Tiger Woods pide cita con la historia
El estadounidense firma su mejor vuelta (-5) en un grande desde 2011 y luchará por ganar su 15º ‘major’ con 42 años, 10 después de su última cima. Spieth, Schauffele y Kisner son líderes con -9
Go Tiger! El ¡Vamos Tiger! es seguramente el grito más escuchado en la historia del golf. A cada golpe que da en cada campo le sigue esa exclamación de dos palabras. Una especie de saludo universal que profieren tanto niños como adultos. El hombre lleva toda su carrera haciendo un ejercicio profundo de concentración. Como si en su mente solo existiera él, la bola, el palo y el hoyo. Así se comportó durante los años en que amasó un tesoro de 14 grandes como el gran tirano del golf. Fue antes de caer en los infiernos, de su pesadilla de lesiones, escándalos personales, dependencia de los fármacos contra el dolor y visitas a la comisaría. Esa ha sido su vida en los últimos tiempos. El agujero del que ahora, con 42 años, quiere salir no solo para volver a ser feliz, sino para volver a ganar —quizás para él las dos cosas están irremediablemente relacionadas—. En esa reconversión, algo ha cambiado en Tiger... o lo intenta. No parece tan robótico. Este sábado, durante la tercera jornada del Open Británico, en Carnoustie, hasta chocó las manos de unos niños durante el pasillo que conduce del hoyo cuatro al cinco -el día anterior había evitado firmar unos autógrafos a otros jóvenes-. Puede parecer un gesto normal. No si eres Tiger Woods.
Los niños se quedaron alucinados. Habían tocado las manos de un mito. Las manos que acababan de firmar su primer birdie de la jornada. El primero de seis, rebajados con un bogey, que estamparon ese -5 en la tarjeta de Tiger para situarse entre los mejores y opositar este domingo a la Jarra de Plata. Para Tiger, no solo es su mejor vuelta en un grande desde la segunda ronda del Masters de 2011, cuando logró un -6. Es, sobre todo, la posibilidad de luchar por volver a ganar un grande 10 años después de su última conquista, el US Open de 2008, de retomar su racha de 14 majors en busca de los 18 de Jack Nicklaus. Es una cita con la historia.
Un decenio o más de una corona a otra
Solo cinco golfistas en la historia han ganado un grande con 10 años o más de diferencia respecto a su anterior éxito en el Grand Slam. Tiger pretende ser el sexto.
Henry Cotton. En la prehistoria, el inglés se doctoró en el Open en 1937 y en 1948, con 11 años entre ambas cimas.
Julius Boros. El estadounidense ganó el US Open en 1952 y 1963, también con 11 cursos de paréntesis. Con el PGA de 1968, se convirtió en el ganador más veterano de un grande, récord todavía vigente.
Hale Irwin. US Open de 1979 y de 1990.
Ernie Els. Open de 2002 y 2012. 10 años de diferencia.
Lee Trevino. PGA de 1974 y 1984.
Es Tiger contra Jordan, también. Spieth encabeza la tabla con -9, cuatro de ventaja sobre Woods, empatado con Xander Schauffele y Kevin Kisner, un trío estadounidense al mando. Spieth no hace concesiones. Con 24 años, suma tres grandes y es el campeón vigente del Open. Tiene un juego de fábula y una mente de acero. Creció viendo a Tiger, como tantos otros, pero no tendrá piedad. A su alrededor la competencia es feroz. Francesco Molinari (-6) completó una jornada sin ningún bogey, Rory McIlroy (-5) ya sabe lo que es triunfar en un Open (2014), y Justin Rose (-4) protagonizó una gran remontada con siete bajo par en el día y cinco birdies en los últimos nueve hoyos. El viento que se espera sople con más fuerza por la tarde añade otro ingrediente de suspense al desenlace.
El Tigre bordó el juego en Carnoustie. Utilizó seis veces el driver, más que en las dos rondas anteriores juntas (una vez y tres), y apenas cargó con un par de fallos: un putt errado en el 16 y un mal golpe de salida en el 18. El resto fue pura magia, recuerdos de aquel Tiger esplendoroso. Woods no pasó casi apuros y se concedió muchas opciones de birdie. Sólido desde el tee (80% de calles) y firme en el juego corto. Desde el birdie del cuatro cogió velocidad. Otro en el 6 le situaba con -2 y le devolvía esa sensación perdida de pelear con la élite. Tuvo más opciones de recortar en el 7 y el 8, y el bombazo llegó en el 9 con un putt larguísimo, marca de la casa, uno de esos que solía escribir como nadie. Fue el broche a unos nueve primeros hoyos fantásticos que enlazó con dos birdies más en el 10 y en el 11. El Tigre estaba lanzado y cuando hizo bingo en el 14 se colocó colíder del Open durante unos minutos, aunque él no lo supiera.
El putt fallado en el 16 le bajó del tren de cabeza. Y a punto estuvo de descabalgarse más en el 18 con un golpe que salvó por muy poco la ría. La fortuna le guiñó un ojo. El resto, una obra de arte para llegar a green, salvar el par y acabar con -5 y con todas las opciones sobre la mesa, aunque no haya ganado un grande partiendo de tan lejos (29º) tras el corte.
El reto de Tiger es himalayesco. Y el tiempo juega en su contra. En la historia, solo ocho golfistas han conquistado un grande con 42 velas. Conforme pasan los meses se reducen drásticamente los supervivientes en la cima: seis vencedores en un major con 43 años, tres con 44, dos con 45, dos con 46 (entre ellos Nicklaus en el Masters de 1986); y uno con 48, Julius Boros en el PGA de 1968. Tiger ya tenía 14 grandes con 32 años, cuando lo que solo parecía una cuenta atrás para cazar a Nicklaus se detuvo de golpe y entró en una espiral de autodestrucción. Ahora ve la luz. Pero al calendario de su carrera cada vez le quedan menos hojas. “Creo que volverá a ganar un grande”, dijo Nicklaus, otro depredador capaz de enlazar su 18ª y última corona seis años después de la anterior. Tiger lleva 10 años de sequía.
Clasificación: 1. J. Spieth (EEUU), X. Schauffele (EEUU) y K. Kisner (EEUU), 204 golpes, -9. 4. K. Chappell (EEUU), -7. 5. F. Molinari (Ita), -6. 6. T. Woods (EEUU), W. Simpson (EEUU), A. Noren (Sue), M. Kuchar (EEUU), R. McIlroy (Irl.N.), T. Fleetwood (Ing), Z. Johnson (EEUU), -5. 13. J. Rose (Ing), A. Cook (EEUU), A. Scott (Aus), C. Hoffman (EEUU), Z. Lombard (Sud), T, Finau (EEUU), E. Van Rooyen (Sud), -4. 78. R. Cabrera Bello, +7.
Este domingo, última jornada, de 10.00 a 20.00 en Movistar Golf.
Así va la clasificación del Open Británico.
"Hacía mucho que no me sentía así, será divertido"
El paso del tiempo no perdona a nadie por muy mito que sea. Cuando Tiger se quitó la gorra de Nike para saludar al final de la jornada a su compañero de ronda, el sudafricano Shaun Norris, y a su caddie, dejó al descubierto esa falta de pelo que a veces acompañaba el avance de los años. Con la gorra puesta, hay pocas diferencias físicas aparentes entre el Woods de antes y el de ahora. Con la cabeza al aire, fue evidente que han pasado 21 años desde que Tiger ganó su primer grande y cambió para siempre el golf.
Entre ese Masters revolucionario y el US Open de 2008 que ganó cojo, Tiger construyó su mito. Un edificio de 14 grandes que dejó inacabado. Su particular Sagrada Familia.
Tiger no jugó ningún grande en 2016 y 2017, y en cuatro de los cinco últimos ni siquiera había superado el corte —salvo el pasado Masters, en el que fue 32º—. Las piezas han ido encajando poco a poco hasta hacer clic en Carnoustie, en el Open, en el grande que valora especialmente porque permite un juego mucho más creativo. También el grande que más premia la experiencia. En los últimos 20 años, en ningún major como en el British han triunfado tanto los golfistas de 40 años o más. Ahí está el extraordinario caso de Tom Watson, que estuvo a punto de ganar en 2009 en Turnberry con 59 años. Y de Bernhard Langer, que con 60 ha superado el corte en esta edición y ayer jugó (-1) con Rafa Cabrera (+7).
Woods se apunta al baile de los veteranos. “Hace años que no me sentía así en un grande”, dijo ayer después de su ronda. “He jugado bien hoy. He dado muchos buenos golpes. Realmente sentía que tenía el control de la bola. Y conseguí algunos putts largos. Fue muy bueno para mí no acabar con dos bogeys en los tres últimos hoyos, jugando como había jugado”.
¿Es posible que vuelva a ganar un grande?, le preguntaron al Tigre ahora que huele de nuevo la sangre. “Ciertamente es posible”, contestó; “he demostrado que estoy ahí lo suficientemente cerca como para tener una oportunidad este año. Dado lo que pasó en los últimos años, no sabía si iba a volver a tener esta opción, pero aquí estoy, con la posibilidad de ganar un grande este domingo. Va a ser divertido. Habrá que hacer seis, siete u ocho bajo par para ganar”. Woods sabe que le espera otro reto gigante. Y está ilusionado como un niño.
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