El Niño visita a Messi
El momento de forma de Torres inspira al Atlético ante un Barcelona tan irregular como favorito por el marcador y el liderazgo del 10
No hay torneo más impredecible que la Copa del Rey y pocos equipos son tan pasionales como el Barça y el Atlético. Así que cualquier pronóstico para el partido de hoy en el Camp Nou resulta delicado, incluso después de la victoria barcelonista por 1-2 en el Calderón. Los rojiblancos consideran que si le dan continuidad al segundo tiempo que jugaron en la ida pueden marcar dos o más goles y eliminar al Barcelona. Aunque Simeone no ganó ni uno de los nueve partidos celebrados en el Camp Nou, el Atlético no olvida que ganó su última Liga en el estadio y eliminó a los azulgrana dos veces de la Champions. Más que en el plan del Cholo, el optimismo rojiblanco se centra en el excelente momento del Niño Torres, un martillo contra el Barça (10 goles en 18 partidos). Al Barcelona le avala el marcador y también la posibilidad de recuperar a Iniesta y Busquets, dos futbolistas decisivos para la identidad de un equipo de juego poco fiable, especialmente negado hasta el descanso contra el Athletic. La sanción de Neymar limita, por lo demás, el despliegue, dinamismo y agresividad del equipo de Luis Enrique, quien desde los cuartos suspira por una final Barça-Celta.
“Vamos a sufrir por la necesidad que tiene el rival de ganar”, anunció el técnico azulgrana. “Precisaremos mostrar nuestra mejor versión”, agregó después de recordar el 5-4 que se dio cuando el tanto de Pizzi superó el póker de Pantic (1996-1997). “Las aventuras nunca me gustaron. No lo duden, hay partido”, respondió Simeone. Ni la ausencia de Gabi rebaja las expectativas del Atlético.
El factor emocional
La precaria situación de los rojiblancos en la Liga, así como la ventaja del Madrid sobre el Barça —un punto y dos partidos menos— dan una importancia vital al partido de Copa, el torneo por excelencia de los azulgrana, que aspiran a su cuarta final consecutiva, actuales campeones después de vencer al Sevilla.
No se prevén rotaciones en la alineación de Luis Enrique. Luis Suárez no jugó el sábado y Messi dejó de jugar media hora, cosa que no ocurría desde octubre de 2014. El argentino acostumbra a ser decisivo ante el Atlético. Ocurre que está apercibido de sanción y el control emocional puede ser muy importante en una semifinal tan caliente como la que se anuncia en el Camp Nou.
Al entrenador y a los jugadores se les nota más conformes con el juego que a la afición y a la crítica, despistadas por la dificultad del equipo por controlar los partidos, circunstancia muy visible en la segunda parte del Calderón y en el Villamarín. La personalidad del Barça, que a menudo se remite a las áreas, muta sin reparar si disputa la Copa o la Liga. Su falta de regularidad y autoridad alimentan las opciones del Atlético, igualmente inestable, capaz de lo mejor y de lo peor, candidato propicio para protagonizar un partido esencialmente copero.
Pocos encuentros provocan tanta incertidumbre y emoción como un Barça-Atlético de Copa cuyo cartel comparten el Niño y Messi: un estado de ánimo contra un jugador que vale por un equipo.
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