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El Real Madrid descarrila en Málaga

Los de Zidane se dejan dos puntos ante un audaz rival (1-1) y en la semana del penalti, CR falla el suyo

José Sámano
Ronaldo lamenta una acción en La Rosaleda.
Ronaldo lamenta una acción en La Rosaleda.JORGE GUERRERO (AFP)

Andalucía quedará marcada en la temporada del Madrid. Si en la ventanilla administrativa de Cádiz se dejó la Copa, es muy probable que en Málaga descarrilara para siempre en la Liga, de la que ya se alejó con otro empate, ante el Betis, por las mismas tierras. Esta vez, no hubo un Modric al rescate como en Granada. Ni con Benítez ni con Zidane ha logrado el Madrid retorcer al Málaga, lo que dice mucho y bueno de este equipo, al que no hay grande que le haya dado un bocado sencillo. Le deshilachan cada curso, pero el cuadro malagueño tiene orgullo y fe. Así neutralizó a un Madrid en el que tras muchas semanas de nuevo tuvo tajo Keylor Navas. En el otro horizonte, tampoco Kameni tuvo tiempo para el abanico. Una vez le superó Cristiano, pero no en la suerte de apariencia más sencilla. En la semana mundial del penalti, el africano fue más verdugo que víctima. Un arcano de época: los fallan como churros Messi, Neymar, Suárez y ahora CR. Brujería inexplicable.

El Málaga apeló al heroísmo de la debilidad, nada de asumir su papel de piedra. Con Javi Gracia al frente, este equipo sabe cómo enredar a los grandes, ya sea el Barça, el Madrid o el Atlético. Es un conjunto valiente, de los que no se rajan fácilmente por mucha heráldica que tenga enfrente. Está tejido para combatir con cualquiera, guía el partido a las áreas y no le importa el cuerpo a cuerpo en las zonas calientes, aunque no tenga la metralla de gente como Cristiano. Da gusto ver equipos que se rebelan contra su escala inferior. A este Málaga hay que roerlo. De la necesidad, virtud, por más que pierda jugadores a chorro cada curso y el jeque sea más tacañón que jeque.

Los malaguistas le hicieron ver al Madrid desde el inicio que por La Rosaleda no le pondrían la alfombra. Sin Bale y Benzema, y con James de entrada a la sombra, Zidane mantuvo el manual, pero con intérpretes novedosos. Con el 4-3-3 en vigor, a Isco le tocó el papel de ariete camuflado, posición a la que no acostumbra, con Jesé a la derecha y CR a la izquierda. El Málaga tiraba la barricada muy cerca de Navas, lo que anudaba al Madrid, que iba de lío en lío para hacer circular la pelota. Solo si lograba enganchar con Isco, muy agitador al principio, tenía respiro. No reaccionó Zidane, cuando el reto requería mayor auxilio de Kroos entre los centrales y sumar un centrocampista más. Ramos titubeó con su portero en más de una ocasión. Como Kroos, cuya babélica comunicación con el capitán dejó a Juanpi en los morros de Keylor. El novicio venezolano se asustó, el suyo fue remate de alevín. También la tuvo Horta, tras otro birle. El Málaga era un hueso, no miraba por el retrovisor, iba e iba por el Madrid.

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Al Real se le veía incómodo. Al margen de las chispas de Isco, solo encontraba ruta con Jesé, al que Miguel Torres, con una tarjeta al minuto y 20 segundos, no podía frenar con todo. De ello se encargó Kameni en un par de ocasiones. Había tralla en las áreas, lo que hacía suponer que se impondría el distinguido mazo madridista, por más que no se alinearan Bale y Benzema. Así fue, cuando en pleno órdago local CR cazó al vuelo una falta de Kroos y descorchó el encuentro. Remató con el cogote en una jugada en la que partió en claro fuera de juego.

El grupo de Gracia notó la sacudida y acto seguido Weligton pisó a CR, un penalti tan evidente como la antirreglamentaria situación anterior del luso. Kameni hizo de interruptor ante el genio portugués. Una parada con la que el Málaga cogió aliento. El partido, recio y frontal, lo ganaba Ronaldo, pero el guion era cosa de Camacho, un futbolista para todo: quita, dirige y llega. También aprieta Duje Cop, un croata fogoso y con maña que a punto estuvo de lograr la igualada. Su jugada requirió el máximo de Keylor y Ramos.

Equilibrado el pulso, a la vista de que Keylor aún era protagonista tras el intermedio, Zidane movió el cesto. Primero con Lucas por Jesé, con lo que el Madrid se perfiló con una línea de cuatro medios, lo que demandaba un Málaga descamisado. Durante un tramo, los visitantes lograron rebajar a su adversario, que perdió algo de fogosidad. El duelo se sosegó, hasta que entre los dos centrales malaguistas armaron el taco. En la derivada de un córner favorable, Weligton tiró un desmarque dentro del perímetro de Keylor y su asistencia la culminó con éxito el espigado Albentosa, que selló la jugada como si de un ariete se tratara. El Málaga no es muy dicharachero con el gol, todo le vale. Lleva anotados 22, tantos como encajados. Pura simetría.

Con La Rosaleda en combustión, al Madrid no le quedaba otra que ir al frente, donde solo estaba CR, como ya sucediera en Vigo y ante Las Palmas en Chamartín, también sin sus socios de ataque. En esta ocasión, con CR no bastó. Pese al empuje encomiable de Marcelo y Carvajal y el mando de Kroos y Modric, los de Zidane se quedaba una y otra vez en la orilla. De nada le sirvió la entrada de James. El Málaga se blindó en el tramo final y otra vez fue un gigante ante los gigantes. Demasiado para el Madrid, para este Madrid que ya casi debe aferrarse a la Champions. El ánimo es otro, hay armonía, pero por lo visto la Liga no era cosa del sargento Benítez ni tampoco del afable Zidane.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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