Muguruza: “No había desaparecido, estaba ahí”
La subcampeona, que ascenderá 16 puestos en el ‘ranking’ y no disputaba una gran final desde hacía dos años y medio, valora su despegue y se marcha reforzada anímicamente: “He perdido, pero aquí estoy”
Todavía emocionada, porque el disgusto aún duraba y el vestuario había sido otra vez el paño de lágrimas, Garbiñe Muguruza compareció a las once de la noche ante los enviados especiales a Melbourne con la sensación de no haber estado del todo fina el día decisivo. “No estoy muy contenta con mi actuación”, se reprochó la finalista. “Tenía que haber jugado mejor hoy porque ella estuvo a un gran nivel. En los momentos importantes no encontré mis tiros y ella sí”, continuó en inglés, tratando de extraer una lectura positiva de estas dos semanas australianas en las que ha vuelto a alzar el vuelo.
“Tengo que ser positiva, no dramática. He perdido, pero aquí estoy. Me he dado la oportunidad y el proceso está siendo bueno”, prosiguió. “Mi juego es mucho mejor y debo seguir por este camino, trabajando físicamente porque estos torneos son verdaderamente largos y tienes que estar fuerte”, expresaba Muguruza, a la que se le notaba cansada. “Hace tiempo que no jugaba tantos partidos seguidos y es normal que ahora te duela todo”, recordó, sabiendo ya que mañana escalará desde la 32ª posición del ranking a la 16ª, embolsándose 1.001 puntos.
Pese al esfuerzo, Garbiñe se marchó reforzada anímicamente, habiendo vencido a tres top-10 (Elina Svitolina, Kiki Bertens y Simona Halep) y llevándose un saco de buenas sensaciones. “Esto me demuestra que lo que estoy haciendo está funcionando y supone un empujón”, valoró, todavía contrariada por el deficitario rendimiento de su servicio –“he sacado mal, no he encontrado mi saque y me he expuesto a una amenaza constante”– y prudente a la hora de contestar si de aquí en adelante se verá a esta Muguruza competitiva y consistente.
“La regularidad nunca ha sido mi fuerte”, admitió. “Siempre he sido una jugadora de hacer grandes torneos, pero no necesariamente 25 al año, sino más bien de forma inesperada. En eso estoy trabajando. Al final, soy una tenista agresiva, tomo riesgos y tengo una personalidad… Es difícil”, señaló, poniendo luego de relieve su decisión de contratar otra vez a Conchita Martínez. “Esto me demuestra que ha sido acertada. Ella me entiende y estoy contenta de haber tenido otra prueba de que he tomado la decisión correcta”, repitió.
Le plantearon si, definitivamente, ha vuelto. “¿Volver? He jugado una final de un Grand Slam, así que puede tener sentido, pero he jugado muchos torneos. ¡Estaba en el circuito! No desaparecí, estaba ahí, aunque no en las rondas finales”, comentó mientras Australia se le sigue resistiendo al tenis femenino español: su caída se suma a las de su preparadora (1998) y las de Aranxta Sánchez Vicario en 1994 y 1995. No obstante, Melbourne ha supuesto un despertar después de un periodo complicado. “Los medios han sido duros conmigo”, afirmó; “no leo muchas cosas, pero siento que la gente… Hoy la gente dice cosas muy buenas de ti y a la semana siguiente son malas si pierdes”.
La campeona, por su parte, irradiaba felicidad. Con 21 años, Kenin se convirtió en la estadounidense más joven que ingresa en el top-10 [asciende del puesto 15 al siete] desde que Serena Williams lo hiciera en 1999, con solo 17 años; es, además, la ganadora más joven del torneo desde Maria Sharapova lo conquistara en 2008, con 20, y la primera jugadora de su país que levanta un grande sin apellidarse Williams –Venus logró el título de Wimbledon en 2008– desde que Jennifer Capriati triunfase en el major de las Antípodas en 2002.
“Remontar ese 0-40 lo cambió todo”, destacó. “Estas dos semanas han sido increíbles”, expuso a pie de pista la vencedora, que creció admirando a Roddick, Kournikova y Sharapova, y que arrastra una dinámica muy positiva desde el curso pasado, cuando la designaron como la tenista que más había progresado.
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