Lopetegui se va al Madrid y debilita su condición de líder de España
El seleccionador rompe su vínculo con la federación a tres días del debut en el Mundial. El anuncio provoca estupor en una plantilla con síntomas de división
La noticia de que Julen Lopetegui, seleccionador nacional de España, había roto su contrato para fichar por el Real Madrid, estalló ayer con estrépito. El cielo de Krasnodar, al norte del Cáucaso, vibraba con las detonaciones de decenas de fuegos artificiales conmemorativos de la declaración de la soberanía nacional de la Federación de Rusia, aprobada el 12 de junio de 1990, cuando un sentimiento de perplejidad se instaló en el cuartel de La Roja. Faltaban tres días para el debut contra Portugal cuando el comunicado madridista impactó en una plantilla que deberá hacer un ejercicio de regeneración ante la evidencia de que el responsable ha preferido desvincularse.
Jorge Mendes, el representante más poderoso del mundo, le insistía a Lopetegui desde hace más de un año en que le llevaría al Madrid. Lo cuentan fuentes de Gestifute, la empresa del agente portugués, y lo repiten admirados en el entorno del entrenador. Lopetegui, que sentía que no tenía el caché suficiente, reaccionaba con incredulidad ante lo que parecían bravuconadas. Pero Mendes se ponía serio y le recordaba que en la industria del fútbol él era capaz de hacer que sucediera lo imposible. La evidencia estaba de su parte. Le advirtió: “¿Acaso no parecía imposible que un entrenador que nunca había dirigido en Primera División acabase fichando por el Oporto y dirigiendo en Champions?”.
Si había saltado de Segunda a la Champions sin escalas, pasar de la selección española al Madrid no tenía por qué suponer un obstáculo insalvable para un buen vendedor. Mendes cumplió su palabra. Lopetegui lo confirmó mientras se instalaba en la base de Krasnodar, el pasado domingo, al frente de un equipo que ya no era su única preocupación profesional. La noticia se extendió a través de un comunicado del Real Madrid. La federación replicó dos horas después con otro comunicado en el que informaba de que su presidente, Luis Rubiales, estaba al corriente de las negociaciones entre el club y su seleccionador. Pero ninguna de las personas consultadas ayer en la concentración conocía que el máximo responsable de la plantilla acababa de rescindir su contrato, ampliado hace tres semanas hasta 2020, en el momento más importante del ciclo de su trabajo. Previo pago de dos millones de euros de una cláusula de rescisión sorprendentemente baja. El sueldo de Lopetegui ronda los tres millones de euros brutos y las cláusulas liberatorias, por norma, nunca son inferiores.
“¡Deberían echarlo ya mismo!”, dijo un funcionario federativo, atónito ante lo que considera una suerte de traición a los códigos de convivencia en plena campaña mundialista. La necesidad de despedir fulminantemente a Lopetegui para afrontar el Mundial con otro entrenador ha calado en un sector de la directiva de Rubiales. Hay dirigentes que sugieren el nombramiento del director deportivo, Fernando Hierro, como seleccionador con carácter inmediato.
Las fuentes consultadas en el vestuario también aseguraron ignorar por completo el asunto y manifestaron su desconcierto. Fernando Hierro comentó a su gente de confianza que no tenía ni idea de que Lopetegui había fichado por el Madrid, aunque conocía que había existido un sondeo de parte de José Ángel Sánchez, director general ejecutivo madridista. Hierro y los jugadores lo supieron antes del entrenamiento vespertino, cuando Lopetegui los reunió para avisarles de la situación. Anoche se difundieron imágenes de Telecinco en donde se ve a Hierro abroncando a Lopetegui, a quien consideraba un amigo. El director deportivo se siente traicionado.
Las negociaciones
Fue Carlos Bucero, fiel asociado de Mendes, quien se ocupó de la labor de intendencia de la representación, pero quien movió los hilos gruesos fue el jefe. En Gestifute aseguran que Lopetegui siempre estuvo en deuda con el empresario que le construyó la carrera. Si alguna vez se le pasó por alto, se lo recordaron.
El vínculo de este entramado con el equipo nacional generó situaciones inéditas en la selección. Hasta cuatro futbolistas de la actual plantilla de España, De Gea, Rodrigo, Saúl y Diego Costa, son clientes de Mendes.
La posible incompatibilidad profesional se convirtió en rumor. Hace meses que jugadores importantes de la selección sospechan que el técnico toma decisiones que afectan al funcionamiento del equipo pensando en su carrera después del Mundial. La charla de Lopetegui para comunicar su decisión indignó a más de un jugador, puesto que entró en contradicción con las reiteradas admoniciones de un hombre que se había pasado la última semana insistiendo a sus futbolistas que solo debían prestar atención al Mundial.
Las relaciones entre Luis Rubiales, el flamante presidente de la federación, y Florentino Pérez, su homólogo madridista, son, a tenor del entorno presidencial de la RFEF, muy buenas. Esta sintonía, sin embargo, no pareció evidente en la total falta de sincronización a la hora de responder a la crisis. Zarandeada la selección mientras dormía la siesta, la federación tardó más de una hora en confirmar el comunicado del Madrid. Se imponía un ejercicio de liderazgo que señalara el rumbo a unos futbolistas cada vez más desconfiados cuando Rubiales suspendió su viaje a Moscú para participar en el congreso de la FIFA. El mandatario, que corre el riesgo de quedar desautorizado, regresó a Krasnodar para intentar reestablecer el orden.
El comunicado —corregido— de la federación resultó extravagante: “La RFEF anuncia la marcha del seleccionador Julen Lopetegui una vez que finalice la participación de España en el Campeonato del Mundo de Rusia. La RFEF recibirá el pago de la cláusula de rescisión para que el actual seleccionador pueda firmar por el Real Madrid. La RFEF solicita el máximo respeto para mantener la normalidad en la concentración de la selección nacional a las puertas de nuestro debut ante Portugal”.
La cúpula de la federación pidió respeto para Lopetegui. Ahora Lopetegui deberá convencer a sus jugadores y a los empleados que le tachan de deshonesto, que merece mucho más que eso. Le compete gobernar al equipo en la competición más implacable que existe y a su alrededor proliferan las voces que le niegan hasta la madera de líder.
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