“El partido que jugaríamos gratis”
El duelo del Sánchez Pizjuán, en la víspera del Domingo de Ramos, es uno de los partidos más especiales de la competición. Exjugadores de Sevilla y Betis rememoran sus enfrentamientos y la relación que mantenían con sus rivales en ElGranDerbi
Ni siquiera los momentos de mayor recogimiento de la Semana Santa han escapado al humor de los sevillanos. El 23 de marzo de 1986 se enfrentaban en Heliópolis el Real Betis y el Sevilla FC, un derbi en pleno Domingo de Ramos. Aquel duelo lo ganaron los verdiblancos con gol de José Ramón Romo, quedando la jornada rebautizada como Domingo de Romo durante toda la Pascua y más allá. En otro Domingo de Ramos, el de 2014, el Sevilla pudo devolver el golpe a los béticos gracias a un doblete de Gameiro. El destino quiere que este año el derbi andaluz por excelencia vuelva a caer a las puertas de la semana más pasional para los sevillanos, esta vez en sábado y en el Sánchez-Pizjuán. Sevilla se vuelve a teñir de blanquirrojo y verdiblanco. La ciudad del Gran Poder o el Cristo de las Tres Caídas. La de la Esperanza de Triana o la Esperanza Macarena. La de los silencios o las saetas. La ciudad más dual será más dual que nunca.
Antonio Álvarez jugó aquel partido y otros 15 derbis sevillanos en competición liguera en sus 13 temporadas como central sevillista. “Ya desde unos días antes la ciudad está distinta. Te paran, te animan o te tocan un poquito la moral, pero siempre con respeto”, destaca el ahora segundo entrenador de Joaquín Caparrós. “Son partidos muy especiales por lo que significan para todas las familias, donde muchas veces hay gente de los dos equipos. Si sales ganando la vida va a ser mejor durante los próximos meses. Pero si sales perdiendo, prepárate, porque la guasa dura”. Sevilla es una ciudad donde las medias tintas no se estilan. Ángel Cuéllar entró en el Betis a los 11 años y jugó en la primera plantilla verdiblanca durante dos etapas entre 1990 y 2001: “Nadie es ajeno al partido: el vecino es de un equipo, el del bar es del otro, y todos te lo dicen. La ciudad te transmite desde mucho antes del partido lo que significa esto. Es el derbi más grande entre vecinos de una misma ciudad, por la igualdad que existe entre las entidades y por la masa social”. Este será el derbi sevillano número 96 en la máxima categoría liguera. El balance es favorable al Sevilla, 43 victorias por 30 del Betis y 22 empates.
Pablo Blanco es el futbolista que más derbis ligueros ha disputado con la camiseta del Sevilla FC, 19: “Era uno de los partidos, junto con los de Real Madrid y Barcelona, en los que recibíamos prima doble por parte del club si ganábamos o incluso si empatábamos fuera de casa. Era el duelo por excelencia. Un partido distinto, con muchísimo valor y siempre muy igualado”. En sus años en activo (desde mediados de los 70 hasta los 80) los resultados favorecieron al Sevilla. Las tornas cambiarían en los 90, a partir del ascenso del Betis en la 94/95, la época en activo de Juanjo Cañas, actualmente ojeador del Betis: “Volvíamos con muchas ganas de derbi, la ciudad lo echaba de menos. En aquella época todavía éramos casi todos canteranos en los dos equipos, algunos nos conocíamos desde niños, y pasábamos más tiempo en contacto con la calle que los futbolistas de ahora, que viven más protegidos”.
Para aumentar esa protección en los días previos al derbi, entrenadores como Serra Ferrer se llevaban a sus plantillas a hoteles alejados del ruido, en la provincia de Cádiz. “Nos concentraba cerca de Jerez. Lorenzo era un motivador extraordinario y decidía cómo actuaba en cada partido y con cada jugador para tenernos a tope. Aunque no es sevillano, siempre entendió perfectamente lo que era un derbi”, cuenta el canario Alexis Trujillo, actual secretario técnico del Betis en el organigrama de Serra, vicepresidente deportivo del club. Diego Rodríguez, el futbolista con más derbis ligueros disputados de la historia (20), es una de las pocas personas que sabe lo que es vivirlos desde las dos orillas. Durante seis temporadas (1982-88) los jugó con el Betis, para después defender durante los siguientes ocho años la camiseta del Sevilla. “De hecho, fui capitán en ambos equipos, pero soy sevillista. Fueron siempre muy buenos partidos, complicados, duros. La grada no me afectaba. En el Betis me han querido y me han respetado y con los dos equipos he vivido toda la grandeza del fútbol. Con el tiempo te das cuenta de que esos partidos volverías a jugarlos gratis. Qué bonito era esperar a que llegaran”, confiesa el exdefensa.
Rodríguez, que se quedó a vivir en Sevilla tras su retirada, sostiene que siempre ha mantenido una buena relación con los jugadores del equipo rival. “El trato siempre fue excepcional, los partidos era otra cosa pero todo se quedaba en el campo. A día de hoy tengo trato cercano con gente como [Julio] Cardeñosa u [Antolín] Ortega, casi de familia, y del Sevilla mantengo amistad con la mayoría de jugadores de mi época”. Rafa Paz, centrocampista del Sevilla entre 1984 y 1997, también destaca que tenían “una relación extraordinaria” con el equipo rival. “Vivía en el mismo barrio que contrincantes como Merino, Oli o Jarni [su pareja de baile en la banda] y nos llevábamos muy bien. A día de hoy somos amigos. Pero sabíamos distinguir entre eso y el partido. Durante esos días el saludo… era un saludo distinto. Y la cervecita ya nos la tomábamos dos o tres semanas después porque siempre queda reflujo”, bromea.
El arte y la vida unen a las personas más allá de los colores, hasta el punto de que Antonio Álvarez formó parte un grupo de sevillanas con Rafa Gordillo (junto a otros sevillistas como Juanito, Santi o Curro Zanjase): “Nos llevábamos fenomenal y nos seguimos llevando porque nos vemos mucho. El grupo se llamaba Los Amigos del Arte y tampoco se nos daba mal”. Dicen algunos que somos / del fútbol unos maestros / pero el embrujo del cante / lo llevábamos muy dentro se les puede escuchar entonar en su mayor éxito, la copla Nacidos para cantar, que se vendía en vinilo junto a la Rumba del alirón allá por 1982.
"Amigos del Arte": Gordillo (Betis), Curro San José, Antonio Álvarez y Santi (Sevilla FC), Juanito (Jerez Deportivo) y Ricardo el guitarrista, que por cierto, no le daba una patá ni a un balón de baloncesto...año 1982 !!! pic.twitter.com/WTK0bvbzTR
— Pepe Gonce (@FlamencoRojo) February 27, 2018
Los exjugadores béticos coinciden en subrayar la camaradería entre los futbolistas de ambos equipos más allá de los partidos y del amor por los colores de cada uno. “Sevilla siempre ha sido un ejemplo y los jugadores también. Yo por ejemplo con Juan Martagón me las tenía tiesas en el partido y luego fuera del campo es un encanto”, menciona Ángel Cuéllar. “Nos encontrábamos muy a menudo. Yo, de hecho, vivía en el mismo edificio que [Davor] Suker, [Ricardo] Bango o Monchi. También con Monchu, que me marcaba a mí en el partido, con lo cual la guasa era doble cuando te lo cruzabas los días posteriores”, narra Alexis Trujillo, que asegura que “una cosa es el partido, que hay que jugarlo a muerte y sin amigos, y otra la vida cotidiana”.
La importancia que todos conceden a ElGranDerbi es una prueba irrefutable de que no se trata de un partido más. Alfonso Pérez, referente bético en sus dos etapas entre 1995 y 2005, señala que “son enfrentamientos que pueden cambiar o reforzar el estado de ánimo”. Después de aquel Domingo de Romo de 1986 que ganó el Betis, el conjunto verdiblanco no volvió a perder en las cuatro jornadas que quedaban por disputarse, y los sevillistas no volvieron a ganar, siendo superados en la clasificación final por el eterno rival. Es historia más reciente el 3-2 a favor de los blanquirrojos en la 2006-07. Era la jornada 3, y después de esa derrota el Betis encadenaría seis jornadas sin ganar. El Sevilla terminaría tercero aquella temporada, ganaría la Copa del Rey (eliminando en cuartos al Betis) y la Copa de la UEFA, probablemente el mejor año de su historia.
Los derbis también pueden tener un gran significado a nivel individual. Alfonso recuerda el 0-3 a favor del Betis en la temporada 1996/97: “Cuajé un gran partido, marqué un gol y además provoqué un penalti”. Fue en aquella temporada, que el Betis terminaría tercero, cuando el Mago de las botas blancas fue encumbrado a la categoría de ídolo en Heliópolis. Rafa Paz, que vivió aquel encuentro con la camiseta sevillista (y confiesa con humor ser el jugador del Sevilla que más veces ha perdido contra el Betis), vivió algo parecido la temporada 1988/89: “Ganamos en el Villamarín 1-3, con un gol mío. Resulta que en la grada había ojeadores de Luis Suárez, que una semana después me convocó para la Selección. Gracias a aquel partido terminé jugando el Mundial de Italia”.
Alexis Trujillo rememora su primer derbi: “Fue en el Pizjuán, y ganamos 0-1 con un gol mío. Al día siguiente teníamos entrenamiento. Nos cambiábamos en el Villamarín y de ahí íbamos andando a la ciudad deportiva, que está a cinco minutos. Pues tardé dos horas y media en llegar, de la de aficionados que había animándome y felicitándome”. Las aficiones de Sevilla y Betis, con todas sus diferencias, comparten un nivel de pasión y fidelidad a los colores difícil de igualar: ambas han llenado sus estadios esta temporada en el entorno del 80% de media. “No sabes de verdad lo que es un derbi hasta que no estás en el campo. El color, los cánticos, la intensidad… Esta ciudad es diferente”, destaca Pablo Blanco.
Los años pasan, pero la esencia del duelo sevillano se mantiene. “Ahora los dos equipos están en un muy buen momento. Hay más jugadores extranjeros, pero a ellos se les inculca lo que es este partido desde que aterrizan en Sevilla”, sostiene Alfonso Pérez, que además considera que “la mejora del arbitraje permite que sean partidos menos broncos”. La cordialidad institucional y la mejora en las relaciones de las aficiones han marcado los últimos años. “Es mucho más tranquilo ahora. Hay guasa, pero desde el buen rollo. Creo que situaciones humanas como las pérdidas de Antonio Puerta y Miki Roqué han contribuido a unirnos”, asegura Juanjo Cañas. La última muestra de ello ocurrió el pasado fin de semana, con la avalancha de solidaridad por parte de la afición verdiblanca y del propio Real Betis y sus representantes en el césped ante la noticia de que Joaquín Caparrós padece leucemia crónica.
Sobre el césped volverá a verse esa lucha sin cuartel pero desde el respeto, encarnada en los estandartes del sevillismo y el beticismo de la última década, Jesús Navas y Joaquín Sánchez, que suman 17 y 20 derbis entre todas las competiciones. “Jugamos en casa y estamos en una dinámica positiva, pero el Betis también viene de ganar. En este partido está claro que no hay favoritos”, sentencia Antonio Álvarez, que lo vivirá desde el banquillo. Todos están de acuerdo. Con ElGranDerbi llega la pasión.