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Los atletas salen antes que un fórmula uno

La comparación entre los tiempos de reacción en automovilismo, atletismo y natación refleja que el estímulo auditivo se percibe antes que el visual

Oriol Puigdemont
La salida del GP de Austria, el pasado 9 de julio.
La salida del GP de Austria, el pasado 9 de julio.CHRISTIAN BRUNA (EFE)

El domingo pasado, en el GP de Austria, fueron muchos los que visualmente consideraron que Valtteri Bottas (Mercedes) se había adelantado al momento de la salida. Sin embargo, tras revisar la secuencia varias veces, los comisarios de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) no encontraron ningún rastro de su infracción, de modo que no fue penalizado. Sebastian Vettel (Ferrari), colocado a su lado, denunció públicamente la supuesta trampa hecha por su rival, que finalmente se adjudicó la carrera.

La reglamentación vigente fija en 200 milésimas (dos décimas) el tiempo mínimo que precisa un piloto para soltar el embrague una vez que ha detectado que los semáforos se han apagado. Cualquier margen por debajo de esa cifra se considera fraudulento. Según los mecanismos de control de la FIA, el Mercedes de Bottas se puso en movimiento exactamente 201 milésimas después de que las cinco luces rojas se desconectaran, o sea, solo una milésima por encima del límite.

La ciencia permite concluir que Vettel tenía razón al acusar a su oponente de haberse saltado las normas, aunque paradójicamente no existiera un indicio empírico sobre el que articular una reclamación contra el finlandés. Lo que hizo el piloto de Mercedes fue anticipar el instante preciso en el que el semáforo se iba a apagar, una jugada muy arriesgada que esta vez le salió bien. De cualquier forma, la controversia seguramente provocará que la FIA intervenga para evitar que este tipo de casos se conviertan en habituales, y modificará esos parámetros.

Bottas salió 201 milésimas después de apagarse los semáforos

Cómo se entrena

En su preparación, los corredores llevan a cabo unos ejercicios específicos que tienen el objetivo de afinar al máximo sus reflejos, muy importantes en la conducción y trascendentales en la arrancada. Stuart Smith es el entrenador de Daniel Ricciardo (Red Bull), y él se decanta por una serie de rutinas con pelotas de tenis. “La respuesta de reacción media de un piloto está entre las dos y las tres décimas. Para practicar, hago que Daniel, que está de pie delante de mí, cierre los ojos y me separo un metro de él. Dejo caer una pelota y él, una vez escucha el primer bote, tiene que cogerla antes de que esta dé el segundo”, explica Smith a EL PAÍS. Xavi Martos, quien se ocupa de afilar a Sergio Pérez (Force India), opta por otros sistemas. “Por ejemplo, la caja de luces. Checo tiene que reaccionar de una determinada forma en función del color de la luz que se enciende”, añade el técnico desde Silverstone, donde hoy (14.00, Movistar Fórmula 1) unos y otros volverán a poner a prueba su reprís —Hamilton sale desde la pole—.

Habla ahora Josep Font, psicólogo especialista del Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, quien considera importante hacer una diferenciación entre los conceptos “tiempo de reacción” y “tiempo de movimiento”. “El primero es fisiológico y mide el intervalo entre el inicio de la aparición de un estímulo nervioso en concreto, y el inicio de la aparición de la respuesta [cuando los músculos empiezan a reaccionar]“, matiza el experto. “El segundo [tiempo de movimiento] es mayor porque se alarga hasta la culminación de esa respuesta (física)”, concede Font. “Una cosa que vale la pena destacar es que el tiempo de reacción no se reduce a partir del entrenamiento, porque estamos hablando de un concepto neuronal. Lo que sí que podemos hacer es utilizar la psicología para intentar anticipar la señal que nos haría reaccionar”, zanja el catalán.

En Río, Bolt tardó 155 milésimas en partir desde los tacos en los 100m

La reacción de los pilotos de F-1 puede compararse con otras disciplinas, como el tiempo que tarda un atleta en salir de los tacos o un nadador en saltar desde el poyete. Alain Zobrist es el director general de OMEGA Timing, la compañía responsable del cronometraje de los Juegos Olímpicos de Río 2016, y de los Mundiales de Natación organizados por la FINA. “En las pruebas de atletismo, cualquier movimiento por debajo de los 100 milisegundos [una décima] se considera salida nula. En natación, por el contrario, todo depende del ojo de los comisarios”. En Río, Usain Bolt fue el segundo atleta más lento en arrancar en la final de los 100 metros (155 milésimas), en la que se terminó colgando el oro. De ser un gran premio de F-1, el jamaicano habría sido sancionado. En esa final olímpica, el más rápido en reaccionar fue el sudafricano Adani Simbine, con 128 milésimas, aunque en la meta fue quinto.

En natación, un comisario tras cada poyete vigila que los nadadores salgan bien y que el viraje sea reglamentario, y un sensor marca el tiempo de reacción en la salida, así como el momento exacto de la llegada y del toque de la pared. En este deporte las velocidades de reacción son más lentas, puesto que el movimiento del cuerpo es más brusco y la importancia de una buena salida es mucho más relativa. En la final de los 50m libre del Mundial de Kazán 2015, el más rápido en salir fue el ruso Vladimir Morozov, con 590 milésimas. El ganador del oro, el francés Florent Manaudou, marcó 620 milésimas.

“El estímulo que se percibe antes es el auditivo, y su tiempo de reacción medio ronda las 170 milésimas de segundo. Después encontraríamos el táctil, y más tarde el visual”, explica el profesor Josep Roca i Balasch, en su libro Tiempo de Reacción y Deporte. “En el caso de los monoplazas”, cuenta Toni Cuquerella, ex miembro del departamento de estrategia de Ferrari, “a ese tiempo de movimiento hay que añadir el que precisa el coche, en función del comportamiento de sus componentes y de su rigidez, para ponerse a rodar. La media puede rondar las 50 milésimas”.

Este detalle es definitivo para certificar la maniobra de Bottas, porque si se resta esa media décima, el resultado indica que el tiempo de reacción del nórdico fue de 151 milésimas, bastante por debajo del mínimo de 200 que marca la legalidad.

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