España multiplica su eficacia
La selección de Luis Enrique somete a Inglaterra y Croacia enfatizando las asociaciones y el dinamismo sin el balón frente a la versión más simple que ofreció en el Mundial
El juego de España es como el embalse cuando se rompe el dique. Se desató un aluvión y bajo el agua quedaron sumergidas la cuarta y la segunda selección del Mundial. Primero Inglaterra en Wembley (1-2) y después Croacia en Elche (6-0). ¿Por qué la selección que quedó eliminada ante Rusia (70º del ránking FIFA, por entonces), dos meses después parece el mejor equipo del mundo? La prensa reunida en el Martínez Valero insistió durante toda la jornada del lunes al martes sobre el mismo punto en sus cuestiones a los protagonistas: “¿Acaso ahora jugáis un fútbol más directo?”.
Luis Enrique, Saúl, Asensio, Ceballos, Rodrigo y Busquets respondieron igual. Que no. Que quieren la pelota, como siempre.
"Eso de que el míster nos pide más pases verticales es algo que repiten en los medios de comunicación pero que para nada es así", declaró Saúl, riéndose ante la divergencia existente entre aquello que algunos ven desde la grada y aquello que ocurre sobre la hierba.
Zlatko Dalic también opinó así. El seleccionador croata dijo que él no ve que España haya perdido ni el gusto por el balón ni por elaborar las jugadas. “Sigue teniendo la posesión que tenía”, observó, “pero ahora juega con más profundidad porque ocupaba mejor los espacios y eso hace que sea más vertical”.
El tiquitaca no ha muerto, dice Dalic. Es solo que durante el Mundial la selección que abanderó el juego de toque jugó mal. Puesto que ahora juega bien, llega al disparo con más posibilidades de acierto. Contra Croacia el equipo remató 12 veces en el área y cuatro desde fuera. Un promedio inferior a los remates que hizo en el Mundial, cuando disparó más desde fuera del área (ocho veces contra Rusia), pero con menos puntería.
El segundo gol de Asensio (3-0) reveló la naturaleza del cambio. Cuando el extremo recibió la pelota y arrancó hacia el área, Rodrigo, que oficiaba de delantero centro, no fue hacia él ofreciéndose y cuerpeando a los centrales para recibir de espaldas, sino que se alejó cambiando rápido de dirección y desmarcándose al segundo palo. El movimiento obligó a la defensa croata a desplazarse hacia atrás despejando el ángulo de tiro de Asensio. “Seguimos queriendo el balón”, advirtió el madridista. “Pero ahora tenemos más recursos arriba”.
Los "recursos" son conceptos inculcados durante los entrenamientos a futbolistas naturalmente capaces de ejecutarlos. La clave la proporcionó Luis Enrique cumpliendo con una máxima del juego elaborado. El nuevo seleccionador entiende que la verticalidad no la dan las llegadas al área, ni los choques, ni los pelotazos, ni siquiera los disparos, sino la combinación de pases y desmarques de ruptura generados en cadena a partir del delantero centro. Es ahí donde muere o triunfa el 4-3-3 que España y el Barça llevaron a su máxima expresión. Exactamente donde apunta la medida más trascendente del entrenador, que alineó a Rodrigo Moreno, hábil para desmarcarse en espacios reducidos, durante 180 minutos contra Inglaterra y Croacia, mientras que Morata, el único punta de referencia de la plantilla, no jugó un solo minuto.
“Rodrigo es un delantero versátil”, explicó Luis Enrique, “que se puede asociar porque tiene un juego entre líneas espectacular, puede jugar en la banda, tiene llegada y desmarques buenísimos. No es el típico nueve de referencia, pero estoy encantado”. Rodrigo demostró su capacidad asociativa con 18 pases buenos y cuatro malos ante Croacia. Las cifras le distancian de Diego Costa, autor de nueve pases buenos y seis malos ante Rusia, el día de la eliminación del Mundial.
Restándose importancia a sí mismo, Luis Enrique desveló el secreto con toda la claridad que le permiten los deberes protocolarios de su cargo: “Aquí los que hacen lo verdaderamente difícil son los jugadores”. Entre la eliminación en Moscú el 1 de julio y la goleada a Croacia el 11 de septiembre lo que ha obrado la verdadera transformación ha sido la elección y colocación de los futbolistas. La delantera en Moscú fue Silva, Costa y Asensio; y el centro del campo Koke, Busquets e Isco. La delantera en Elche fue Asensio, Rodrigo e Isco; y el medio campo Saúl, Busi y Ceballos. Para cerrar el círculo, el lateral derecho ante Croacia no fue un central reconvertido como Nacho, carrilero en Moscú, sino Carvajal, uno de los mejores laterales para el fútbol de posesión.
Los pases
Ceballos, que debutó con la selección absoluta ocupando el carril que liberó la retirada de Iniesta, se convirtió en Elche en la gran revelación de la semana española de Liga de Naciones. “Busquets me preguntó si estaba nervioso y le dije que estaba deseando jugar a su lado porque es un gran jugador. Me he sentido muy cómodo. Creo que hemos renovado la alegría perdida”, dijo.
Las estadísticas indican que esta nueva versión de España no viene a reemplazar el juego de toque por la aceleración y el pase largo. El día del 6-1 contra Argentina en el Calderón, Iniesta dirigió una sinfonía con 23 pases en 56 minutos. Frente a Croacia, Ceballos dio 86 pases buenos, más de uno por minuto. España completó 832 pases: nueve entregas por minuto. Exactamente el mismo promedio que registró cuando cayó eliminada ante Rusia, uno de los rivales técnicamente más pobres de Europa.
En ninguno de los tres partidos de la fase de grupos del Mundial la selección dio más pases que contra Croacia. Contra Portugal, que le cedió el campo y el balón, España dio 759 pases, máxima expresión del equipo que preparó Lopetegui. Frente a Irán, la selección que más tiempo transcurrió metida en su área, España sumó 776 pases. En repetidas ocasiones, la presencia de Costa en el área obigó al equipo a simplificar las acciones de ataque.
La España de Luis Enrique no es más profunda y goleadora porque elabore menos. Es más profunda y goleadora porque elabora más y mejor.
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