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El atletismo entra en la era de las zapatillas mágicas

La carrera tecnológica se iguala con el nuevo modelo de Adidas, que adapta el tope de 40 milímetros de suela fijado por la federación internacional

Carlos Arribas
Despiece de la nueva zapatilla de Adidas.
Despiece de la nueva zapatilla de Adidas.Adidas

“La ventaja tecnológica, si existe, hay que demostrarla corriendo. Nunca puedes decir que otra te gana porque tiene unas zapatillas especiales, eso es faltarle al respeto”, dice Diana Martín, atleta que corre, desde hace unos días, con unas zapatillas Adidas tan especiales, tan atómicas, tan voladoras, como aquellas Nike de alta plataforma y empinada suela inclinada que estrenó el campeón olímpico Eliud Kipchoge en Río 16 y permitieron a gran número de maratonianos mejorar en minutos sus marcas, correr con mejor técnica y lesionarse menos. “Comparada con anteriores modelos, con las nuevas zapatillas, que se llaman Adizero Adios Pro, siento que con el mismo esfuerzo, a las mismas pulsaciones, corro ahora más rápido, y es extraño porque parece que me veo con menos estabilidad y me creo que doy menos fuerte la patada de la pisada contra el suelo, pero luego miro el reloj y veo que voy más rápido que antes, y encima, antes acababa con los gemelos machacados y ahora, no”.

Percibe Diana Martín, una atleta de 38 años que tras triunfar en la pista (fue medallista europea de 3.000m obstáculos en 2014), abandonó el tartán y se especializó en carreras de asfalto, las mismas sensaciones que cantaban todos los atletas que probaban el producto de Nike que arrasó el mercado y forzó tanto a la competencia, y alarmó a los especialistas, que veían cómo cada vez las zapatillas crecían en altura sin límites, que obligó a la WA (federación internacional) a dictar en enero un reglamento que fija la altura máxima de las suelas en 40 milímetros, la altura de las Next de Nike, el modelo que revolucionó la forma de correr y acabó con el límite de las dos horas en el maratón (1h 59m 40s, no oficiales, de Kipchoge en Viena en octubre de 2019), y obligaba a que el producto estuviera al menos cuatro meses en el mercado antes de que los atletas pudieran usarlo en competiciones oficiales. El límite superior, los 40 milímetros, prácticamente el doble de las suelas tradicionales, se convirtió, de repente en norma estándar y obligatoria para poder competir. La suela ha cambiado la forma de correr, ha unificado los estilos. El aplazamiento de los Juegos de Tokio a 2021 dio un respiro a los fabricantes de la competencia que encontraron más tiempo para experimentar sus productos y preparar su respuesta para estar a la altura en la carrera armamentística abierta en la vida de los corredores.

Diana Martin, durante la serie de 3.000m obstáculos en los Juegos de Londres 2012.
Diana Martin, durante la serie de 3.000m obstáculos en los Juegos de Londres 2012.FRANCK ROBICHON (EFE)

“Todo ese conjunto de sensaciones de que hablan los atletas viene dado por el material espumado de la mediasuela, que llaman lightstrike, tan ligero que permite mayor grosor, hasta los cuatro centímetros reglamentarios y con un peso de 240 gramos por zapatilla”, explica Xavier Aguado, biomecánico de la Universidad de Toledo. “Con ello se consigue incrementar la longitud de paso al tiempo que permite albergar sistemas de recuperación de la energía almacenada tras la amortiguación del impacto y transición de la fase de frenado a la de impulsión. Además este efecto se combina con una mejor amortiguación del impacto contra el suelo, lo que incide en un menor estrés para el sistema osteomuscular”.

Tal como lo describe Aguado, uno de los mayores especialistas españoles, sería como correr sobre un flan alto temblón, tan ligera es la suela, si no fuera por cinco barritas de carbono que, insertadas en la media suela, como si fueran el reflejo de los cinco dedos, agarran la pisada. “Es la idea original de los alemanes y me parece mejor que la solución de los americanos, las placas rígidas de carbono”, explica Aguado. “Estas barritas se corresponden con las articulaciones interfalángicas, con lo que el pie se agarra bien al material. Las placas limitan la adaptabilidad”.

Diana Martín, que se define como corredora que pisa de “talón total”, habla también de una especie de milagro, de cómo ha cambiado su pisada, de cómo siempre le habían dicho que era mucho más eficiente, sano y más rápido pisar con el antepié y que ahora corre así de forma natural, y que antes acaba con los gemelos machacados, y ese tipo de lesiones limitó su carrera en los obstáculos, y ahora no. “Eso es por el drop [la diferencia de altura de la suela entre talón, 39,5 milímetros, y punta, 10 milímetros, que dan a la zapatilla una inclinación descendente], que permite colocar el tobillo en posición de flexión plantar. De esta manera se favorece lo que equivaldría cuando se corre descalzo al tipo de pisadas de antepié o de mediopié”, dice Aguado, que disfruta en su laboratorio despiezando zapatillas para analizarlas junto a sus alumnos y que recuerda que cuando se anda sobre tacones, si estos miden cinco centímetros el peso de la persona se reparte al 50% entre el retropié, el talón, y el antepié, la planta. “Y además se consigue ahorrando trabajo excéntrico al tríceps sural. Así se puede correr más rápido y se puede recuperar mejor el esfuerzo muscular”.

El nuevo modelo del fabricante alemán, anunciado públicamente este jueves, estará a la venta el próximo día 30 de junio al mismo precio de 199,95 euros en toda Europa occidental y Estados Unidos. “Es claramente calzado orientado a competición”, subraya Aguado. “Es de horma curva e intenta ajustarse lo más posible a la forma del pie. Intenta ahorrar al máximo el peso y no está diseñado para que dure el máximo ni para que sea lo más cómodo posible, pero sí para correr a ritmo de competición a una elevada velocidad de carrera”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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