Los últimos en salir del campo
Los utilleros no solo limpian botas y lavan camisetas. Su labor humana dentro del vestuario es fundamental para formar un equipo unido. Un grupo de Whatsapp acerca a todos los de LaLiga Santander y LaLiga 1|2|3 y acumula decenas de historias únicas
Los tacos de las botas ya no se afilan. “¡Hombre, no!”, asegura Agustín Díaz Tamames, utillero de la AD Alcorcón, mejor conocido en el mundillo alfarero como Titi. “Pero es cierto que antes algunos lo hacían”, confiesa. Titi es de la vieja escuela. No le gustan las botas con formas nuevas o colores extravagantes. “Hoy llegaron unas verdes horribles”, dice. “Y como tienen relieves es muy difícil quitarles el barro. Solo se va con cepillo”, protesta. A Titi, de 49 años, tampoco le gustan las redes sociales, pero no ha podido escaparse del grupo de Whatsapp al que los utilleros de LaLiga Santander lo han invitado hace cuatro meses. A él y a todos los de LaLiga 1|2|3. El grupo se llama “Material 1ª y 2ª división” porque algunos utilleros prefieren que en lugar de utilleros se los llame encargados de material. “Mejor kit manager, en inglés”, bromea Titi, que agradece la iniciativa. “Nos permite hablar entre nosotros y organizarnos para viajar con menos cosas cuando visitamos otro campo. ‘No traigas toallas’, me dicen, por ejemplo”. En la conversación en la app, participan 77 encargados de material, de los 41 clubes de LaLiga. Son los responsables de preparar la indumentaria, las botas y muchos otros detalles para los jugadores.
El mentor del grupo de Whatsapp fue el mayor de los utilleros de LaLiga. Ángel Fernández Zapico (Langreo, 1951) llegó al Eibar en marzo de 1969, hace 50 años. Fue delegado de los juveniles, segundo entrenador del primer equipo y hasta consejero, cuando el club no era profesional. Compaginaba las labores con un puesto en la fábrica de armas Laurona, donde montaba a mano las culatas de madera de pistolas y escopetas. Hace 10 años, se cruzó con Fran Garagarza, actual director deportivo de la SD Eibar, y le contó que estaba en el paro. Garagarza no dijo nada, pero una semana más tarde llamaron a Zapico desde el club para proponerle asumir como utillero del primer equipo. Pasaría a ocuparse, entre otras cosas, de las botas, “las armas del trabajo de los futbolistas”.
Zapico espera en el hotel Eurobuilding a que se hagan las diez de la mañana para llevar al Santiago Bernabéu los ocho baúles metálicos y los 15 bolsos que trajo desde Ipurua para los jugadores armeros. Es sábado y el Eibar visitará al Real Madrid a las 16.15. “Es la quinta vez que vengo a este campo. Antes del ascenso a LaLiga Santander ni lo conocía”, dice. Después de preparar el vestuario, de colocar la indumentaria de cada jugador (desde las chanclas hasta las dos camisetas que usan por encuentro), irá a tomar algo con sus pares del conjunto merengue.
“Es otra de las costumbres que hemos iniciado en Eibar”, cuenta orgulloso. “Los días de partido invitamos a los utilleros del equipo rival al amarrateko (aperitivo) en el txoko de Ipurua”, agrega. La práctica se volvió tradición. “No todos tienen el txoko, pero si no, vamos a algún bar cerca del Bernabéu. La idea es estar un rato juntos, conocernos y contarnos historias”, señala el hombre más veterano del Eibar.
Historias le sobran a Miguel Zambrana, que forma parte de la generación que organiza el material del Málaga desde más de medio siglo. Empezó su padre, Pepillo, en 1962, y la seguirá su hijo, también Miguel, que ya ejerce de ayudante. “Yo también comencé ayudando a mi padre a limpiar las botas. En 1982 Antonio Benítez era entrenador y me llevó a Bélgica de pretemporada”, cuenta el Zambrana intermedio. “Entonces cobraba solo 5.000 pesetas y el alquiler de la casa me costaba 21.000, por lo que intentaba buscar otros trabajos y cuando no tenía nada, siempre volvía al club”, recuerda.
Por el día, Zambrana suele limpiar entre 40 y 50 pares de botas. No todas son iguales. Las hay con tacos más largos para los defensas centrales y los porteros, “que no se pueden permitir resbalones”. “Llevo trabajando aquí casi media vida”, afirma. “Tengo 60 años y a veces pienso que me gustaría disfrutar un poco más de mi familia. Yo no puedo decir un domingo: ‘Vamos a comer un arroz’. Es imposible. Y a mi hijo le va a pasar lo mismo”, dice Zambrana.
Juan Domínguez, del Leganés, dice que cuando entra a Butarque “siempre hay algo que hacer”. Los partidos hay que prepararlos con antelación. El miércoles pasado, por ejemplo, dedicó la tarde a distribuir en el vestuario la ropa que había dejado lista un día antes en la ciudad deportiva. Al día siguiente, el Leganés se enfrentaba al Real Valladolid y su utillero ya tenía todo resuelto con 24 horas de anticipación. El jueves, tras el partido, será de los últimos en salir tras recoger el vestuario.
El grupo de Whatsapp está ayudando a los utilleros a simplificar su trabajo. Antes de los viajes, se ponen en contacto con los colegas del equipo rival para conocer sus necesidades. Los locales envían fotos de las instalaciones para que vean el espacio y se organicen. “Cuando vienen a mi casa no quiero que les falte nada”, resume Zapico. En el grupo de Whatsapp comparten también consejos sobre distintas formas de hacer las cosas.
Pero el material más sensible con el que trabajan los utilleros son los jugadores. Domínguez, por ejemplo, es la primera cara con la que se encuentran los nuevos fichajes del Leganés. “Solemos escribirles un Whatsapp para darles la bienvenida y les preguntamos la talla de sus botas y de sus camisetas”, cuenta. “Les decimos los dorsales libres y ellos eligen por orden de llegada”, explica. Cuando los nuevos llegan al club, él y su compañera, Jara Cuenca (la única utillera de LaLiga), los meten al vestuario, los presentan primero a los capitanes y luego les muestran las instalaciones. “Esta será su casa”, afirma Domínguez, que lleva seis años en el primer equipo.
"Si un pantalón tiene una mancha de lejía, lo tengo que tirar”, explica Domínguez. “Pero a veces los jugadores me ven y me dicen: ‘¿Pero qué haces? La dirección deportiva del Leganés elige un perfil de jugador muy concreto: luchadores y humildes como la gente de este pueblo”, asegura. Por eso, dice Domínguez, también son sencillos a la hora de preparar su indumentaria para un partido.
Uno de los últimos en incorporarse al grupo de Whatsapp es Álvaro Sevilla (Vitoria, 1977), utillero del Deportivo Alavés. Sevi, como lo llaman en Mendizorroza, era delineante y comercial de informática y manejaba la máquina de publicidad en los partidos del Baskonia. El paro, como a Zapico, lo acercó al conjunto de Vitoria en la temporada 2013/14. Sevi dice que le hace mucha ilusión seguir la carrera de los jugadores que pasan por el club y que llegan a triunfar en otros lugares. Lo ilustra claramente: "Si me das a elegir, en un partido contra el Barça, prefería que me regalara la camiseta Munir [hoy está en el Sevilla], que pasó por el Alavés, a que me la de Messi". No tenía experiencia como encargado de material y de vestuario y fue aprendiéndolo todo sobre la marcha.
Un utillero debe saber lavar, planchar, secar, serigrafía, organización de viajes, logística de transporte y, claro, de fútbol, por si el técnico le pide ayuda para organizar los materiales de los entrenamientos. Y debe saber escuchar. “Esto se llena de futbolistas después de un entrenamiento o de un partido”, dice Domínguez, en su sala debajo de la tribuna de Butarque. “Vienen a tomar café y a rajar. Este es el lugar para rajar. El sitio de los consejos. Ellos saben que les vamos a decir la verdad”, revela. “Aquí vienen a contar las penas”, agrega Titi, del Alcorcón. Zapico añade: “No solamente nos ocupamos de las botas y de la ropa. Hacemos de padres. Cuando el jugador no está bien, ¿quién está ahí? Cuando se lesiona, ¿quién está ahí?”.
Zapico viajó por primera vez a Estados Unidos con el Eibar en una gira de pretemporada. “En un viaje de Filadelfia a Las Vegas nos desaparecieron dos bolsas de ropa. ¡Por suerte era el último partido!”, cuenta. El compañero de Titi en Alcorcón, Javier Martín, aún recuerda aquella vez que olvidó todos los guantes de los porteros por dejarlos secando al sol: “Era un partido de pretemporada, pero nos los prestaron y no fue tan grave. Los porteros son muy cuidadosos con eso”. Domínguez olvidó un bolso en un AVE yendo a Girona a jugarse el ascenso: “Siempre llevamos como mínimo dos equipaciones por partido, a veces tres”. Y Zambrana en Alemania estaba ya en el bus cuando pensó por dentro: “¡Ay, los calzoncillos!”. El vehículo frenó en una mercería.
Los directivos, jugadores y entrenadores pasan, pero los utilleros permanecen durante años en la estructura de los clubes. “Que se lo pregunten a nuestras parejas”, dice Sevi, del Alavés. “Es una disponibilidad de 24 horas”, añade Domínguez, del Leganés. “El puesto te atrapa”, señala Titi del Alcorcón. “El fútbol es mi vida”, agrega Zambrana del Málaga. Y Zapico, del Eibar, el hombre que los une a todos, también resume su labor: “Salir de casa es ir a Ipurua. Soy feliz allí”