Osasuna, el club de los 16.000 futbolistas
El club de Pamplona, la ciudad que proporcionalmente más jugadores aporta a la élite del fútbol, encara la recta final de una temporada exitosa basada en un ambicioso proyecto de cantera para que todos los navarros quieran quedarse en el club
Tras Madrid y Barcelona, Pamplona es la ciudad que aporta más futbolistas a LaLiga Santander. Y el curso que viene pueden ser muchos más si Osasuna culmina con el ascenso una gran temporada basada en un equipo con raíces locales. Una gesta que puede hacer que este año se anticipe un mes (el 9 de junio termina LaLiga 1|2|3) la tradicional explosión festiva de San Fermín y certifique así el trabajo de formación de un club que controla más de 16.000 chavales de la comunidad navarra y aledaños.
Para entender todo lo que ha sucedido entre el 10 de febrero de 1929 y hoy (en relación con el fútbol navarro, por acotar) quizá haga falta algo de contexto. A saber. Aquel día remoto se disputó en el viejo Atotxa el primer derbi vasco de LaLiga, Real Sociedad-Athletic, con un árbitro bilbaíno, dos linieres guipuzcoanos y un defensa navarro en las filas donostiarras, de nombre Félix Ilundain y tan de Pamplona como el inventor del chupinazo. Era su hermano.
Más tarde jugador de Osasuna, Bolico Ilundain fue el primer pamplonés de la competición y pionero como Jesús Labarta, que debutó al mes siguiente también con la zamarra blanquiazul. Protofutbolistas con cordones en el cuello de la camisa, botas sin domar y una genética que parecía ya contener una esencia. “Un chico que cuanto mejor juega peor cara pone”, zanjaron en Diario de Navarra tras un partido de Ilundain.
Noventa años después, nueve jugadores de Pamplona llevan aquella herencia por los campos de LaLiga y demuestran que no es mala idea nacer allí para llegar a la élite. Ninguna población española acumula, en proporción, tantos futbolistas en LaLiga Santander: uno por cada 22.598 habitantes. Si nada se tuerce, Osasuna (líder de LaLiga 1|2|3) añadirá la próxima temporada, la de su centenario, otros seis pamploneses. Y fuera de la capital ocurre algo similar, desde la chavalería. El fútbol base navarro suma una licencia cada 46 personas. Solo el País Vasco, Galicia y Ceuta superan esa cifra.
“No soy un estudioso del asunto, pero es verdad que toda la vida los equipos de cantera han tenido mucho arraigo en Navarra. Será que nosotros somos muy de aquí. Yo de crío coleccionaba cromos y me fijaba en los navarros que estaban en Primera: Zoco, Astráin, Glaría, Zabalza…”, enumera el delegado de Osasuna, Iñaki Ibáñez, exjugador del equipo rojillo y del Valencia.
El día que nació Ibáñez, 7 de mayo de 1964, Ignacio Zoco marcó un gol al Zurich con el Real Madrid. Fue uno de los futbolistas navarros más representativos de siempre, ganador de siete títulos ligueros, una Copa de Europa y la Eurocopa del 64. El día de su retirada, en 1974, después de 434 partidos con el equipo blanco, estaba compartiendo banquillo con Rafa Marañón, zurdo de Olite, internacional, ex del Sporting y del Madrid y máximo goleador de la historia del Espanyol.
Los tres, Zoco, Marañón e Ibáñez, se formaron en el Oberena pamplonés. Igual que Pedro Mari Zabalza, entrenador de aquel Osasuna de Bustingorri, Goikoetxea, Ziganda, Rípodas y el propio Ibáñez. Ejemplo para los más de 14.000 navarros federados (entre benjamines, alevines, infantiles, cadetes y juveniles) que persiguen sueños y balones por los campos de su tierra. Más allá del éxito, su futuro, si todo cuadra, se resumirá en las palabras de Marañón para definir al futbolista foral: “Garra, espíritu, lucha, entrega y sacrificio”. Jesús Mari Satrústegui, también navarro (de Pamplona), delantero eterno de la Real Sociedad y máximo goleador txuriurdin de siempre, completa el cuadro: el jugador navarro se caracteriza por “darlo todo en el campo” y por su “actitud positiva”.
El entrenador de Osasuna, Jagoba Arrasate, abunda: “Históricamente ha sido así. Si analizas a jugadores top, Azpilicueta, Monreal, Raúl García, Javi Martínez... son futbolistas diferentes pero todos tienen algo en común: son muy competitivos, son jugadores de verdad, jugadores de equipo”. En su primer partido en el banquillo osasunista, en agosto pasado, Arrasate salió derrotado de Mallorca, pero alineó de salida a siete hombres de la casa, más el navarro Íñigo Pérez. Ocho piedras en el camino para no perder la senda. “Osasuna es un club de cantera, esa es su idiosincrasia: jugadores de Tajonar y luego futbolistas de fuera que puedan marcar la diferencia”, añade el técnico.
“El club tiene muy claro que bebe del fútbol navarro. Lo quiere, lo potencia y lo necesita”, sostiene el responsable del fútbol base rojillo, Ángel Alcalde. La Escuela de Fútbol de Tajonar es el punto de partida, creada en 1982 al estilo de las de Lezama (Athletic de Bilbao, 1975), Mareo (Sporting de Gijón, 1978) y Zubieta (Real Sociedad, 1980). “Era un laboratorio novedoso”, recuerda Ibáñez, que llegó a Osasuna con 18 años mientras se construía aquel futuro en ciernes.
Después de tiempos mejores y peores, y tras unos años de zozobra institucional, un nuevo proyecto para el fútbol base está reactivando la cantera osasunista. Además de sus propias categorías inferiores, del club dependen actualmente unos 16.000 futbolistas de casi 130 clubes convenidos. Muchachos mayoritariamente navarros (también riojanos, sorianos y aragoneses) que se imaginan triunfando en El Sadar. “Hemos mejorado los recursos destinados a la formación buscando un modelo propio de trabajo. Osasuna ha sido referente durante toda su historia y quiere volver a serlo”, anticipa Ángel Alcalde. Más de 40 clubes se han subido al carro en el último año.
Resumidamente, Osasuna ha tejido una gran red para que nadie, o casi, se pierda por el camino. Lo explica el responsable de Gestión del Talento, Félix Vergara. “Hemos creado una estructura por toda Navarra con siete responsables de zona de los que cuelgan unas sedes de tecnificación. En ellas trabajamos cada semana con los chicos más talentosos de los clubes convenidos. Y una vez al mes los llevamos a Tajonar para entrenar. Queremos que se identifiquen con Osasuna”. El objetivo es profesionalizar al máximo este proceso. “Tanto los técnicos como los ojeadores, en total unas 40 personas, están superformados”, apunta Vergara.
Con los entrenadores de los clubes convenidos sucede igual. “Cuando comenzamos este proyecto, en enero de 2018, descubrimos que ocho de cada diez no tenía titulación. El fútbol funciona al revés: el mejor técnico debe estar donde enseñar resulta más difícil. No somos conscientes de la repercusión que tiene el trabajo con un chaval. Hay muchas personas de mi niñez que no recuerdo, pero me acuerdo de todos mis entrenadores. Y del segundo, y del que limpiaba las botas, y del que estaban en el bar. Así que Osasuna ha dotado a los entrenadores de esas habilidades y estrategias que les puedan ayudar en el día a día. Gracias a esto el fútbol navarro mejora y Osasuna saldrá beneficiado”, interviene Alcalde.
La palabra que más se repite es “formación”. “Queremos enseñar al entrenador a ser entrenador y a los padres, a ser padres”, tercia Vergara. Aparte de un par de reuniones con los responsables de la cantera, en lo que va de temporada las familias y los jugadores han acudido a cinco reuniones con una psicóloga. “Hace un año algunos jugadores juveniles tenían un solo plan en su vida. Si se le pregunta a un chico o una chica ‘¿qué quieres ser de mayor?’, la respuesta no puede ser ‘futbolista’. Sabemos lo difícil que es llegar y eso hay que transmitirlo. Cuando cumplas 20 años tal vez seas un jugador profesional, pero tal vez no. Y tienes que ser una persona con futuro”, añade Alcalde. “No queremos cortar la ilusión, sino que esta sea responsable”, matiza.
La pretensión de Osasuna es ofrecer una formación integral (también en valores: “respeto, entrega, sacrificio…”) que haga a la familia elegir Osasuna por encima de todo. “Ya que económicamente no podemos competir, queremos ofrecer un proyecto de vanguardia”, resume el responsable del fútbol base. En febrero de hace dos años, cuando presentó el proyecto que ahora está tomando verdadera forma, el presidente de Osasuna, Luis Sabalza, expresó su deseo: que, como Ibáñez en sus tiempos, los chavales navarros suspiren por los cromos de Kike Barja, Oier o Roberto Torres, quintaesencia del osasunismo actual. Y que se olviden de Messi o Benzema o Griezmann. No lo dijo exactamente con esas palabras, claro: “El objetivo es que todo chico navarro quiera jugar en Osasuna”.
“No se entendería Osasuna sin sus jugadores navarros y de cantera. Siempre han venido jugadores de fuera y nos ha gustado decir: ‘Este es casi navarro”, reflexiona Alcalde. “Existe una conciencia de pueblo en el mejor sentido del concepto, cierta memoria histórica. El otro día hablaba con Oier sobre esa línea de continuidad. Mis principales ídolos han estado en mi equipo. Yo llegué a Osasuna y ahí estaban Bayona, Rípodas, Clemente Iriarte, Echeverría, Iriguíbel, Martín Monreal…”, enumera Ibáñez.
En la temporada 80-81, en la que Osasuna regresó a LaLiga Santander, llenó LaLiga de navarros. En aquella plantilla de 23 hombres había 17 nacidos en la comunidad foral. Enrique Martín, que como entrenador ha salvado dos veces a Osasuna de la desaparición, no dejó lugar a las dudas en una entrevista con EL PAÍS. “Aquí existe un sentimiento de pertenencia muy grande, mucha identificación. [...] Al final, en este club siempre hemos sido los de casa los que hemos tenido que partirnos la cara para salir adelante”.
Cuando en Pamplona estaban despidiendo a Bolico Ilundain, marzo de 1976, Echeverría (de Goizueta, como José Mari Bakero) marcó contra el Córdoba el primer hat-trick de su carrera. Con los años se convirtió en el segundo goleador histórico y en el futbolista con más partidos en el club, hasta que lo superó Patxi Puñal. “Hay una conciencia de grupo que tiene una continuidad en la historia. Y ahora también se da. En tanto que haya esa cadena de comunicación, creo que se mantiene ese espíritu que conecta irremediablemente con la grada”, insiste Ibáñez.
César Oroz lo ilustra con un ejemplo irrefutable. “Cuando Osasuna descendió en la temporada 2013-2014, después de 14 años en Primera, fue la primera vez en mucho tiempo que se jugó sin un solo navarro en la alineación. En los últimos partidos Javi Gracia sacó a Puñal como quien pone al Cid muerto en el caballo, pero ya era tarde”. Oroz es humorista gráfico de Diario de Navarra y finísimo analista, gurú a su modo de la navarridad. “La clave de Osasuna a lo largo de la historia ha sido la identificación de una ciudad y de una región con un equipo de fútbol. Por tener gente de la casa (aunque no sean navarros, en realidad) y por la forma de jugar”, aventura Oroz.
Esta temporada, a diferencia de la pasada, en la que los navarros tuvieron menos protagonismo, Osasuna juega con cinco y a veces seis canteranos. “La afición se identifica con los chavales que tienen ADN de Osasuna y con el estilo del equipo: ser valiente, ir al campo del rival a apretar… Osasuna de toda la vida ha sido eso”, refrenda el entrenador vizcaíno. “Y que haya gente como Torres y Oier nos facilita mucho el trabajo, porque ellos son los primeros en decirle a un canterano si va por el buen camino o no, y en explicarle a los de fuera cómo funcionan las cosas aquí”.
Ahora Osasuna lidera LaLiga 1|2|3 con esas armas, y eso es lo que esperan los aficionados. En El Txoko del Sadar, el bar del estadio, una gran foto preside la pared: una alineación de la temporada 80-81 con nueve navarros en el once. “Al final, esto es como la pelota. Vas al frontón a ver al del pueblo”, sentencia el camarero al otro lado de la barra.