Polonia elimina a Suiza en los penaltis
El equipo de Lewandowski, nuevamente desaparecido, alcanza los cuartos al imponerse a los suizos, liderados por un excelente Shaqiri
Polonia profundizó la tendencia conservadora del fútbol que se practica en la Eurocopa clasificándose para cuartos de final después de aguantar el asedio suizo durante más de una hora de nervios, mohines y calambres. Los polacos se adelantaron con un contragolpe y el resto fue el imperio de Shaqiri, dueño de un partido que se decidió en la tanda de penaltis. Ganó el equipo que menos juego ofreció al fervoroso público de Saint-Étienne.
Hay equipos construidos para emprender aventuras y equipos construidos para el aislamiento en la empalizada. Suiza y Polonia representan cada uno una propuesta. Suiza piensa en la invasión del campo contrario mediante el manejo de la pelota, una alternativa que siempre entraña más complejidad y riesgos. Polonia fundamenta su juego sobre Krychowiak, un mediocentro de tobillo de mármol que oficia de administrador general del cuartel. Suiza es un equipo multicultural, integrado mayoritariamente por hijos de inmigrantes kosovares, turcos, españoles y africanos. Polonia es un monolito étnico y religioso. La fisionomía de los contendientes encauzó el partido. Los polacos lo llevaron bajo el patrón rígido de la resistencia y sus rivales lo convirtieron en un asedio.
Suiza empleó los laterales para crear superioridades en el mediocampo y avanzar hasta la línea de fondo abriendo la defensa rival. Rodríguez por la izquierda y Lichtsteiner por la derecha se desplegaron dejando un espacio a sus espaldas que ni sus centrales ni sus volantes supieron cubrir con el debido oficio. Lo explotó Polonia, que cada vez que robó la pelota buscó la profundidad que le brindaban los carriles.
Transcurrida la media hora de partido Suiza lanzó un córner sobre la portería de Fabianski, el portero lo descolgó, oteó el horizonte y lanzó un pelotazo a Grosicki para que corriera por la izquierda. El interior sorteó la salida de Behrami llevándose el rebote y centró sobre el área suiza en pleno repliegue desordenado de la defensa. Milik engañó a Rodríguez con un amague en el punto de penalti y la pelota pasó de largo hasta Blaszczykowski, que alcanzaba el vértice opuesto. El disparo del volante pasó entre las piernas del portero suizo: 1-0.
La elección del conductor dice mucho de la naturaleza del equipo. Krychowiak, el eje del juego polaco, es un defensor fuerte y vehemente pero entre sus virtudes no destaca el pase interior. El sorprendente número diez no encontró nunca a los compañeros que habrían podido articular ataques más o menos elaborados. Ni rompió una línea para darle la pelota a Maczynski, ni supo dar con el modo de habilitar a Milik y a Lewandowski, víctimas de un marcaje férreo en la medida en que siempre recibieron en desventaja.
En un intento por ganar poderío en el área contraria, el seleccionador de Suiza, Vladimir Petkovic, sustituyó a Mehmedi y Dzemaili por Embolo y Derdiyok. El cambio convirtió a Shaqiri, hasta entonces extremo derecho, en un espíritu libre, con autonomía para moverse entre líneas, bajar a recibir o subir a definir. En el medio, Fernandes entró por Dzemaili para escoltar al elegante Xhaka, el mediocentro zurdo del Arsenal. Las variaciones añadieron un punto de imprevisibilidad al juego suizo, cada vez más dominante. Suiza salió del descanso lanzada a presionar arriba y Polonia ya no pudo abandonar su campo. Un centro de Ramires despejado por Pazdan acabó en el espacio aéreo de Shaqiri, que enroscó el balón con un remate de tijera. El disparo, que entró pegado al palo, fue la obra de un acróbata. La zaga polaca estaba tan replegada que liberó la mitad de su área sin que Krychowiak, agotado, pudiera hacer nada por llegar a tiempo para tapar al ejecutor. Polonia alcanzó la prórroga pidiendo la hora. No hubo rastros de Lewandowski ni de su lugarteniente Milik.
Xherdan Shaqiri levantó a Suiza y sometió a Polonia durante la media hora que siguió hasta los penaltis. El pequeño atacante del Stoke, de origen albanokosovar, dejó solo a Derdiyok en dos ocasiones clamorosas. En las dos se impuso Fabianski. Cuando el árbitro señaló el final de los 120 minutos de juego los polacos debieron sentirse aliviados. El triunfo de los supervivientes consiste en ganar tiempo. La moneda al aire de la tanda de penaltis permitirá a Polonia acantonarse hasta cuartos.
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