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El viaje circular de Egan Bernal el año de la pandemia

El ganador de 2019, símbolo con 23 años de la transformación del Ineos, se retira del Tour por problemas en la espalda y las rodillas

Egan Bernal, en la etapa del Colombier.
Egan Bernal, en la etapa del Colombier.KENZO TRIBOUILLARD (AFP)
Carlos Arribas

A los 23 años, y ya cuatro al más alto nivel del ciclismo mundial, Egan Bernal ha cumplido un viaje extraordinario y casi circular, podría decirse, vista su cara, su dolor al fondo del pelotón en la etapa del martes, visto que su equipo decidió que no tomara la salida en la etapa que le esperaba, los 2.304 metros de la cumbre del col de La Loze, visto el estado de desarreglo de su formación, el Ineos, solo un mes después de que asumiera el liderato único y se apartaran de la responsabilidad los dos británicos, Thomas y Froome, que habían construido su mito, su indestructibilidad de ocho años. En su primer Tour, el del 18, fue, a los 21 años, el gregario fundamental en la victoria de Thomas y el podio de Froome; en el segundo, se convirtió en el ganador más joven en 110 años; en el tercero descubrió el valor de la renuncia.

Al ciclismo colombiano, que vive un proceso acelerado de generación de jóvenes brillantes y muy ambiciosos para alimentar el apetito del pelotón mundial, el periplo de Egan le escuece y le duele quizás tanto como la caída en las ortigas que dejó a Nairo, el ciclista de 30 años que abrió a Colombia la puerta de la grandeza a comienzos de la década, prisionero del dolor y del prurito y fuera de combate en la lucha por el Tour que afrontaba como líder único de un equipo nuevo (Arkéa).

“Hemos tomado la decisión pensando que es lo mejor para Egan”, se lee en el certificado de retirada del Tour del ganador de 2019, el sexto defensor del título que lo hace en la posguerra tras Walkowiak (1957), Bahamontes (1960), Thévenet (1978), Hinault (1980) y Froome (2014). Si la de estos dos últimos fue una retirada accidental que no impidió que ganaran tres Tours más cada uno, las de Walkowiak, ganador accidental del 56, Federico y Thévenet marcaron el comienzo de su declive. “Egan es un gran campeón que quería seguir corriendo, pero también es muy joven. Tiene muchos Tours por delante, y después de sopesarlo creemos que es más inteligente que se retire”. Egan, que marchaba 16º, a 19 minutos de Roglic, sufría de problemas de espalda que le provocaron, además, dolor de rodillas. “Así no es como quería que terminara mi Tour de Francia, pero estoy de acuerdo en que es la decisión correcta para las circunstancias. Tengo el mayor respeto por esta carrera y ya tengo muchas ganas de volver en los próximos años”, explicó.

El que el aterrizaje de Egan se produzca el año de la pandemia quizás no sea una coincidencia. El que fuera el primer no británico que asumiera la responsabilidad, el peso y el liderazgo único del Sky/Ineos, quizás tampoco.

Dada la defección de Thomas, que se negó a asumir el carácter secundario que le exigía Egan, el equipo construido desde Mánchester por Dave Brailsford acudía al Tour por primera vez en los últimos años sin un plan B, sin el doble liderazgo casi que le había permitido colocar a dos del equipo (Wiggins, Froome, Thomas, Landa, Egan) entre los cuatro primeros clasificados en su primer Tour victorioso y en los últimos tres años. “Los chavales tan jóvenes están capacitados para ganar carreras, y lo demuestran”, analiza Eusebio Unzue, director del Movistar y firme defensor de los largos procesos de aprendizaje. “Otra cosa es su capacidad para aguantar la presión y liderar equipos. Y que nadie olvide que Nairo creció a la sombra de Valverde, y eso, compartir responsabilidades, le ayudó mucho”.

La pandemia, y sus subsiguientes confinamiento, entrenamiento en bicicleta estática y terremoto de calendario –anulación de carreras, retraso dos meses del Tour…-, rompió la mecánica precisa con la que el Sky/Ineos preparaba el Tour. Después del Tour Colombia, en febrero, Egan se encerró en su casa de Zipaquirá en marzo y no regresó a Europa, como los demás corredores colombianos, hasta casi cinco meses más tarde, una estancia exagerada en su país y nula competición. En su lugar, se juntó con su cuadrilla de toda la vida, los chavales de Zipaquirá que salieron de la escuela de ciclomontañismo de Fabio Rodríguez, y con sus veteranos consejeros Iván Casas y Óscar Sevilla, y organizó periódicas salidas de más de siete horas, más de 200 kilómetros y más de 3.000 metros de desnivel, llamadas apocalipsis. Compitió por primera vez en Europa en agosto. Ganó la Ruta de Occitania en los Pirineos en un mano a mano con su compañero y amigo Pavel Sivakov, y todo parecía que iba sobre ruedas en el Tour de l’Ain y la Dauphiné –pese a que en ambos cedía en los sprints de los puertos del Jura y Alpes que luego serían del Tour ante Roglic-, hasta que el sábado 15 de agosto se produjo la tormenta perfecta: Egan, mostrando públicamente por primera vez síntomas de los problemas de espalda que le mermaron en el Tour, se retiraba sin disputar las dos últimas etapas 24 horas después de que Brailsford anunciara que ni Thomas ni Froome acompañarían al colombiano en el Tour, mientras Carapaz era promovido aceleradamente al papel de número dos.

Así va la clasificación del Tour.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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