El Deportivo se gana el derecho a soñar ante el Athletic
El Athletic fracasa en su empeño de acercarse a puestos europeos ante un rival que por primera vez desde noviembre de 2015 encadena dos victorias seguidas y se reaviva para perseguir la salvación
Apenas 48 horas antes de que su equipo saltara al césped de San Mamés, Clarence Seedorf llevó un invitado al vestuario coruñés, nada menos que al elegido como mejor futbolista de la historia del Deportivo según una encuesta promovida por el club. Pocas discusiones sobre el calado de Mauro Silva, que esta semana dejó a la vista la placa que le perpetúa en el callejero de A Coruña. Seedorf es optimista hasta la irritación porque así se toma buena parte de la afición su empeño en ver lleno un vaso que apenas tiene gotas. Ese día antes de ir a entrenar, a orillas de la ensenada de Riazor, mantuvo una larga conversación con Mauro. Y los dos se dieron la razón: el Deportivo, ocho puntos atrás del Levante y con siete jornadas por jugar, debía rearmarse espiritualmente para que si habia que morir fuese de pie. Ese fue el mensaje que se esforzó en transmitir en la caseta el mito brasileño, que se alineó con el entrenador en un doble pivote motivador. Con esa gasolina el Deportivo se presentó en San Mamés. Voló durante una hora y padeció al final, pero se llevó los puntos en su segunda victoria fuera de casa esta temporada y vuelve a quedar a la espera de lo que haga el Levante, que esta jornada visita al Atlético en el Wanda Metropolitano.
El Athletic ha anunciado derrumbe durante bastantes semanas y se desplomó justo cuando asomaba la esperanza, tras ganar en Villarreal y en pleno abaratamiento de las plazas europeas. No le dá al equipo de Ziganda, que está hecho unos zorros. El Deportivo lo desnudó de inició y le golpeó dos veces como más debería doler en Bilbao, feudo en el que durante tantos años se hizo una religión del juego por alto en las áreas. Ahí tocaron dos balones Schär y Borges para que Adrián rematase dos veces para fulminar al Athletic antes de que se contasen los primeros catorce minutos.
San Mamés, que ya no pasa una, mostró su enfado. Lo hizo durante varios pasajes de la primera parte en la que su equipo se vio superado por la movilidad de los delanteros blanquiazules. Lucas Pérez no le ofreció referencias a los centrales y a partir de ahí se desbarató el Athletic, que no sujetó a Emre Çolak ni a Adrián. Creció el Deportivo, en el que Seedorf ha encontrado un guía en el mediocampo porque Mosquera demuestra cada vez que juega por delante de la defensa que es el mejor futbolista del equipo para evolucionar en ese posición. Y que rinde mejor cuando no tiene un compañero a su misma altura. Con ese andamiaje se desparramó el equipo ante un rival chato, superado en todos los aspectos, con Beñat fuera de onda, sin más colmillo que el de Iñaki Williams, abocado a sobrevivir en torno al oficio de Raúl García y Aduriz, que comenzó otra vez el partido en el banquillo y salió al campo al inicio de la segunda parte.
Ese poso trajo de vuelta al Athletic al partido tras el descanso. Marcó Raúl García tras saque de esquina, pero al Deportivo no le dio tiempo ni a temblar porque antes de palparse el ropaje, Beñat cometió un error en su propio campo y en tres pases se armó un gol, rubricado por Borja Valle. Ese era el Dépor, concreto, atento para robar y desplegarse sin un pincel barroco. Era lo que fue Lucas Pérez, que no marcó, pero pudo hacerlo en una acción que pudo ser definitiva, una galopada tras balón largo de Schär en el que regateó a Kepa Arrizabalaga y se topó con Íñigo Martínez ante la línea de gol. Ocurrió que la lupa advirtió de que el meta local había tocado la pelota con la mano fuera de su área. No lo vió ni el árbitro ni su asistente más próximo a la jugada. Fue la acción que cerró la primera parte y que pudo sentenciar el partido.
O no. Porque nada le sobraba al Deportivo. Seedorf había tenido que retirar en el descanso a Adrián por lesión y antes de la hora de partido decidió relevar a Emre Çolak. Ahí perdió el mando porque se acabaron las combinaciones que tanto dañaban al Athletic, que aún debilitado como está siempre es el Athletic. Y San Mamés obliga. Se fue arriba el equipo porque salió Muniain al campo y encendió la chispa que no tenía porque el Deportivo encajó un gol que tenía dos buenos motivos para no haber entrado porque Raúl García empujó a Borja Valle y porque no es admisible que en la élite un portero conceda un gol olímpico, de Susaeta, que entra a la altura de sus pies. Rubén es cara y cruz y eso no termina de ser bueno para un guardameta. Se desquitó con dos grandes intervenciones cuando el Athletic apretó al final a un rival cansado que tiene enormes problemas para defenderse cerca de su portería, pero que cantó victoria. Y no es un triunfo cualquiera porque el Deportivo no sumaba dos consecutivos desde noviembre de 2015. Sólo con eso ya se ha ganado el derecho a soñar.
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