera mitad sin intentar ni un solo remate ni sacar un saque de esquina según el dato aportado por Opta.
Intervención del VAR
El Sevilla mejoró algo en la segunda mitad con la entrada del Papu. En-Nesyri tuvo una ocasión muy clara y Lopetegui, desesperado, cambió a sus dos delanteros titulares, Martial y En-Nesyri, por Mir y Munir. Los andaluces no carburaban. Si bien tuvieron el manejo del balón, Osasuna no pasó por demasiados problemas. Hasta que en el minuto 90 un leve toque de Manu Sánchez a Koundé hizo que el VAR llamara a Pizarro Gómez. Con la pantalla por delante, no hay más remedio que pitar penalti. El error de Rakitic y el paradón de Herrera obraron para hacer justicia, puesto que el empate premió la lucha local y la ausencia de grandeza de los andaluces.
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