Al Girona le vale con un penalti para batir al Barcelona
En un duelo falto de ritmo pero repleto de jugadores que apenas cuentan con oportunidades, el equipo de Eusebio vence la Supercopa catalana gracias a un lanzamiento desde los 11 metros
Sobrecargado como anda el Barcelona, de pie en las tres competiciones, no atendió a la Supercopa de Catalunya como una competición sino como un amistoso para probar a jugadores del filial y para poner a tono a los suplentes perennes del primer equipo como Murillo, Malcom y Boateng, también a un Todibo, que se vestía por primera vez de azulgrana y que como mediocentro demostró que no le falta clase –se marcó con acierto una ruleta a lo Zidane, una croqueta a lo Laudrup y hasta un caño-, por más que evidenciara que el pase de primeras no es lo suyo, futbolista que recuerda a Yaya Touré por su físico, calidad y zancada, pero que tiene rasgos mucho más defensivos, enredado un poco en la composición de fútbol. El Girona sí que trajo al primer equipo y, aunque Eusebio oxigenó las piernas de unos cuantos infalibles de su alineación, formó un once reconocible. Pero les faltaba de inicio la dinamita arriba (Stuani y Portu) y fue una penalidad que sufrió sobre todo Aleix García, que actuó de enlace y que puso pases al hueco para las carreras de Lozano y Roberts, también de un Doumbia que corría más que regateaba, que chocaba más que levantaba la cabeza. Hasta que entró Stuani, pateó un penalti y resolvió la Supercopa catalana.
BARCELONA, 0 - GIRONA, 1
Barcelona: Cillessen; Wague, Murillo, Umtiti, Miranda; Riqui Puig, Todibo, Aleñá; Malcom, Prince y Collado. También jugaron: Oriol Busquets, Chumi, Abel Ruiz. No utilizados: Peña; Guillem Jaime, Monchu, Kike Saverio y Mujica.
Girona: Iraizoz; Porro, Bernardo, Muniesa, Valery; Pere Pons, Granell, Aleix García; Lozano, Doumbia y Roberts. También jugaron: Suárez; Douglas, Alcalá, Raúl García, Paik, Portu, Montes, Stuani y Borja García.
Goles: 0-1. M. 65. Stuani, de penalti.
Árbitro: Medié Jiménez. Amonestó a Stuani y Montes.
Nova Creu Alta. Unos 10.000 espectadores.
El balón, en cualquier caso, era del Barcelona, cómodo jugando desde la raíz y hasta removiendo los hilos en la sala de máquina con Aleñá de timón. Pero ahí aparecieron los enredos, porque en el medio no había un jugador que la tocara rápido –a Todibo le costaba, a Aleñá no le apeteció y Riqui Puig entendió que debía conducir para dividir, pero a la que le sobró un toque besó la lona- para desespero de Boateng, que solo se ofrecía para jugar de espaldas a portería, como si hiciera tiempo que ha dimitido de ser futbolista. Poco más ofreció Collado, a quien le sobra fútbol pero le falta campo como extremo, jugador de toque y filigrana, y algo más de intención puso Malcom, pero a excepción de una genialidad en la banda que descontó a dos rivales, se quedó con las ganas, demasiado impreciso en el centro y poco ducho en el quiebro. Tampoco estuvo fino en el remate porque en la única ocasión que tuvo el Barça en el primer acto, la malbarató con un disparo demasiado tibio y centrado.
No había ritmo ni intensidad –no está ninguno de los dos equipos para perder jugadores con todo en juego-, por lo que las ocasiones apenas se dieron. Así, no sufrieron apenas Murillo –jugador que rechina con la idea cruyffista de la posesión- ni Umtiti, que se le vio muy entero, como si las molestias de la rodilla hubieran quedado en el olvido. Tampoco padeció el Girona, mucho más compacto y solidario en defensa, aunque escaso de ingenio y talento en el área rival. Ni siquiera la ruleta de cambios electrificó el encuentro, aunque sí que sirvió para que Todibo actuara de central como recambio de Umtiti, para que explicara que se puede dar un defensa como la copa de un pino. Pero tampoco duró demasiado sobre el tapete porque Chumi le dio relevo. Coincidió su marcha con la desdicha azulgrana o con el jauja del Girona porque Collado le pegó una patada a Valery en su intento por despejar y cometió un penalti que Stuani no erró. Pudo empatar el Barça con un centro de Malcom que remató de cabeza y al travesaño Aleñá [la tocó Iraizoz], pero no hubo más goles que el de los once metros. Aunque sí un buen sobresalto, cuando Stuani hizo una entrada fea y a destiempo sobre Riqui Puig. Se quedó en nada. Como el partido, de no ser por el tanto desde los 11 metros.
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