Aitor Fernández: “No me gustaría que mi hijo fuera portero”
Las manos que sostienen al Levante, las del guardameta que más para de LaLiga y que visita el Camp Nou, se endurecieron jugando a la pelota vasca
Llegó a la portería, en un acto de rebeldía, para llevarle la contraria a su padre Juan Ángel, también portero. En el intrépido Levante de Paco López, Aitor Fernández (Mondragón, Guipúzcoa; 28 años) es el portero que más para de LaLiga.
Pregunta. ¿Por qué se acercó a la portería?
Respuesta. Para llevarle la contraria a mi padre, que no quería que jugara de portero. Mi padre fue portero en Tercera división y basta con que los padres te digan que no hagas una cosa para que hagas lo contrario. Al final, portero solo juega uno, es una posición muy expuesta a la crítica y muy complicada porque los errores se ven mucho y los aciertos tampoco se valoran. Ahora pienso igual que mi padre y no me gustaría que mi hijo fuese portero.
P. Pero empezó de delantero.
R. Con cinco años era delantero, pero bastante malo. De hecho, el entrenador ni siquiera me ponía, imagínate si era malo. Un día me vio blocar un balón en un entrenamiento y me dijo que si quería jugar tenía que hacerlo de portero. Cuando se lo dije a mi padre me comentó que ni pensarlo, que se pusiera el entrenador, pero yo erre que erre me mantuve firme en ser portero. Fue accidental. Ese entrenador me lo sugirió y yo, para seguir jugando con mi grupo de amigos, acepté.
P. Sus manos se endurecieron con la pelota vasca.
R. La familia de mi madre tenía tradición de jugar a pelota y empecé a practicar ese deporte. Los dos primeros años en el Athletic alternaba ambos deportes, hasta que me dedique al fútbol porque me gustaba más.
P. ¿Empezó jugando en su pueblo?
R. Jugué en el Mondragón. Había una fábrica que patrocinaba a los equipos de fútbol base y empezamos ahí. El entrenador era ojeador del Athletic y nos llevaba a Lezama a hacer partidos amistosos. En una de esas me llamaron para hacer pruebas y me quedé allí.
P. ¿Aitor es un portero sobrio?
R. Por altura o peso muchos porteros de Primera son más potentes que yo, pero suplo estas carencias con una lectura del juego que me mejora. Intento ser sobrio. Creo que soy rápido y que mi falta de envergadura la suplo con rapidez y reflejos.
Tengo Instagram, pero no lo uso; no me gustan las redes sociales porque suelen ser agresivas y no te puedes defender
P. ¿A qué se refiere con lectura de juego?
R. Intentar anticipar acciones. Saber dónde está el balón, dónde está colocada mi defensa para tapar el resto de espacios. La portería mide 2,44m de altura y 7,32m de largo, creo, y si no tienes una buena lectura de todo lo que te rodea es complicado cubrir tanta portería.
P. Sus críticos dicen que un día se le caerá encima el larguero.
R. Lo importante es que la defensa sepa que tienes un portero que no sale y que sepa cubrir eso. Paso de críticas en redes sociales porque no te mejoran. Tengo Instagram, pero no lo uso; no me gustan las redes sociales porque suelen ser agresivas y no te puedes defender.
P. Acumula dieciséis partidos consecutivos en LaLiga sin dejar su portería a cero y el Levante es el quinto equipo con más goles en contra. ¿Ser portero en Orriols es un riesgo?
R. Encajaríamos menos goles jugando más defensivo, pero tendríamos menos puntos porque el equipo es mejor siendo ofensivo. Es extraño que seamos tan alegres, pero esto va con el carácter de la plantilla. Nuestro juego es más bonito de ver, hay más disfrute. Paco le está sacando el máximo rendimiento a la plantilla.
P. ¿De quién aprendió el oficio?
R. Mi primer entrenador fue mi padre, luego Juanjo Lasuen, que me enseñó muchísimo porque cuando me tiraba a mi lado derecho me lanzaba mal. Más tarde Juanjo Valencia, Imanol Etxeberria. Y ahora Nico, el que tengo en el Levante; parte de la culpa de que esté en Primera es suya.
P. ¿Qué le pasa con el número 1?
R. No me gusta. Las mejores temporadas que he hecho han sido con el 13. Cuando llegué aquí me tocó coger el 25 y este año le supliqué a Oier que me diera el 13 y lo ha hecho.
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