Calentamiento truncado para Nadal
Fuertes ráfagas de viento obligan a desalojar la cancha al español, que se preparaba para su debut
Tres horas, más o menos, el tiempo en el tenis es siempre un aproximado, antes de su debut olímpico en Río, Rafa Nadal saltó a la pista verde oscuro del campo número uno para dar unas bolas. Eran las 10 de la mañana en la ciudad carioca, abrasada por un sol duro que quemaba los cuellos de los pocos espectadores que disfrutaban de los golpes del mallorquín. Junto a él, su tío y entrenador, Toni Nadal; enfrente, dos compañeros del equipo español. Llevaban más o menos 20 minutos peloteando, cortadas, drives, smashes y globos variados y divertidos, y dejadas, cuando, entonces, de repente, una fuerte racha de viento helador que llegaba del sur profundo comenzó a hacer diabluras con los tablados portátiles de mecanotubo, altos y verticales como los de una plaza de toros. Las lonas que escondían las armaduras mecánicas se soltaron de sus cabos y comenzaron a elevarse y a golpear contra la estructura provisional. Un trozo de madera suelto, un buen tablón, cayó sobre la cancha con un ruido violento, que sobresaltó a Nadal, concentrado en sus golpes. El jugador levantó la vista entonces, vio que el viento tomada calidad de tornado y que los voluntarios de las gradas pedían al público que las desalojara, y con un gesto a su tío recogió la bolsa, guardó la raqueta y se largó raudo, con un gesto de preocupación en la mirada.
Los cariocas que conocen los caprichos de su tiempo en invierno apenas se inquietaron en la tribuna de prensa. Esto pasa porque esta zona, pegada a la laguna de Jacarepaguá, era un erial, abierto a todos los vientos, explicaban los veteranos, que disfrutaban, al menos, del frescor del vendaval, que lentamente perdió poder. Un poco más tardaron los trabajadores en reparar el daño causado en lonas varias rasgadas y desancladas, por lo que la competición se retrasó. Pasadas las 12 del mediodía dominical de Río, aún no habían saltado a la pista la alemana Angelique Kerber y la colombiana Mariana Duque, que debían disputar el primer partido del día en la pista uno, programado para las 11.
Cabeza de serie número tres de un torneo olímpico que ya ganó en Pekín 2008, Nadal debió debutar en la pista número, y no en la central de sólida planta y cimientos, y más elevada. Su rival en su retorno a la competición después de la lesión de muñeca que le hizo renunciar a Wimbledon y a todos los torneos posteriores a Roland Garros en mayo, es el argentino Federico Delbonis, número 33 de la ATP, zurdo como él, y muy alto.
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