La huelga indefinida del fútbol femenino empezará el 16 y 17 de noviembre y solo afectará a los partidos de Liga
La última reunión entre las partes ante el servicio público de mediación y arbitraje también fracasa. Los entrenamientos, la Champions y la selección quedan al margen del paro
El último intento por evitar la huelga indefinida en la Liga femenina de fútbol fue, en realidad, un acto protocolario, obligado por la ley, más que una negociación real. Todo terminó en un fiasco. En las casi tres horas que duró el encuentro de este lunes entre los clubes y los tres sindicatos —Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), Futbolistas ON y UGT— no se abrió ninguna nueva vía que hiciera pensar en un acuerdo in extremis.
El paro, por tanto, empezará el fin de semana del 16 y 17 de noviembre, coincidiendo con la novena jornada de Liga, y solo afectará a los partidos de la competición doméstica. Quedan al margen los entrenamientos, los encuentros de Champions y de la selección española.
En la sede del Servicio Interconfederal de Mediación y Arbitraje (SIMA) en Madrid, lugar de la cita, todo se enrareció todavía más cuando, poco después de cerrarse las puertas, a las 10.51, la Asociación de Clubes protestó por la presencia en la sala de la presidenta del Tacón (futuro Real Madrid), Ana Rossell, y de un representante del Athletic. Estas dos entidades son, junto al Barcelona, las únicas de los 16 equipos de Primera que no pertenecen a la patronal, aunque eso no les eximiría de aplicar el hipotético convenio. Les habían invitado los sindicatos (el club azulgrana declinó el ofrecimiento).
La Asociación entendió que aquello era una descortesía porque la mesa negociadora solo está formada por ella y los tres sindicatos. El momento que se vivió fue incómodo, según relatan asistentes a la reunión, e incluso el miembro del conjunto vasco se mostró dispuesto a salir si eso era un problema. No hizo falta tanto.
La escena anticipó el fracaso general de la cita, que puso de manifiesto la distancia en las posiciones. Transcurrida la primera hora, todas las partes se reunieron por separado en salas anexas con los dos mediadores, según marca el procedimiento. Y en ese momento también fue visible la situación abierta en los clubes, con Ana Rosell y el representante del Athletic sin participar en el encuentro de la patronal con sus abogados a puerta cerrada. Para entonces, el fracaso del encuentro se daba por hecho. Incluso, el presidente de la AFE, David Aganzo, abandonó el edificio camino de su sede. Cuando las dos partes volvieron a verse las caras en la sala principal, solo era para firmar las actas del SIMA y certificar que, salvo giro imprevisto, ya nadie podía parar la huelga indefinida.
"La paciencia de las jugadoras en infinita"
“Estamos en pleno siglo XXI y nos está costando cosas que son mínimas. La paciencia de las jugadoras es infinita. Para firmar lo que dice el Estatuto de los Trabajadores no vengo a negociar un convenio”, afirmó tras el encuentro María José López, la abogada de la AFE. Tamara Ramos, la representante del otro sindicato, Futbolistas ON, señaló que “no ir a la huelga sería una traición a las jugadoras”. Mientras, la Asociación de Clubes aseguró que, si aceptaran las reclamaciones sindicales, podrían desaparecer hasta ocho clubes. “Sus cifras son inviables, multiplicaría por 1,5 los salarios que perciben ahora. La evolución tiene que ser progresiva. Deben ser conscientes de los ingresos que tenemos”, subrayó su presidente, Rubén Alcaine.
Las jugadoras anunciaron la convocatoria de huelga el pasado martes en una asamblea organizada por la AFE, a la que acudieron casi 200 personas. En la reunión, que se extendió durante más de dos horas en un hotel de Madrid, aprobaron el paro con el 93% de los votos. Fue su decisión tras un año y 18 encuentros de negociaciones fallidas.
El principal punto de fricción es la cláusula de parcialidad, que fija cuánto cobran las jugadoras que tienen contrato a tiempo parcial. El sindicato exige que sean 12.000 euros, el equivalente al 75% del salario mínimo que podrían pactar (16.000). Sin embargo, la patronal rebaja esa cantidad hasta los 8.000 euros (el 50%). Las dos partes consideran sus posiciones una "línea roja" que no piensan modificar.
Los clubes aseguran que esta demanda de las futbolistas es inaceptable, especialmente, para aquellos considerados independientes, los que no forman parte de ninguna entidad con un equipo en la Primera masculina. Esta temporada son cuatro conjuntos los que entran dentro de esta categoría: Madrid CFF, Granadilla de Tenerife, Sporting de Huelva y Logroño. "Nosotros no podemos asumir las exigencias de los sindicatos. No sería justo perder en los despachos lo ganado en el campo", comentaba a EL PAÍS el presidente del club canario, Sergio Batista, al día siguiente de anunciarse la huelga.
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