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España golea a Macedonia con poco

La Roja más gris de la etapa de Lopetegui acaba por vapulear a Macedonia tras un mal primer tiempo

FOTO: Vitolo marca de cabeza el segundo gol de España. / VÍDEO: Rueda de prensa de Aduriz y Lopetegui.Foto: atlas | Vídeo: MACERLO DEL POZO (REUTERS) / ATLAS
José Sámano

De la España del casi nada a la España de Silva, que en estos tiempos es mucho Silva. No fue el partido de su vida, pero sí quien sirvió de lanzadera para una España nublada. Así, con el faro del canario y poco más, fraguó la Roja ante Macedonia su 57º partido sin derrota en una fase de clasificación mundialista. Y lo hizo con una goleada, necesaria por el apretón previsto con Italia en un grupo en el que es probable que los goles favorables sentencien el billete directo a Rusia 2018. No fue un choque para la retina, ni mucho menos. España cumplió y basta tras un primer tiempo raquítico y algo más de pulso en el segundo, con un do de pecho de Silva y Vitolo que arrastró al grupo hacia la victoria final.

De entrada, le sobró retórica a España, demasiado rasa, sin volumen. Cortita y al pie, toquecito a toquecito. No hubo otro guión, sin jugadores animados a desbordar. En definitiva, fútbol sin turbo, nada chisposo. Frente al dique macedonio, La Roja no tuvo capacidad de sorpresa. De poco le sirvieron las constantes permutas en ataque, no siempre bien sincronizadas, lo que en muchas ocasiones despoblaba el área, donde ni siquiera anidaba Morata. Del ariete ortopédico al auténtico, pero el asunto es crónico: España chuta poco hasta que los contrarios se agrietan.

Más horizontal que vertical, la selección se dedicó a susurrar con la pelota hasta que llegó la fatalidad de Velkovski que cabeceó del revés un centro de Carvajal. Antes del gol dislocado del macedonio, apenas tuvo foco Dimitrievski, el meta suplente de Macedonia, que jugó de urgencia por lesión del titular durante el calentamiento. En el primer tramo, el portero del Nàstic de Tarragona solo fue exigido tras una jugada de rechace que no le cundió a Morata. Y tampoco a Silva, cuyo remate posterior desvió un defensa visitante. A España no le fue mucho mejor en el perímetro de De Gea. A la zaga, improvisada con Bartra y Nacho como centrales, le faltó contundencia en dos saques de esquina que casi embocan Mojsov y Pandev. Demasiado borrón ante un adversario tan de la cola del fútbol europeo.

Reducida al ingenio de Silva, el tráfico equilibrado de Busquets y las percusiones de Vitolo, al cuadro de Lopetegui se le vio atrofiado, sin el apogeo de las citas previas con este seleccionador. De las muchas bajas españolas, pese al titubeo de los centrales, ninguna se sintió más que la de Iniesta. Idóneo para muchos escenarios, pero sobre todo cuando se trata de descorchar rivales que se empotran en su trinchera, caso de Macedonia. Nadie remite más al manchego que Thiago, de cuyo potencial no hay duda. Otra cosa es su regularidad, la que tampoco tuvo en Los Cármenes, errático en ocasiones, lúcido en otras, especialmente tras el intervalo. Como en la jugada del tanto de Vitolo. Virguero, el jugador del Bayern enfiló a Silva para su centro hacia el sevillista.

El círculo granadino de Dimitrevski

Relevado el viejo Zahov de la portería de Macedonia, antes de viajar a Granada el seleccionador dispuso la titularidad del Sub-21 Igor Aleksovski. Fue el gran cambio del equipo balcánico para disputar el que, se presume, sería su encuentro más duro de la clasificación. La medida tuvo efecto efímero. Aleksovski se lesionó en el calentamiento y debió ser sustituido por un muchacho de 22 años llamado Stole Dimitrevski. Dimitrevski juega en el Nàstic, en Segunda, a donde llegó procedente del Granada. Con su titularidad en Los Cármenes cerró un círculo.

Con otra marcha de Vitolo, el de mayor despegue en la etapa de Lopetegui, y el gancho de Silva, La Roja mejoró algo tras el intermedio. A lo suyo, de puntillas, Silva ha terminado por ser un líder silencioso. Pese a sus 108 internacionalidades, no es un narciso y no siempre se sintió un pretoriano, ya fuera por su carácter o por la sombra de Xavi, Iniesta y compañía. Hoy es un valor indiscutible, máxime cuando España se ciega. En esta versión, junto a Iniesta, Silva es el mejor romance de la selección. Nada que ver con aquel futbolista talentoso pero algo fugaz. Este Silva está en todas y su crecida en el segundo acto fue capital para el alivio español, que tardó en llegar.

Poco antes del gol de Vitolo, Lopetegui cambió el eje del ataque, con Aduriz por Morata. Señal de que no veía el partido despejado. Por mucho que Macedonia fuera Macedonia, el fútbol conspira a menudo con guiños inesperados. Apareció Vitolo guiado por el mejor Silva y Aduriz, a sus 35 años y 275 días, se convirtió, según los estadísticos, en el goleador más veterano en la historia de la selección. El del Athletic tuvo tiempo de brindar con una diana cuando ya no había intriga. Antes, Monreal ya había rebajado un poco más a los macedonios, sabedores de que desde el segundo gol ya no podrían improvisar la gloria. Sellada la goleada, la gente de Granada tuvo más motivos para celebrar. Recibió a Isco como si fuera un héroe local, y no digamos a Callejón, de Motril, al que Lopetegui dio vuelo al final para que le vitorearan sus paisanos de Los Cármenes. Del tedio a las serpentinas en un encuentro destinado al olvido.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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