Todos quieren a Guardiola
El entrenador del Manchester City es amigo de sus jugadores y no se pone a él o al sistema táctico por encima
Tengo muchos recuerdos de Pep Guardiola. Me decía: “En los partidos importantes, simplemente escojo a los 11 mejores que tengo”. Hay que escuchar con cuidado. Esa frase contiene la clave del fútbol: la calidad individual. Guardiola es un entrenador puntero al que le encantan las habilidades y el talento de sus jugadores. Algunos entrenadores aspiran a reducir la complejidad del fútbol. Guardiola, en cambio, quiere dominar esa complejidad. Se podría comparar su labor con la de un gran maestro del ajedrez o la de un director de orquesta que saca lo mejor de cada instrumentista. Lo que ocurre es que el conjunto que juega al fútbol no sigue una partitura concreta, y los caminos del futbolista son más variados que los de la torre o el caballo. No es tan fácil reconocer qué está haciendo y qué puede hacer en el campo. Además, es difícil de describir.
Un gran entrenador sabe en seguida qué cosas puede hacer cada uno y quién será su jugador central. Luego comunica a cada jugador cuáles son sus puntos fuertes y débiles, y también los de los demás. Ajusta la tarea y la función de cada uno, cada día. Esto lo hace Guardiola con una pasión que no he conocido en nadie. Hasta que todo el mundo, incluso aquellos que no gozan de minutos, acepta que el entrenador tiene razón. Eso le concede una autoridad absoluta.
Un equipo necesita ayuda, especialmente durante los partidos. Guardiola entrena activamente, así que se gana a los jugadores. Los líderes como Kevin de Bruyne, su capitán en el Manchester City, asumen su influencia, pasando sus ideas a los demás. Ha hecho que Walker, un defensa que no es el típico jugador de Pep por su disposición, sea cada vez mejor. Guardiola demuestra su lealtad con todo el mundo, a todos les aporta seguridad.
Ilkay Gündogan es un jugador de Pep de los pies a la cabeza; siempre entiende cuál es la situación actual del equipo. Siempre se comporta bien, se mueve perfectamente tanto en ataque como al defender. Sabe cuándo asegurar la pelota en la zona media y cuándo ha llegado el momento de avanzar hacia el área. Gestiona el riesgo con destreza. Muchas veces anticipa dónde acabará la acción. Por eso, de repente, va y marca un gol. Guardiola necesita jugadores así. Y Gündogan se beneficia en particular de su entrenador porque interioriza y disfruta en ese orden.
Esto crea una unidad. Los equipos de Guardiola se reconocen en seguida, incluso si se observaran en una televisión en blanco y negro: la manera de correr, la secuencia de pases, la colocación dentro del área, los regates, la forma en que su equipo lleva la pelota adelante al unísono y transporta la jugada al campo rival. No es algo que pueda lograr el entrenador simplemente a base de dar órdenes en el vestuario. Hay que trabajar duro para lograr esa superioridad cada día.
Cuando empezó en Manchester, en 2016, reconstruyó el equipo. Tras acabar terceros en la Premier en la primera temporada, el equipo ganó dos títulos y ahora vuelve a estar arriba, a bastante distancia de los demás. Su equipo nunca cae por debajo de un nivel determinado, así que minimiza las coincidencias en 38 partidos. Para los clubes ingleses, el campeonato nacional es la competición decisiva, es el torneo que atrae más dinero. La competencia es muy dura. De los 11 mayores clubes del mundo por facturación, más de la mitad están en Inglaterra. En cada uno de los seis u ocho equipos punteros hay como mínimo tres o cuatro jugadores de una calidad excepcional. Esta concentración es algo único. En la última década, cinco clubes diferentes ganaron la Premier. Solo el City de Guardiola consiguió defender el título al año siguiente de ganar, en 2019. También ganó cinco de 10 torneos de Copa.
Sin embargo, para ganar la Champions necesitas un poco de suerte en el sorteo y en las eliminatorias. Si no tienes a todos tus mejores jugadores en forma en abril y mayo, te va a costar. Tener jugadores de gran talento es también muy importante. En sus años en Barcelona, Guardiola tenía cuatro o cinco jugadores de este calibre, que eran elegidos regularmente en el once ideal del año. No es algo con lo que cuente en Mánchester, a pesar de lo mucho que se ha invertido. Como comentó una vez Guardiola, los jóvenes prodigio como Mbappé o Neymar siguen prefiriendo las grandes metrópolis como Londres o París, o los clubes con historiales gloriosos. Si se tiene en cuenta la plantilla, el City no es favorito. Sobre todo desde que Sergio Agüero, un jugador con un talento especial, ya no está a pleno rendimiento por culpa de las lesiones.
Después del punto álgido que alcanzó en España, se ve que Guardiola se está adaptando. El Barça era un equipo de muy buenos mimbres, en el que prácticamente todos tocaban bien varios instrumentos. Cuando ganaron la Champions en 2009 y 2011, asfixiaban al rival. Ese estilo era posible porque todo el club sigue la idea del fútbol total de Johan Cruyff. Guardiola se ve a sí mismo en esta tradición; si le dejaran, pondría a 11 Iniestas. En otros lugares tuvo que sacrificar un poco su idealismo. En Múnich dejó que los especialistas Ribéry y Robben actuaran por los flancos, y los dos laterales se escoraban hacia el centro cuando el equipo tenía la posesión del balón.
Con el equilibrio que hay en la Premier, Guardiola no iba a poder alcanzar el mismo nivel de dominio que disfrutó con el Barcelona y el Bayern. El City juega ahora con un estilo más cauto, encomendándose a defensas atléticos que se imponen en el aire. El equipo a veces entrega la pelota, se repliega, defiende en su área, se toma un respiro y espera para armar el contraataque. El entrenador ha aprendido a disfrutar de goles sencillos en un saque de esquina o un disparo desde fuera del área; ha visto que esos goles también tienen su atractivo. No es solo un adepto al tiquitaca ultraofensivo. Lo que hace Guardiola es desarrollar las capacidades de sus jugadores, piensa en lo que cada uno puede hacer en ataque y en defensa.
Yo era un lateral ofensivo; a lo mejor por eso nos llevamos tan bien. Bajo su dirección, los defensores del City organizan mejor la fase defensiva. Incluso Boateng ha dicho que Guardiola le dio lecciones cruciales. Los jugadores del Bayern nos beneficiamos de Guardiola individualmente, pero también como colectivo.
Esto no es ninguna contradicción. Con Guardiola, todo el mundo tiene que aportar en beneficio del conjunto. Incluso es capaz de inventarse una posición para un jugador excepcional como Messi, que se convirtió en una de las maravillas del mundo bajo su mando, con una reinterpretación del puesto de delantero centro. Sabe que los grandes partidos los deciden los grandes jugadores. La creatividad es más importante que el esquema. Su fútbol es una celebración de la individualidad. Guardiola rinde homenaje a sus jugadores y no se pone a sí mismo ni pone el sistema, ya sea el 4-3-3 o el 3-5-2, por encima. Es amigo de los jugadores y está a su servicio. Todos quieren a Guardiola.
Philipp Lahm, exlateral, fue entrenado por Guardiola en el Bayern Múnich entre 2013 y 2016 y ganó con Alemania el Mundial de 2014.
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