El Baskonia se pasea ante un rival directo
La intensidad vitoriana se cruza con la pasividad del Macabbi (97-73)
Las dos caras del Buesa Arena de Vitoria. La sonriente la mostraban Miguel Indurain y Marisa, su mujer, sentados en lugar preferente, divirtiéndose con el espectáculo; la doliente, la ponía el presidente del Maccabi, Shimon Mizrahi, sempiterno acompañante de su equipo, sufridor de las derrotas, discreto en las victorias. Frente al Baskonia le tocó la angustia y el desasosiego, porque los vitorianos se dieron el gustazo de arrollar a un conjunto que careció de ese espíritu guerrero que le ha hecho ganar tantas batallas.
Baskonia y Macabbi llegaban igualados a la cita, en la frontera de la siguiente fase, con las mismas victorias y derrotas, pero los macabeos fueron una sombra de sí mismos, no dieron una a derechas y estuvieron todo el partido a merced de los vitorianos.
Fue un duelo muy desigual casi desde el principio, que le sirvió a Perasovic, entre otras cosas, para medir la capacidad de su nuevo fichaje, Jalen Jones, que debutaba ante su público después de haber tenido ya minutos en dos partidos fuera de Vitoria.
El sustituto de Tornike Shengelia jugó 16,54 minutos, anotó cinco puntos y no atrapó ningún rebote. Todavía tiene que adaptarse al baloncesto europeo y a su manera diferente de jugar. “No me entrenaba tan duro desde el colegio”, apuntó en su presentación, después de conocer los métodos de Velimir Perasovic, que empieza a darle confianza.
Ayer era el día, para ese experimento y para cualquiera que hubiese intentado el técnico croata, porque enfrente no tuvo a un rival serio. Cuanto más se ensanchaba la sonrisa de Indurain, más sombrío era el rostro de Simon Mizrahi. Pasaban los minutos y los suyos no daban una, mientras el Baskonia acertaba en todo lo que intentaba: en ataque y en defensa. La ventaja de los baskonistas llegó a ser de 24 puntos, y a partir del tercer cuarto, los israelíes lo vieron ya todo perdido, porque sus rivales no aflojaban.
De hecho, sólo en el último parcial pudieron atemperar un poco los impulsos vitorianos, cuando ya todo estaba prácticamente escrito.
El Baskonia ni siquiera echó en falta la aportación de Janning o de Marcelinho Huertas, más apagados que de costumbre, porque con los puntos de Voigtmann y Hilliard y los rebotes de Poirier les dio para ganar el partido con comodidad. Ahora, uno de los presidentes, Josean Querejeta, mira con más optimismo las nueve jornadas que restan. Mizrahi, el abogado judío, que ascendió al Maccabi a la cima por el mero hecho de empezar, hace cinco décadas, a cobrar las entradas a los partidos, algo que al parecer no se le había ocurrido a nadie en Israel, observa con preocupación que a su equipo le queda mucho camino por andar.
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