El vía crucis de Danilo
El lateral, que en Vigo regresaba a la titularidad después de los pitos de la ida, vuelve a marcar en propia puerta
“Dos, dos, tenemos que seguir haciendo dos”, decía Sergio Ramos enseñando dos dedos. Hablaba con sus compañeros después del gol del Celta. Lo marcó Danilo en propia puerta. Mientras el estadio coreaba el nombre de Guidetti y el capitán del Madrid buscaba animar a los suyos haciéndole entender que no cambiaba nada, que dos goles les llevarían a la prórroga, a Danilo le entró la risa floja. Era eso, reír por no llorar. Parecía querer decir: “macho, no doy una, estoy gafado”. Kiko Casilla hizo un paradón para sacar un remate de Guidetti y el rechace acabó en la espinilla de Danilo y de ahí para dentro. Era el minuto 43.
Los de Zidane, bien organizados hasta ese momento, vieron cortado su empuje y afán por remontar justo antes del descanso. ¿El gol de Danilo mató al Madrid?, le preguntaron al técnico francés. “No. Fue mala suerte y puede pasar. Habíamos hecho 35 minutos fenomenales, pero después de ese gol no bajamos los brazos, hicimos un gran partido hasta el final y quiero felicitar a todos mis jugadores”, contestó Zidane.
Danilo, que ya había marcado en propia puerta en Copa contra el Sevilla (el 0-1 en el Pizjuán) regresaba anoche a la titularidad después de recuperarse de unas molestias que le impidieron jugar (pero no sentarse en el banquillo) contra el Málaga. Había jugado en la ida contra el Celta en el Bernabéu y recibió los pitos del público. El siguiente encuentro, contra el Málaga, dejó la banda derecha a Lucas Vázquez. Zidane dijo que no repetiría el experimento.
Ayer, para suplir a los dos laterales titulares lesionados (Carvajal y Marcelo) y a la baja de Varane, optó por una defensa de tres con Sergio Ramos, Casemiro (que jugó en esa posición el Mundial sub 20 con Brasil) y Nacho. Danilo jugó tan adelantado que parecía un extremo más. Arrancó bien el encuentro —parece que lejos del Bernabéu no se siente tan presionado—, buscando a Benzema, jugando por dentro y por fuera, intentando no complicarse demasiado la vida. Hasta el gol en propia puerta que convirtió su encuentro en un vía crucis. Fue el jugador del Madrid que más balones perdió.
“Yo la tuve más fácil que nunca y la tiré fuera”, dijo Sergio Ramos antes de abandonar Balaídos lamentando las ocasiones perdidas.
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