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Rohan Dennis es de nuevo el primer líder de la Vuelta

Victoria del australiano en una contrarreloj en la que su compatriota Richie Porte es el favorito que más tiempo cede

Carlos Arribas
Dennis, al final de su contrarreloj.
Dennis, al final de su contrarreloj.JORGE GUERRERO (AFP)

Termina tan abrasado Loïc Chetout su contrarreloj, casi 11 minutos su corazón a 180 pulsaciones en la Málaga de las cinco y media de la tarde, que en cuanto regresa al punto de partida se lanza sin pensarlo, con zapatos y todo, al agua del puerto, no muy lejos de donde todas las tardes atraca el barco de Melilla. Ya refrescado le rescata del agua su compañero Luis Ángel Maté. No muy lejos, Imanol Erviti, que aún no ha partido, mide la presión de sus neumáticos apretando fuerte el pulgar contra el caucho, deja escapar un poco de aire por la válvula y ya satisfecho le dice al mecánico del equipo, comprueba la presión que tienen con el manómetro y apúntala, es la que quiero.

El ciclismo de competición es siempre un compromiso entre la intuición y la ciencia, el sentido común y los cálculos aerodinámicos, y también la contrarreloj, que gana el favorito, el australiano Rohan Dennis, uno que usa casco, como todos, pero se ha rapado la cabeza al uno, como para indicarle al aditamento qué forma quiere que adopte, de la misma manera que otro especialista, el campeón de Europa, Victor Campenaerts, el más artesano de todos, muestra el compromiso con sus manos sin guantes y papel secante en las palmas y su casco sin visera ni gafas que dejan ver su mirada ansiosa siempre hacia delante, la barbilla apoyada en las manos sobre su manillar, un poco a lo Graeme Obree, el escocés que batió el récord de la hora con una bici hecha en casa. Y solo levanta la vista, desesperada, cuando cruza bajo la pancarta de meta y observa que por 1s no ha ganado a Michal Kwiatkowski, el polaco volador que dicen que quiere disputar la general.

Aún no había partido Dennis entonces, y la media que consigue el australiano, 49,7 kilómetros por hora en una Málaga en la que las palmeras ya dan sombra y no duele ver a los ciclistas bajo el sol que quema, parece un imposible. Un año después de vestir el maillot rojo de líder de la Vuelta por primera vez tras la contrarreloj por equipos de Nîmes, el ciclista del BMC, un especialista en la materia, repite en Málaga. Ya ganó el prólogo del Tour hace tres años y hace cuatro meses perdió el prólogo del Giro por décimas de segundo respecto a Tom Dumoulin, pero vistió de rosa líder durante los días siguientes. En la Vuelta seguramente lo mantenga toda la primera semana, pues se maneja con suficiencia en la media montaña. Y los favoritos no tienen prisa por atacarlo.

Los favoritos sobreviven, como era su deseo, aunque con palpitaciones. Dos minutos después de que Dennis hubiera dejado como una exhalación con turbo la rampa de salida llega jadeando a ella, apresurado, empujado por su masajista, Nairo, quien ha revolucionado sin querer el protocolo de calentamiento precontrarreloj. Llega en el último segundo de la hora marcada. Ha apurado tanto que toma la salida sin pararse, y aunque comienza dudoso termina fuerte. Entra el colombiano de pleno en el tramo de medio minuto en el que se encastran las casi dos decenas de corredores de los que todos hablan, una patulea, todos muy juntitos pero separados por segundos que son detalles que todos analizan.

Por delante está el holandés Wilco Kelderman, y tiene a Valverde pegadito a él, a 2s, y a Nairo a 6s; por detrás, a 29s, cierra el grupo Richie Porte, la decepción esperada del día.

La segunda etapa acaba hoy en el repecho de Caminito del Rey. Habrá que empezar a hablar de Peter Sagan, claro.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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