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ALIENACIÓN INDEBIDA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

I am the love

Si hay un equipo en el mundo al que estos inventos para turistas y neófitos que son ahora las pretemporadas no le encajan es el Real Madrid

Rafa Cabeleira
Zidane, durante el partido del Madrid ante el Fenerbahçe.
Zidane, durante el partido del Madrid ante el Fenerbahçe.CHRISTOF STACHE (AFP)

Quién podría imaginar que precisamente al Real Madrid, cuyo relato consiste en sepultar sistemáticamente todo lo sucedido en la historia del fútbol hasta la creación de la Copa de Europa, se le reproche su pobre rendimiento en los nuevos torneos de pretemporada, esta especie de fantasías miniaturizadas para quienes no conocen el placer de comerse un buen helado viendo el Teresa Herrera, o el Ramón de Carranza, con medio cuerpo en la cocina y el otro medio en la ventana.

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Así de absurdos son los nuevos tiempos, supongo. Atrás quedaron aquellas concentraciones en Holanda, Suiza, Austria, Irlanda, Ourense... Semanas enteras de golear a equipos de barrio y acumular anécdotas sin presiones, lejos de las cámaras, sin mayor ruido mediático que el provocado por algún que otro exceso nocturno, lo que no dejaba de ser un síntoma de que la cosa iba bien. Mi padre siempre recuerda que una de las ligas de Cruyff se empezó a ganar en un pueblo holandés de nombre impronunciable donde, supuestamente, un jugador del Barça se acercó a una camarera en un bar y cerveza en mano le espetó: “I am the love”. La historia se la contó un conocido suyo, primo de un primo de algún emigrante gallego que pasaba por allí y se quedó con la copla: vamos, lo normal. El caso es que, fuera como fuese, el viejo terminó la temporada -quién se lo iba a decir- enamorado de Sanchís y Buyo, los promotores de aquella orgía futbolística en forma de cesión que remachó Pier al fondo de las mallas, pero sin olvidar que todo había comenzado con un confuso amor de verano.

Si hay un equipo en el mundo al que estos inventos para turistas y neófitos no le encajan es el Real Madrid, tan acostumbrado a borrarse de la Liga y la Copa en los últimos años que cuesta imaginarlo preocupado por su desempeño en estos bolos estivales. Y, sin embargo, parece estarlo, aquí reside la gran novedad. Un puñado de partidos y derrotas han bastado para que el transatlántico blanco parezca empeñado en colisionar contra el iceberg, que es la naturaleza propia del madridismo lejos de la Liga de Campeones y su estimulante fanfarria. La globalización ha logrando invertir las tornas del relato blanco y empujarlo hacia un terreno en el que ya no se siente tan cómodo: ese que convierte en histórico un amistoso en Nueva Jersey por el mero hecho de que Diego Costa nos recordó a Tony Soprano y el Madrid de Zidane a los Nets de Lawrence Frank.

El técnico francés parece el único ajeno a toda esta marabunta suicida mientras proclama por activa y por pasiva la calidad de su plantilla, al menos de puertas hacia fuera. Su inmunidad ante el relato establecido es ya proverbial, quizás porque a su fútbol siempre le sobraron las palabras y como técnico tuvo el coraje de marcharse al comprobar que muy pocos le escuchaban. Bien harían los futbolistas, directivos y aficionados en prestarle más atención y olvidarse de cualquier relato que no comience con el propio Zidane dando un paso al frente y diciendo “I am the love”, aunque esto le pueda costar un serio disgusto a mi padre.

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