El Getafe se merienda al Valencia
El equipo de Bordalás, liderado por Molina y Mata, pasa por encima de su atemorizado rival para asentarse en la tercera plaza
Posiblemente era pronto para merendar en el Coliseum, pero el Getafe salió hambriento y rabioso para devorar al Valencia. Apenas opusieron resistencia los de Celades ante un equipo que ya ha dejado de ser la sorpresa de una Liga en la que solo Madrid y Barça están siendo mejores. No hubo partido porque el equipo visitante fue minimizado y acabó entregándose en cuanto las paradas de Jaume dejaron de ser suficiente. Ni rastro de un Valencia que tenía la oportunidad de meterse en Champions pero que, en cambio, sale escaldado y a cinco puntos de su rival.
Desde el principio, el Getafe jugó como si tuviese que remontar un resultado muy adverso y dispusiera de poco tiempo para ello. Salió a morder desde el pitido inicial y nunca dejó de hacerlo. En cada interrupción ponía el balón a rodar con premura, no quería dejar respirar a un rival aturdido ante semejante derroche de intensidad. A veces había que contar que hubiese los mismos jugadores de cada equipo porque no lo parecía. Cuando un jugador valencianista recibía el cuero, dos o tres sombras azules se cernían enseguida sobre él. El resultado de cada duelo era una recuperación para el Getafe, que no tardaba ni un segundo en enfilar la portería de Jaume.
El encuentro era un cúmulo de pequeñas batallas por los balones divididos, y ahí los hombres de Bordalás son los mejores. El Valencia no era capaz de cruzar la divisoria del medio del campo con la pelota controlada porque los mediocentros, Parejo y Kondogbia, vivían un infierno entre tanta pierna rival y apenas tocaron el esférico. Ante este panorama, el portero y la zaga visitante optaban por quitarse rápidamente el balón de encima con un pelotazo.
Desnaturalizado, el equipo de Celades, era carne de cañón en un Coliseum que olía la sangre de su archienemigo moderno, aunque la no presencia de Marcelino, antiguo técnico che, rebajaba bastante la tensión. Solo Jaume sostenía a un Valencia atemorizado. El catálogo de paradas del portero del Valencia empezó pronto al rechazar un tiro de zurda de Molina. Poco antes del descanso se lució con dos intervenciones en disparos consecutivos de Maksimovic y Cucurella.
A los atacantes azules solo les faltaba un poco de precisión, como en los dos cabezazos claros que tuvo Jorge Molina y que no acabaron dentro de la portería de milagro. A cien metros de distancia, el otro portero, David Soria, vivía plácido y con los guantes intactos.
Con el receso no cambió el panorama. El Getafe siguió acumulando llegadas y en cada una de ellas añadía un poco más de furia. Jaume volvió a sacar un tirazo de Jaime Mata, que previamente había combinado con Jorge Molina. La vieja sociedad atacante del Geta empezaba a carburar de verdad y poco después llegaron los réditos. Molina sirvió para Mata, cuyo disparo volvió a encontrarse con Jaume, pero esta vez el rechace viajó hacia la bota derecha de Molina, que había acompañado la jugada y embocó el balón. La justicia en el fútbol siempre es un término difuso, pero la diana azulona reflejaba por fin lo que se estaba viendo sobre el verde.
El Valencia estaba en la lona y el Getafe no quiso esperar para matar el partido. Jaime Mata cortó un pase en zona comprometida y lanzó a la carrera a Molina. El veterano delantero avanzó con una mezcla de habilidad y suerte con los rechaces para girar sobre sí mismo justo antes de fusilar a Jaume.
El duelo estaba agotado futbolísticamente, aunque no faltó la habitual tangana de los Getafe-Valencia, saldada con varias tarjetas amarillas. La frustración del equipo del levante la ejemplificó Florenzi, el último en llegar, que se autoexpulsó con una entrada criminal sobre Cucurella. Posiblemente, el italiano estaba harto de la hiperactividad del catalán, aunque se disculpó inmediatamente y aceptó su destino.
Aún quedó tiempo para que Jaime Mata lograra su premio tras un regalo de Ángel, que minutos antes había sustituido al héroe Molina. El delantero canario, que había estado sonando esta semana para irse al Barça, derrochó generosidad dejando el gol en bandeja a su compañero. El jugoso botín de tres goles no parecía suficiente para un Getafe sediento que siguió atosigando a un Valencia que respiró aliviado cuando el árbitro pitó y su infierno se acabó.
El Getafe sigue soñando pese al duro calendario que debe afrontar ahora, cuando tenga que compaginar los partidos ligueros ante el Barça y el Sevilla con la eliminatoria de Europa League ante el Ajax. Espinoso camino, aunque nada parece asustar al crecido equipo de Bordalás.
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