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Alan Kennedy: “Mi Liverpool era el mejor equipo de la época”

Entrevista con el lateral inglés, que metió el gol decisivo en la última final de la Copa de Europa que perdió el Real Madrid, en 1981

Kennedy celebra el gol al Madrid en la final de 1981.
Kennedy celebra el gol al Madrid en la final de 1981.BOB THOMAS (GETTY)

Steve Heighway, Terry McDermott, Graeme Souness, Ray Kennedy o Alan Kennedy parecían sacados de un molde. Todos cumplían puntualmente con el arquetipo castrense del trabajador británico de posguerra. No eran ejemplos de subversión en una época social convulsa sino modelos de un cierto orden popular. Repudiaban el punk, adoraban a los Bee Gees, se consumían en salas de baile y se aficionaban a las copas, a todas las copas. Integraban el club inglés más exitoso de la historia de las competiciones de la UEFA, obra de sus entrenadores. Gestionado desde la sala de las botas, el célebre boot room de Anfield, y no como ahora, desde la junta de accionistas. Elevado a la cima por modestos héroes de provincia, tipos como Alan Kennedy (Sunderland, 1954), que metió el gol decisivo en la última final de la Copa de Europa que perdió el Real Madrid.

Pregunta. Recojo un testimonio suyo en The Boot Room, en el que refiere una de las instrucciones que solía darle Joe Fagan desde el banquillo: “Siempre me decía que si no estaba en posesión entonces tenía que estar en posición”. ¿Se puede sintetizar mejor lo que debe hacer en el campo un futbolista?

Respuesta. Nosotros teníamos tres maestros. Joe Fagan, el entrenador, Ronnie Moran, el ayudante de campo, y el mánager, Bob Paisley, que era un hombre muy reservado. Yo los escuchaba siempre que tenían algo que decir. En los años que pasé en el Liverpool nunca dejé de aprender.

P. ¿Estar en posición suponía estar listo para apoyar al compañero que tenía la pelota o estar listo para defender?

R. Significaba que cuando el equipo perdía el balón cada uno de nosotros debía estar situado en la posición correcta para defender. Para mí suponía bajar al lateral izquierdo. Era una consigna que valía para todos. Una vez en posición ningún equipo podía meternos un gol. Cuando recuperábamos la pelota podías irte arriba a discreción. Yo subía mucho. Pasaba los partidos buscando la oportunidad de irme arriba. No me gustaba estar en mi campo defendiendo.

P. ¿Entonces el día que metió el gol en la final del 81 estaba completamente fuera de posición?

R. Si. A veces debes arriesgar. No se puede provocar una ocasión de gol sin asumir un riesgo y eso sentí que hice en esa jugada. Los jugadores del Madrid quizás dudaron. Quizás cometieron un error de juicio al anticipar lo que yo haría. Me dejaron libre y yo corrí hacia el área. Si tenía que ocurrir lo inevitable, tenía que ocurrirme a mí porque hice lo impredecible. Me quedé en una situación tal que, o bien podía tirar a puerta o centrar a la derecha al compañero que ocupaba la posición de delantero centro. Elegí disparar al primer palo y creo que hice lo correcto.

P. ¿El marcaje al hombre fue el gran problema del Madrid?

R. Paisley nos dijo en el descanso que en el mediocampo no había espacio, y que debíamos buscarlo por afuera. Quería que los laterales estuviéramos alertas para buscar ese espacio. Sé que Del Bosque estaba marcando a Ray Kennedy, pero mi movimiento no fue impulsivo. No fue correr por correr. Fue una carrera inteligente. Pudo haber ocurrido cualquier cosa, pero el saque de banda de Ray fue perfecto para mí. Había marcado un gol en la final de Copa contra el West Ham y cuando vi a Ray haciendo el saque de banda imaginé que podría provocar una situación metiéndome en el área. Creí que mi movimiento podría provocar un espacio para que remataran David Johnson o Kenny Dalglish, pero claro, ¡estaban marcados al hombre! Así es que me quedé solo. Durante el partido rematé tres veces: dos a puerta y una fuera. Para ser un lateral no estuvo tan mal.

P. Marcó el gol decisivo en la final de 1981 y volvió el gol decisivo en la final de 1984, contra la Roma. ¿Cuántas veces al día recuerda esos momentos?

R. ¡Tengo que vivir en el presente! Pero no podemos olvidar que aquella fue una grandísima época para el fútbol británico. Los británicos dominábamos las competiciones europeas. Ganamos la Copa de Europa en 1977, 1978, 1970, 1980, 1981, 1982, el Hamburgo la ganó en 1983, y la volvimos a ganar en 1984. Fue brillante. El Liverpool era, probablemente, el mejor equipo de su tiempo.

P. ¿Cómo definiría el estilo de su Liverpool?

R. No teníamos un método de juego. Simplemente salíamos al campo y le ganábamos a los mejores equipos del mundo. El partido contra el Madrid no fue bueno. Fue un pobre espectáculo futbolístico. En el descanso lo dijimos: ‘Aquí lo más importante es ganar’. Sabíamos que acabaría 1-0.

P. ¿Por qué el fútbol británico no ha vuelto a ser tan fuerte en el continente?

R. Porque Europa nos dejó fuera. La sanción que nos prohibió jugar en las competiciones de la UEFA durante cinco años [tras la masacre de Heysel] no ayudó a los equipos que legítimamente se clasificaban. Ese fue un factor, y luego la Premier League desarrolló un sistema diferente de competición. Cuando ganábamos la Liga clasificábamos para la Copa de Europa y representábamos a nuestra nación. Nos sentíamos orgullosos. Ahora van los primeros cuatro. Quizás no se sientan tan presionados para jugar bien. En mis tiempos yo era un hincha del Liverpool. Y el punto de partida siempre era la Liga. Te lo inculcaban los dirigentes: la Liga era lo más importante, y después te concentrabas en las copas.

P. ¿Qué opina de este Liverpool?

R. Son muy capaces de ganarle a cualquiera. Juegan del modo adecuado a la historia del club: con mentalidad atacante. Les da igual conceder goles al rival o lo que sea. Juegan con la determinación de meter más goles que el oponente. Me gusta eso. Creo que son buenos. Creo que algunos futbolistas destacan especialmente. Lo más notable de esta experiencia es que Jürgen ha organizado un equipo capaz de ganar un título. Estamos a 90 minutos de conseguir el primer trofeo de este proyecto, y es el más complicado. Una vez que ganas el primer título los demás vienen con más facilidad.

P. ¿Cuál es su jugador favorito?

R. Virgil van Dijk. Es terriblemente bueno en la organización. Hace muy bien su trabajo. Nos ha proporcionado una gran estabilidad. Te permite pensar a largo plazo. Es la clase de jugador sobre el que puedes construir un ciclo ganador.

P. ¿Sigue llevando un par de botas en el maletero del coche?

R. Sí. Sigo llevando mi equipación. Todavía me parece que puedo jugar a un cierto nivel. Pero a mis años… ¡la edad no miente! Ahora mismo acabo de jugar una partida de golf con Kenny Dalglish y un grupo de jugadores del 78.

P. ¿Qué es lo que más echa en falta en el fútbol actual?

R. El fútbol ha cambiado dramáticamente. Todo parece bueno. Ahora todo gira alrededor del fútbol. En el noroeste de Inglaterra cada crío que me cruzo quiere ser futbolista. Ya sabemos que es un buen trabajo siempre que llegues a la cima. Es muy bonito jugar para un gran equipo. Es muy lucrativo. Hay dinero por todas partes. Pero la motivación sigue siendo una parte fundamental del juego. Cuando yo jugaba para el Liverpool no estabas tan pendiente del dinero que cobrabas como de ganar todos los trofeos que pudieras.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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