A LaLiga se llega por el carril de Alba
El lateral, más extremo, resquebraja la zaga del Atlético con sus carreras profundas por el carril izquierdo
Dicen por los pasillos de la ciudad deportiva del Barça, medio en broma o medio en serio, que Luis Enrique les hizo un último favor con el chándal de la selección el día que decidió no incluir a Jordi Alba en su lista. “Desde esa convocatoria, se ha visto su mejor versión. Le fastidió y, posiblemente, fue el estímulo que le faltaba”, apuntan, en referencia a que en esta temporada no tiene en el equipo a un lateral que le compita el puesto, a un futbolista que ponga en jaque su inflexible titularidad. Entre otras cosas porque Miranda, el otro zaguero de carril izquierdo, no cuenta para Valverde hasta el punto de que en caso de emergencia puso antes a Vermaelen que al canterano. Pero como se vio ante el Atlético —y en el resto de la temporada— Alba no necesita otra cosa que no sean espacios.
Antes de que se cumpliera el primer minuto de partido, Alba dobló a Coutinho, pisó la línea de fondo y puso su archiconocido centro, raso y atrás, a la llegada de un Messi que en esta ocasión no llegó a tiempo para el remate. Una advertencia, en cualquier caso, de que el Barça va a por LaLiga por la A-18 [sigla del apellido y dorsal del lateral]. Lo sabía Simeone que asumió el riesgo de colocar a Koke en su banda, futbolista que no negocia con el esfuerzo pero que no le atrapaba ni con lazo por la velocidad de Alba. Así se explicó en la otra conexión La Pulga-La Moto, cuando Messi levantó la cabeza desde la medular y filtró un pase a la carrera de Alba y a la espalda de la zaga contraria, descolocado Arias porque siguió a Coutinho, acertado como pocas veces en sus diagonales hacia dentro. Alba, sin embargo, le pegó suave y con el empeine ante la salida de Oblak y estrelló el balón en el poste. No se lamentó el lateral, que dio media vuelta y corrió a su posición porque atrás también le necesitaban con las caídas de Griezmann a su costado y los ascensos de Arias. Como en la última jugada del primer acto, cuando sisó el esférico en su área y lanzó con el pase una contra que impulsó Messi, prolongó Suárez y concluyó Coutinho con un remate que Oblak anestesió.
Expulsado Diego Costa, el viento sopló a favor de Alba porque con superioridad numérica el Barça buscó la posesión y la amplitud, más espacios para el 18. Y más alegría porque no atendió tanto al retrovisor sino que se atornilló en campo ajeno, cómodo en lo vertical porque hasta le señalaron un fuera de juego cuando pisaba el área rival. Y siguió con su juego al abordaje, actuando más de extremo que de lateral, despreocupado por lo que ocurría a sus espaldas, persistente como aspersor de centros. Como ese que Luis Suárez remató al bulto; como esa pared que Messi no pudo completar; o ese que Oblak atrapó. Pero se reservó el último pase para Suárez, que aceptó el reto con un chut desde fuera del área que acabó en diana. Nada raro porque Alba suma 15 asistencias en este curso y el Barça sabe que a LaLiga se va por la A-18.
Luis Suárez gana la batalla uruguaya
Se dieron besos y abrazos en el túnel de vestuarios, pero cuando pisaron el césped el cariño se tornó en refriega. Normal en el delantero Luis Suárez y los centrales Godín y Giménez, uruguayos que entienden el fútbol como un ejercicio de garra, de empuje y de lo que haga falta siempre que sirva para ganar. Pero venció Suárez, que marcó el primer gol del partido cuando todo parecía quedar en tablas charrúas.
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