Río entra en otra dimensión
En una noche para no olvidar, Van Niekerk acaba con el récord de 400m de Michael Johnson media hora antes de que Usain Bolt gane sus terceros 100m olímpicos
El día que Michael Phelps dijo adiós a los Juegos que tanto le han dado, a su amigo Ryan Lochte un falso policía le puso un revólver en la cabeza para atracarlo. No ha habido nunca, quizás, una despedida más llamativa de la natación de unos Juegos, ni quizás una entrada en acción más espectacular del deporte que toma su relevo para superar su atractivo, el atletismo. En la noche más calurosa de agosto en Río, ni una brizna de brisa para calmar el ambiente, el campo de fútbol del barrio de Engenhao en el que se celebra el atletismo sin una mala llama que lo ilumine alcanzó por fin la dignidad que permitirá en el futuro denominarlo Estadio Olímpico. En media hora apenas, en su pista azul se sucedieron un récord del mundo inesperado que borra una marca que se creía eterna y la tercera victoria consecutiva de Usain Bolt. Con Wayde van Niekerk y el jamaicano, Río entra en una nueva dimensión, en otra grandeza que aplaudieron 60.000 espectadores en directo.
Van Niekerk, de 24 años y 31 días, corrió los 400m en 43,03s, un tiempo tan cercano a la frontera inimaginable de los 43s que deja casi en ridículos los 43,18s que otra noche muy calurosa, ésta en Sevilla, en 1999, Michael Johnson plasmó para la posteridad. Es el segundo récord del mundo que el atletismo bate en Río en apenas tres días. El viernes, la etíope Almaz Ayana, batió la plusmarca de 10.000m.
“Cuando se retire Bolt, Van Niekerk ocupará su lugar”, dijo Michael Johnson por la BBC, sin parecer en absoluto afectado por la pérdida de su último gran récord. Hace ocho años, en Pekín, Bolt ya le desposeyó del récord de 200m. Contrastando estos datos, la afición se pregunta en qué distancia se podrían cruzar Bolt y Van Niekerk, el único atleta de la historia que ha bajado de los 10s en los 100m, de los 20s en los 200m y de los 44s en los 400m. Quizás un 300m, una distancia sin pedigrí oficial, sea la respuesta. En el 400m, en las dos últimas carreras que se han juntado los tres, el Mundial de Pekín y Río, Van Niekerk ha derrotado a Kirani James, el campeón olímpico de Londres, y a LaShawn Merrit, el oro de Pekín.
En su carrera más lenta Bolt fue el más rápido. El jamaicano hizo lo justo para adelantar a Gatlin, que se había escapado en el disparo, y le derrotó con 9,81s, la peor marca de todos sus grandes triunfos. Si Gatlin hubiera ido más rápido que sus 9,89s finales, también Bolt, seguramente, habría mejorado su marca. Para cerrar la semana a Bolt le falta, sobre todo, volver a ganar el 200m, la distancia que más hace latir a su corazón. Las series comienzan el martes y la final será el jueves. Bolt advirtió de que nadie piense que no puede correr más rápido. “Estoy en mejor forma que el año pasado”, afirmó antes de sugerir con una sonrisa traviesa que quizás el jueves en la final del 200m nos espere una sorpresa. El jamaicano nunca ha ocultado que su gran objetivo vital es descender de los 19s en los 200m. Su actual récord son 19,19s. La afición española desea que en esa final de despedida esté participando Bruno Hortelano, la gran esperanza de un atletismo en crisis. Antes, el lunes, comienza su participación Orlando Ortega, el vallista que puede triunfar.
Antes de dejar vía libre a los dioses de la velocidad, los más admirados en el estadio, la colombiana Caterine Ibargüen y la venezolana Yulimar Rojas libraron una competida batalla caribeña por la supremacía en el triple salto. Se impuso la veterana, que anda como una modelo de gran sonrisa y salta como una fiera, y ofreció a Colombia su primer oro olímpico de siempre en atletismo. Rojas la empujó hasta verse obligada a dar lo mejor de sí misma, y dejó ver que su capacidad puede no tener límites.
En el sambódromo, al mediodía ardiente de Río, una atleta de Kenia ganó el maratón, una noticia que no se había producido nunca. La gallega Alessandra Aguilar se desvaneció a mitad de la prueba y huzo de ser evacuada en una ambulancia que perdió luego más de una hora en un atasco inevitable.
Con 15 oros ya, el Reino Unido se colocó segundo en el medallero tras un domingo en que dos de sus deportistas profesionales más reconocidos, el golfista Justin Rose y el tenista Andy Murray, que acabó con la fábula de Del Potro, sumaron dos oros más. Su gimnasia, 120 años, estéril, añadió dos más de golpe con las de Max Whitlock en suelo y caballo con arcos.
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