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Carlos Soler: “El año pasado descubrí que tenía potencia”

El interior del Valencia, reconvertido a extremo por Marcelino, va camino de consolidarse como uno de los jugadores españoles con más proyección. Este sábado visita el Camp Nou

Diego Torres
Carlos Soler acelera en presencia de Didac, del Espanyol.
Carlos Soler acelera en presencia de Didac, del Espanyol.Jose Miguel Fernandez de Velasco (©GTRESONLINE)

Hasta hace poco más de un año, Carlos Soler Barragán (Valencia, 1997) era un hincha que animaba a los ocupantes del autobús del Valencia cada quez que aparcaba en la puerta de Mestalla. Desde que él mismo ocupa plaza dentro del autobús, se ha consolidado como uno de los centrocampistas con más proyección en España. Este sábado visita al Camp Nou con la esperanza de asaltar el segundo puesto de la Liga.

Pregunta. ¿Qué mira en su teléfono?

Respuesta. Busco el vídeo que hice frente a Mestalla. Fue en Europa League. En 2014. Nos visitaba el Sevilla de Emery... Nosotros estábamos con Pizzi…  Ahí estaba Vargas, Fegouli, Alcácer, Bernat, Mathieu, Parejo, Fuego, creo que Ricardo Costa, Banega… No había cordón policial y nos dejaron que nos pegáramos al autobús del equipo. Ahí estoy, todo emocionado hablando para la cámara del móvil: "increíble lo vivido… esto es una afición...". La verdad es que esto mola más desde fuera que desde dentro. Escuchas más. Adentro del autobús estás a otra cosa. Y escuchas mal lo que ocurre fuera porque tienes música. ¡Claro que es mejor estar dentro! Pero impresiona más afuera.

P. Ahora se enfrenta al Barça. ¿Qué clase de partido le espera?

R. Contra ellos estás mucho tiempo detrás del balón. No es un partido que vayas a vivir con normalidad. Suelen tener el 60% de la posesión o más. Tenemos que estar juntitos, cerrados, porque tienen un jugador que hace lo que hacen tres. Máximas ayudas, máxima atención. Tienes que estar mentalizado porque no te puedes enfadar por no tener el balón. Es muy difícil quitárselo.

P. Y cuando se recupera el balón contra el Barça, es difícil reordenarse para atacar…

El Barça tiene un jugador que hace lo que hacen tres. Tienes que estar mentalizado. No te puedes enfadar por no tener el balón

R. Más que desorganizado, te sientes cansado. Cuesta pensar cuando el cuerpo está agotado.

P. Su banda es la buena: Iniesta y Alba suelen dejar espacios cuando suben.

R. Ellos atacan con muchos, como el Madrid, y es verdad que a veces encuentras huecos y si les atacas bien puedes pillarles. Pero creo que este año han mejorado un poco eso. En general, han estado mejor colocados.

P. Debutó en lo peor de la temporada pasada, en plena crisis institucional, casi en puestos de descenso, con un vestuario roto… El expresidente Jaime Ortí se emocionaba viéndole jugar con tanta calma en medio del huracán.

R. Igual el equipo necesitaba aire fresco. Yo no estaba metido en esa dinámica porque jugaba con el filial. Jugaba con la mente más libre que mis compañeros, que a lo mejor podían estar más atados. Entré a hacer lo que hacía siempre en el filial, en el juvenil, en todas las etapas de mi vida en Paterna. A los tres partidos de jugar ya metí un gol.

P. ¿Recuerda su debut?

Yo no quería. Pero con cinco años empecé a jugar al fútbol con un equipo porque mi abuelo me chantajeó con una consola que estaba de moda. Me dijo: “Si juegas te la compro”

R. Prandelli me metió en su penúltimo partido, contra la Real en Anoeta. Salí con 2-1 y perdimos 3-2. Creo que jugué 15 minutos pero tuve la sensación de que fueron 80. Iba ahogado. El estadio de la Real me parecía que tenía 60.000 personas. Igual habían 20.000. Recuerdo que después estábamos a un punto por encima del descenso. Al siguiente partido volví a jugar y Prandelli se fue. ¡Justo se va! Dije: “¡Ostras! Ahora que he empezado a jugar se marcha…”. Entonces entró Voro, que fue el que me dio toda la confianza: me puso de titular el primer partido de Liga, contra Oasasuna. Y a partir de ahí jugué todo. Siempre que lo veo me alegro mucho porque él me dio toda la confianza para estar donde estoy.

P. ¿Cómo se hizo futbolista?

R. Iba a ver a mi hermano a la escuela de fútbol de Bonrepós y en el descanso de los partidos salía a chutar una pelota. El entrenador o el director de la escuela me veía. Yo tenía cinco años pero chutaba fuerte. Me dijo: “Por qué no te apuntas?” Yo no quería jugar con un equipo. Yo quería chutar yo solo. Pero a mi abuelo Rafael le gusta mucho el fútbol y en aquel tiempo estaban de moda unas consolas [Game Boy] que yo quería. Y mi abuelo me chantajeó. Me dijo: “Si juegas te la compro”. Enseguida me puse a jugar en un equipo. En la segunda temporada metí muchos goles. Un día nos enfrentamos al Valencia. Yo era prebenjamín y ellos eran benjamines. Y les metí tres goles. Pidieron mi informe al club y dijeron: “¡Ostra! Este chico tiene dos años menos; no puede ser, está mal”. “Que no que no…”. Nos fuimos de vacaciones en el verano al pueblo y cuando volvimos habían muchas llamadas en casa. Así entré al Benjamín A del Valencia.

P. ¿Siempre como delantero?

R. Metí 100 goles en la Liga del Benjamín. Tenía 95 goles en el último partido. Quería meter 100 y después de llegar a los 100 ya no quise meter más.

Nunca he sido un jugador driblador ni vertical. Ahora me noto muy rápido en carrera. Si no tienes confianza tu mente no se libera y el cuerpo tampoco

P. ¿Aprendía de los delanteros profesionales?

R. Hasta los 12 años mi ídolo era Villa.

P. ¿Por qué lo admiraba?

R. Porque era muy pillo. Siempre estaba en la línea del fuera de juego y no se metía nunca. Lo podías sacar de la punta y echarlo a la banda que te podía sacar un regate y un disparo. Mostraba su versatilidad. Yo era un poco así. Por eso me retrasaron la posición. Porque me veían más como un jugador de asociación, como un mediapunta más que un delantero.

P. ¿Qué aprendió de Villa?

R. Él tenía movimiento y mucho remate. En categoría de cadete con 15 años me retrasaron a la mediapunta. Ahí hubo una época en que no jugaba. Hasta que al año siguiente el entrenador me empieza a poner más de ocho, para participar más, para manejar el juego. Al año siguiente me pusieron de seis. En la academia del Valencia el seis no es un jugador destructivo. No es un Gary Medel. Es un Busquets. Aun así tienes que aprender a defender. Yo no sabía defender y era muy finito.

P. ¿Cómo se adaptó al mediocentro?

Aprendí a robar balones en Segunda B. Ahí todo es pelea. Te dan el balón y lo tienes un segundo. Sí o sí tienes que ganar las disputas…

R. Baraja me puso ahí porque vio que tenía muy buena salida de balón. Pero también me enseñó a orientarme. Defender es mucho más fácil que atacar. Atacar es muy complicado. Tienes que tener algo innato. Defender es posicionarte. Al final con las disputas aprendes. En Segunda B los campos son como de fútbol siete y todos en campo artificial. Es todo pelea. Te dan el balón y lo tienes un segundo. En Primera hay más tiempo. En Segunda B, sí o sí tienes que ganar las disputas… Ahí poner un pase a la espalda es lo más complicado. Yo era generoso en el esfuerzo pero no robaba. Esos años de seis me ayudaron.

P. Hay muchos profesionales que no saben driblar. A usted Marcelino lo puso de extremo y descubrió que tenía desborde.

R. Yo llego después de jugar el Europeo Sub’21 y hablo con el míster. Me comenta la posibilidad de jugar por afuera, porque él juega 4-4-2. Con dos mediocentros, uno más creativo, Parejo, y el otro más de contención, Kondogbia o Coquelin. Me dice: “Yo siempre he jugado con un banda un poco más vertical y otro más de interior, que no es un extremo. Te voy a probar ahí a ver qué tal”. Me prueba por izquierda porque me ve condiciones para meterme adentro y golpear. Pero no me noto tan cómodo. Y me pone en la derecha y empiezo a jugar. No me sentía un extremo puro. Puedo venir a jugar por dentro, puedo abrirme y entrar por fuera. He aprendido cosas nuevas. Nunca he sido un jugador driblador ni vertical. Ahora me noto muy rápido en carrera, noto mi zancada cuando voy al espacio. Me he ido acoplando. Y ahora me siento más interior que mediocentro.

P. ¿No echa de menos entrar más en juego, tener un poquito más la pelota?

R. Nosotros somos un equipo que nos gusta tener el balón. Pero no tenerlo para esconderlo sino para ser vertical. Donde estoy podría ser bastante útil. Si fuera en otro sistema más de toque, sí que me gustaría participar más. Creo que con 21 años me queda mucha carrera por delante. Cuanto más posiciones ocupe más útil seré.

P. ¿Qué disfruta de la banda?

R. La posibilidad de ser más vertical.

P. ¿Da tanto placer irse de un rival como hacer un gol?

R. Sí. Además ahora que no hago tantos goles, pues me gusta, no ya driblar al rival, sino incluso tirarte el balón al espacio y ver que eres más rápido, meter un centro por delante... Creo que por fuera puedo dar mucho al equipo en cuanto a verticalidad. Y luego si me meto por dentro, como he sido mediocentro, pues me encuentro cómodo. Me gusta darle un balón largo al delantero y ponerme de cara para recibir y jugar, o ir al espacio… Esas cosas benefician al juego del equipo.

P. ¿De dónde se sacó ese cambio de ritmo?

R. La temporada pasada empecé a hacer arrancadas que en la cantera yo no hacía. ¡No me las conocía! No sé si por la soltura mental, por el apoyo de la afición al canterano, que te da confianza y te hace jugar mejor… Esa potencia la descubrí el año pasado. Después del partido hablaba con mi padre y me decía: “Oye, esto no te lo había visto nunca, ¡me han cambiado a mi Carlos!”.

P. ¿Entrenó más la fuerza?

R. Fue la confianza. Si no tienes confianza tu mente no se libera y el cuerpo tampoco. La confianza ayuda tanto como sentir que toda la gente te esté apoyando. Lo intentas todo, y si no te sale lo vuelves a intentar.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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