“Papá, tráeme la Copa”, le dice su hija a Dovizioso antes de cada carrera
Piloto atípico y normal, el italiano cambió en 2016, aprendió de las derrotas y asumió que no le faltaba talento
Andrea Dovizioso (Forli, Italia; 31 años) es un tío simpático y afable. Alejado de los estereotipos que acompañan al deportista de élite. Paciente, realista, que no negativo (advierte él), reflexivo y de verbo fácil. Por las preguntas que envían los seguidores de MotoGP a través de las redes sociales, sabemos que comparte las tareas del hogar con su chica, Alessandra Rossi —“Como debe ser; vamos, que me parece lo más normal del mundo, en eso consiste una relación”, decía, ante el enmudecimiento de sus colegas; y lo corrobora ella: “Es muy ordenado. Y para ser hombre, la verdad es que es bueno; es el que prepara siempre el desayuno, por ejemplo”—. También sabemos que a su hija Sara, de siete años —que se perdió el primer triunfo de papá este 2017 porque tenía un cumpleaños de una amiguita—, lo que más le fascina de sus (escasas, todavía) victorias es el trofeo que se otorga al ganador. “Tráeme la Copa’, le dice cada vez que se va”, cuenta Alessandra. “Le encanta admirar el trofeo cuando vuelvo a casa”, dice Dovi.
“Hay una frase de un cantante italiano que dice: ‘Lo excepcional es ser normal’. Y lo excepcional para un piloto de MotoGP como él es ser normal fuera de la pista y excepcional en la pista. Él, como persona, es excepcionalmente normal”, dice Simone Battistella, su representante. Tipo sencillo y hogareño, piloto listo y muy regular, así es el nuevo líder del Mundial.
Con un quinto puesto en Assen, hace una semana, Dovizioso se convirtió en el primer piloto de Ducati que se encaramaba a lo más alto de la clasificación general desde que lo hiciera Casey Stoner en Mugello el año 2009.
Esta es su décima temporada en la máxima categoría, pero Dovi, que debutó con Honda en 2008 y firmó carreras magníficas con la Yamaha satélite del Tech3 antes de fichar por la casa de Bolonia, no ganó una carrera hasta el año pasado. ¿Le faltaba creerse que tiene tanto talento como sus rivales? “Sí”, responde Battistella sin vacilar. “Y ganar es la cosa más fácil para motivarse”, añade.
Él, que lo conoce desde hace muchos años, cree que el piloto cambió el año pasado. “Dio un paso hacia la madurez; la victoria llegó a final de año, pero él ya estaba preparado para ganar antes. Aquel triunfo en Malasia sirvió de mucho y vino acompañado de una mejora constante. Este año ha aprendido a gestionar las dificultades; ahora sabe separar lo que pasa en la pista y fuera de ella, y sabe, también, aprender de la derrota, que es algo fundamental para un atleta. No conozco a ningún piloto que haya ganado más de lo que ha perdido”.
Es muy racional, valora siempre los riegos y beneficios de cada carrera Alberto Giribuola, ingeniero de pista de Dovizioso
“Líder. Me suena raro hasta a mí. Liderar el campeonato después de ocho carreras es un poco raro”, decía al llegar a Sachsenring. Sabe que nada es casualidad. “Las últimas carreras han confirmado nuestra regularidad”, indica, como si no acabara de creerse que puede ser competitivo con una moto que en la tercera carrera parecía haber empeorado, según su propio relato. No han cambiado grandes cosas, solo que con pequeñas mejoras han conseguido tener una moto de base con la que empezar a trabajar en cada circuito. “Eso, sumado al hecho de que otros pilotos hayan ido cometiendo errores, más que nosotros, nos ha dado ventaja en el campeonato”, dice Alberto Giribuola, ingeniero de pista de Dovizioso, coincidiendo totalmente con el discurso del piloto, que está sacando todo el jugo a su constancia en un curso lleno de altibajos. Les sigue faltando lo que a principio de curso, que la moto gire y tenga más velocidad en plena curva, pero ha mejorado la aceleración, de modo que cada vez los puntos débiles son menos.
El punto fuerte del piloto es su cabeza. Es en la pista como en casa, donde, según su pareja, “nunca dice una palabra más alta que otra, es muy reflexivo y educado”. “En el circuito es bastante racional, intenta valorar muy bien los riesgos y los beneficios en cada carrera”, dice Giribuola. “Siempre corro pensando en llevarme puntos para casa”, apunta él. Las motos son la base de su vida. “Y el cross. El momento en que lo veo más feliz es cuando hace motocross”, cierra Rossi.
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