El mejor intérprete se llama Busquets
El fútbol del centrocampista luce con la selección española y no consigue expresarse en el Barcelona
Jugador de equipo por excelencia, extensión del entrenador en la cancha y capitán electo por su capacidad para representar a la plantilla en la mediación con la directiva, Sergio Busquets (Badia del Vallès, Sabadell, 33 años) difícilmente tiene sentido como solista, ignorado en las galas que premian a las individualidades, ninguna tan soberana como el Balón de Oro. No solo ha sido un extraño en las nominaciones sino que el día en que mereció la distinción como el mejor jugador de un torneo fue después de que la selección española perdiera la Liga de las Naciones contra Francia en San Siro.
Busquets habilitó a Oyarzabal en el 1-0 de la final, antes del remonte que protagonizaron Benzema y Mbappé (1-2), y completó una actuación estupenda en las semifinales ante Italia. La controversia que generó el tanto del delantero del PSG convirtió el galardón en tan anecdótico que muchos comentaristas se preguntaban a qué cuento venía aquel trofeo que mostraba el capitán de la selección española entrenada por Luis Enrique. Así que al mediocentro se le preguntó más por la jugada y el fuera de juego de Mbappé, y por extensión por la normativa arbitral y la aplicación o no del VAR, que por el MVP.
Ya ocurrió también en la última Eurocopa cuando se cuestionó al seleccionador por aguardar a Busquets después de que diera positivo por covid. El futbolista respondió de forma sobresaliente durante una competición que se acabó en la rueda de los penaltis de las semifinales contra Italia. Al igual que ocurre en el Barça, la Roja no para de dar vueltas y, sin embargo, el punto de partida es Busquets. La diferencia es que el fútbol del centrocampista tiene mayor vigencia en la selección que en el Camp Nou seguramente por no haber un jugador de equipo más representativo que Busquets.
No gana premios porque no mete goles ni marca la diferencia sino que define el estilo desde su irrupción en el Barça que alcanzó la cumbre del mundo con Guardiola (2008-2012). Nadie había reparado en aquel futbolista que no se sabía muy bien si era delantero o medio, tan inédito en las selecciones inferiores que su internacionalidad llegó en 2008 con la sub-21, hasta que el extécnico azulgrana, hoy en el City, le dio el mando ante la bendición de Johan Cruyff después de un empate con el Racing. “El Barça jugó su mejor partido en muchas temporadas”, afirmó el holandés en su columna de El Periódico.
Los azulgrana tejieron su mejor fútbol alrededor de Busquets aunque el relato del juego se escribió a partir del trío formado por Xavi, Iniesta y Messi, portada del Balón de Oro 2010. Puyol y Pedro comprimían al equipo y Busquets manejaba el juego de posición y posesión tan marcado en el Barça. Hay pocos futbolistas mejores que Busquets cuando se acorta la cancha de la misma manera que se convierte en prescindible si el terreno se agranda, una diferencia sustancial para entender el porqué de su éxito con España y de sus dificultades en el Barcelona de Koeman.
Xavi Hernández no para de reivindicar a Busquets. “En un bloque alto, presionando arriba, es fundamental”, afirmó en una entrevista a La Vanguardia. “¡Cómo lee tácticamente el partido y cómo recupera el balón! ¡Cómo ve el pase entre líneas y cómo sabe por dónde atacar! No pierde duelos individuales y genera mucho. Ahora bien, a campo abierto es uno de los jugadores más lentos físicamente”, remataba Xavi. El mapa futbolístico de Luis Enrique ayuda a Busquets tanto como la elección de los interiores y compañeros en la medular: Gavi o Pedri por un costado y por el otro Koke o Rodri.
No se dan las mismas circunstancias en el Barcelona porque los jugadores y el dibujo son distintos y seguramente también varía la manera de ver el juego de Koeman. El punto de encuentro es que ambos están faltos de figuras y, ante la precariedad, se considera que el seleccionador se maneja mejor y es más ambicioso que el técnico del Barcelona. Acaso tiene también un mayor sentido de equipo y evita que se parta por la mitad, interesado en evidenciar sus virtudes y esconder sus defectos, consciente en cualquier caso de que el adversario se centra en penalizar los errores, como advirtió Deschamps en el España-Francia de San Siro.
Quizá porque fue su técnico en el Barça y dio continuidad a la obra de Guardiola, Luis Enrique sabe generar el mejor ecosistema para sus características y entender a Busquets. El seleccionador sabe que a su capitán le cuesta mirar hacia atrás y replegar, porque siempre va de cara, jugador barrial, capaz de metabolizar el solfeo de La Masia, hijo de uno de los metas más heterodoxos, único en el juego de pies como Busi, “el portero sin manos”, como le calificó L’Équipe.
“Si fuera jugador me gustaría parecerme a Busquets”, proclamó Del Bosque. El jugador, siempre comprometido con el colectivo e intérprete de sus técnicos, agradeció el cumplido y en una entrevista al programa Universo Valdano afirmó: “Estar en una posición que no es tan mediática o espectacular hace más difícil que te den premios. Pero no lo cambio por nada. Prefiero los títulos colectivos a los individuales”. Busquets está acostumbrado a que su invisibilidad se asocie al triunfo, nada que ver con el premio que recibió después de que España perdiera con Francia el día que fue MVP.
El capitán mira a Estados Unidos para finalizar su carrera
La carrera de Busquets difícilmente se acabará en el Barcelona. Aunque tiene contrato firmado hasta 2023 y, al igual que los demás capitanes —Piqué, Jordi Alba y Sergi Roberto—, accedió a rebajar y diferir su salario, el centrocampista le da vueltas a la posibilidad de culminar su trayectoria en el fútbol extranjero, posiblemente en Estados Unidos. El plan sería parecido al que han seguido sus compañeros Xavi, que sigue en Qatar, o Iniesta, jugador del Wissel Kobe de Japón. La meta de Busquets, en cualquier caso, es cumplir su acuerdo con el club azulgrana y continuar igualmente con la selección, de la que es capitán después de la salida de Sergio Ramos. Busquets ha sido tantas veces internacional como Iniesta, el autor del gol que dio la Copa del Mundo en 2010 a España: 131. Xavi, por su parte cuenta con 133; Iker Casillas, con 167, y Ramos, con 180.
A sus 33 años, Busquets cuenta con la confianza de Luis Enrique y también es titular con Koeman. Últimamente, sin embargo, acostumbra a ser sustituido en el Barça y a veces se ha discutido sobre su continuidad en el Camp Nou. El jugador ya descartó en su día una oferta del Paris Saint Germain, que estaba dispuesto a ofrecer 125 millones, y optó por renovar en 2018 por el Barça.
La salida de Messi el pasado verano al PSG aumentó el protagonismo de Busquets en el Camp Nou, especialmente en el vestuario, donde siempre defendió al colectivo frente a las decisiones individuales, manifiestas cuando la directiva de Bartomeu optó en octubre de 2020 por la renovación de determinados contratos —Piqué, Ter Stegen, Lenglet y De Jong—, para presionar al grupo en plena negociación por los salarios a causa de la covid.
Busquets sabe que los jugadores, y en especial los capitanes, están en el punto de mira después de que el presidente Laporta haya dado un margen de confianza a Koeman.
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