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Eusebio Unzue: “Este Tour se puede ganar”

El jefe del Movistar promete unos Alpes al ataque con Mikel Landa al frente como líder único e indiscutido

Carlos Arribas
Landa ataca durante una ascensión de la 15ª etapa, el pasado domingo.
Landa ataca durante una ascensión de la 15ª etapa, el pasado domingo. MARCO BERTORELLO (AFP)

En Nîmes ni las moscas se atreven a volar al sol junto a las Arenas por miedo a derretirse en el aire, tanto es el calor que hace, y cualquier esfuerzo, hasta intentar pensar una frase, genera un río de sudor. Los ciclistas, entonces, siguen hablando de las montañas, porque imaginar paisajes lejanos, de esos que en las postales lucen torrentes y nieves perpetuas en el Iseran y en el Galibier, rozando los 3.000 metros de altura, les hace subir la temperatura de la pasión hasta el punto de ebullición pero les rebaja la del cuerpo 20 grados por lo menos. Y respiran.

El espíritu del Giro victorioso sigue vivo

En el Giro pasado, el Movistar de Landa y Carapaz fue el equipo trending topic, aunque los rivales tardaron tanto en enterarse que cuando lo hicieron lo tenían todo perdido. Algo parecido se vive en el Tour, donde las acciones diseñadas por sus estrategas Arrieta y Txente García Acosta muchos las creen paralelas a la carrera, que, analizan, solo sigue los discursos de Alaphilippe y Pinot. La fe del Movistar es que el efecto envolvente de su forma de llevar la carrera acabe derrotando a todos, o desquiciándolos.

“No tenemos nada que defender, todas las tácticas tienen que ser al ataque”, dice Landa, cuyos ataques en las montañas de Italia lanzaron a la victoria a su compañero Carapaz, quien, como él, salió bastante perjudicado de las contrarreloj y las caídas de la primera semana.

Y están tan imbuidos en el equipo del espíritu atacante del Giro victorioso —el de Dracarys, como recuerda Txente— que tanto Landa como su director lamentaban la timidez de Pinot el domingo, atacante tardío. “Fue una pena que no me siguiera cuando ataqué en el muro de Péguère”, dice Landa. “Habríamos tenido más ventaja. Pero habrá escenarios similares”.

Allí, en los grandes Alpes, que incluyen Izoard, Val Thorens y Tignes, el Tour tan abierto como nadie lo ha visto en su vida, desvelará entre jueves y sábado a su ganador. Y muchos, al menos siete, los siete primeros de la general, se creen dignos de serlo.

Un equipo es tan bueno como su líder, dice el ciclismo, y como Thomas no es Froome el Ineos, aun teniendo los mismos corredores y en la misma forma, no es el Sky, lo que agradecen los espectadores y disfruta Valverde, el líder espiritual del Movistar. “Por supuesto que me divierte mucho más este tipo de Tour sin el ejército de Froome marcando el ritmo delante”, dice el campeón del mundo, un corredor que parece haberle hallado en la vejez de sus 35 años el atractivo al Tour, una carrera que nunca le hizo gracia y que le estresaba y angustiaba. “A mí lo que me sorprende es que tengo 39 años y sigo estando con los mejores. También me sorprende que Ineos no domina. Y los que estamos dando movimiento somos nosotros”.

Ese “nosotros” colectivo es su Movistar, y ese Movistar es su Landa, el líder muscular, al que Valverde entroniza públicamente como líder único después de que Nairo se diera cuenta íntimamente de que él ya no pintaba nada en la estrategia del equipo mediado el Soulor, en la etapa del sábado, la del Tourmalet demoledor.

Fue un traspaso de poderes a la carrera. Por primera vez en su carrera, a los 29 años, Landa afronta en plenitud de forma y líder indiscutido de su equipo, las etapas decisivas de un Tour.

Nairo, el corredor que, junto a Valverde, ha dado las mayores victorias al Movistar en los últimos seis años —una Vuelta, un Giro, dos segundos puestos en el Tour y un tercero, Vuelta al país Vasco, a Catalunya, Romandía, Tirrenos...— describe así cómo descubrió que quien mandaba era Landa: “En el Soulor le decía yo a Amador que tranquilo, tranquilo, porque realmente estaba pasando un momento de crisis, pero Mikel estaba pidiendo un poco más de gas, estaba bien e insistía en seguir fuerte, e igual que yo no quiero que me jodan mi momento sabía que él estaba fuerte y los otros rivales estaban sufriendo. En el Tourmalet yo me defendí como pude y él estaba aprovechando para sacar su diferencia”.

Como aquel que está esperando el momento justo para decir la suya, Valverde remacha el clavo Nairo a su manera. “El Tourmalet fue un poco depresión, mejor decepción, por el tema de Nairo, que no estaba en el nivel que debería estar. El único fallo fue que Nairo no dijo nada de que no estuviera bien”, dice el murciano. “Si no, ¿qué hacemos tirando? En cuanto vimos que se soltó, nos paramos”.

Al día siguiente, al colombiano, al que quieren de gregario para el resto del Tour, le reprochan en privado que cuando Landa llegó en fuga al grupo adelantado en el que se encontraba con Bardet en la ascensión a Prat d'Albi, en vez de hacer el paripé de lanzarlo a tope y ganarse su aplauso, agarró el botellín para echar un trago sin casi dignarse a mirarle, y luego se descolgó. “Cuando él me llegó de detrás, me llegó de repente. Le hice ir un poco para adelante. El Ag2r llevaba un buen ritmo un poco fuera de mis capacidades. Siguió él con ellos, muy rápido. Está fuerte. Más no podía hacer”, explica Nairo. Y Valverde lo acepta a su manera. “Cuando Mikel pasó a Nairo, si no hizo más espero que sea porque no pudiera. No hay que darle más vueltas. Hay que respetarlo”, dice el murciano.

“Nairo perdió una buena oportunidad para lucirse, pero no demos más importancia a una anécdota”, dice Eusebio Unzue, y luego una frase que podría ser el epitafio deportivo del paso del colombiano por su equipo en una relación que enriqueció a ambas partes cuando brilló. “Nairo da para lo que da”, dice Unzue. Y cuando se da cuenta de la rotundidad de la sentencia añade, conciliador: “Mantiene un gran nivel pero no para dar lo mejor de sí en su terreno. No tiene la brillantez de los años 13 al 15, cuando quedó segundo y puso en apuros a Froome”.

De Nairo, en pasado

El Movistar habla ya en pasado de Nairo como Nairo, que solo tiene 29 años, habla en pasado del Movistar y en futuro con su agente, Giuseppe Acquadro, con quien se reúne en un pasillo del hotel de Nîmes con aire acondicionado y charla un rato. “Ya está hecho”, dice Acquadro. “El próximo año correrá en el equipo francés del Arkea. Con él irán Anacona, Diego Rosa y Barceló”.

En presente habla Eusebio de Landa y de la posibilidad de ganar el Tour, y de cómo, aunque la general no lo refleje aún, su equipo es la clave de u n Tour que nunca imaginó que pudiera ser tan “divertido, entretenido y espectacular”. “Este Tour se puede ganar”, dice. “Y entre jueves y sábado se puede ver lo nunca visto. No sé si reventaremos, pero si queremos algo gordo no podemos esperar a ir a rueda”.

Landa, por supuesto, acepta el desafío. “Seguiré soñando hasta el final con todo”, dice. “Este Tour es diferente de otros años, cuando al final todos buscaban quedarse como estaban. En la tercera semana no vamos a ir a conservar. Hay gente con ganas de darle la vuelta”.

En el Giro pasado, el Movistar de Landa y Carapaz fue el equipo trending topic, aunque los rivales tardaron tanto en enterarse que cuando lo hicieron lo tenían todo perdido. Algo parecido se vive en el Tour, donde las acciones diseñadas por sus estrategas Arrieta y Txente García Acosta muchos las creen paralelas a la carrera, que, analizan, solo sigue los discursos de Alaphilippe y Pinot. La fe del Movistar es que el efecto envolvente de su forma de llevar la carrera acabe derrotando a todos, o desquiciándolos.

"No tenemos nada que defender, todas las tácticas tienen que ser al ataque”, dice Landa, cuyos ataques en las montañas de Italia lanzaron a la victoria a su compañero Carapaz, quien, como él, salió bastante perjudicado de las contrarreloj y las caídas de la primera semana.

Y están tan imbuidos en el equipo del espíritu atacante del Giro victorioso —el de Dracarys, como recuerda Txente— que tanto Landa como su director lamentaban la timidez de Pinot el domingo, atacante tardío. “Fue una pena que no me siguiera cuando ataqué en el muro de Péguère”, dice Landa. “Habríamos tenido más ventaja. Pero habrá escenarios similares”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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