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Las medallas olímpicas españolas florecen en el páramo

Pese a los Gobiernos en funciones y la congelación de las ayudas, las previsiones españolas para Tokio 2020 son similares a lo conseguido en Río 2016

Carlos Arribas
Inauguración del Estadio Olímpico de Tokio.
Inauguración del Estadio Olímpico de Tokio.Naoya Osato (AP)

Ajeno a los vaivenes políticos que influyen en los flujos de financiación, el olimpismo español aparenta un largo río tranquilo que cada cuatro años produce una cosecha similar en los Juegos de verano. No importa que hace año y medio las federaciones deportivas lanzaran un SOS, o plan estratégico y financiación acorde o muerte, al que nadie respondió; no importa que, como en todo 2016, el año olímpico de Río, haya un Gobierno en funciones que no puede ni llevar al Parlamento una ley del Deporte cuyo borrador se presentó hace un año ni poner en marcha cambios estructurales en los sistemas de financiación del deporte y los deportistas.

A pesar de ello, todo sigue fluyendo. Los deportistas con esperanzas e ilusiones olímpicas se buscan patrocinios privados para complementar las becas, los familiares y amigos ayudan a pagar viajes y concentraciones, las federaciones atajan y encuentran soluciones ingeniosas para que ninguna de las figuras se pueda quejar de no haber podido prepararse como deseaba, y el Consejo Superior de Deportes (CSD), que funciona con los presupuestos de Mariano Rajoy de 2018, logró arañar varios millones más de los 54 presupuestados para ayudas de preparación olímpica. Y, al final, todos encomian al deportista, representante de lo más genuino del ser español: la capacidad genial, de puro esfuerzo personal, para florecer en el desierto.

En Río 2016, una española, Carolina Marín, se proclamó campeona olímpica de bádminton, un deporte minoritarísimo en España, como también lo es el piragüismo en aguas bravas y Maialen Chourraut también ganó un oro. Y una levantadora de pesas, Lydia Valentín, ganó una medalla de bronce. Al lado de su tremenda excepcionalidad, las medallas de Mireia Belmonte, Ruth Beitia, taekwondistas, piragüistas en aguas calmas, mujeres baloncestistas, ciclistas, gimnastas rítmicas y tenistas son lo más normal del mundo. Y de casi todos ellos, ya grandes veteranos, pero no de Beitia, que se jubiló, se espera que en Tokio repitan buena actuación. Serán unos Juegos de veteranos españoles, con Pau Gasol, si las lesiones le dejan, participando con 40 años, los años del ciclista Alejandro Valverde, otra esperanza de oro olímpico. Y a todos les ganará Chuso García Bragado, que tendrá 50 años entonces y ya se ha ganado su plaza en los 50 kilómetros marcha.

“España lo va a hacer muy bien. En cada ciclo olímpico realizamos estudios con los resultados de Mundiales y Europeos, y siempre nos hemos movido una medalla arriba o abajo respecto a las previsiones. Por eso somos optimistas”, señala Alejandro Blanco, el presidente del Comité Olímpico Español (COE). “El modelo del Plan ADO, la gran invención del deporte español en Barcelona, está vigente, pero es innegable que hay que darle una vuelta para seducir a más empresas. Para Pekín 2008 se consiguieron 57 millones, 51 millones para Londres 2012, se bajó a 35 millones en el ciclo de Río 2016 y serán unos 22 millones para Tokio”.

Entre Barcelona 92, la fecha en la que llegó la modernidad al olimpismo español, y Río 2016, los españoles han obtenido 124 medallas, una media de casi 18 por cada uno de los siete Juegos Olímpicos disputados en los 24 años. Y esas son, justamente, las previsiones de Blanco de lo que se conseguirá en Tokio 2020, dentro de siete meses.

300 españoles en Tokio

Exceptuando los 427 deportistas españoles en Barcelona, donde, por privilegio de país organizador, había derecho a participar en todos los deportes, el número de participantes españoles en cada cita ha oscilado entre los 281 de Londres 2012 y los 320 de Atenas 2004. La media es de 300 deportistas, justo el número que maneja el COE, quien en su último informe señala que, aun estando aún abierto el proceso en la mayoría de los deportes, ya han logrado su clasificación para Tokio 167 deportistas españoles, 11 hombres y 56 mujeres. Por equipos ya tienen plaza segura en Tokio el baloncesto masculino, el fútbol también masculino y ambos géneros en waterpolo y hockey. Mientras las mujeres futbolistas y los rugbistas y voleibolistas, hombres y mujeres, ya no tienen posibilidades, sí que pelearán por una plaza el baloncesto femenino y los dos balonmanos. Y detrás de la bandera portada por Saúl Craviotto o Mireia Belmonte, los dos grandes favoritos para el papel de abanderado (o ambos: Italia proyecta un doble abanderamiento) todos ellos desfilarán el viernes 24 de julio en el recién terminado Estadio Olímpico de Tokio, una maravilla proyectada por el arquitecto Kengo Kuma con fachadas y voladizos de madera (2.000 metros cúbicos de cedro) que sentará a 60.000 espectadores. Y una pista roja de atletismo, roja como la de Tokio 64, los anteriores Juegos japoneses.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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