La décima del Celta
El equipo de Berizzo se lanza a por la Copa para saldar una deuda histórica de un club sin títulos
La décima del Celta no es un título, pero sí la ilusión de ganarlo y saldar por fin una deuda histórica de un club que hace tiempo que siente que tiene un espacio por llenar en sus vitrinas. La décima clasificación para una semifinal de Copa del Rey, la cuarta en los últimos 47 años, dispara la ilusión en una afición que ya hacía tiempo que habia despertado tras una larga noche de cinco campañas en Segunda División, galopante deuda y futbolistas mediocres. El Celta ha construido en los últimos años un futuro desde la modestia, pero también desde la ambición. Pocos como Toto Berizzo, su entrenador, la enarbolan. “No somos un equipo que sepa especular, somos de buscar gol. Siento orgullo por venir a un campo dificil a jugar con personalidad y valentía respetando nuestra línea de juego”, resumió el técnico argentino tras ganar en el Vicente Calderón. “Ganar al Atlético en su campo y como lo hicimos es una satisfacción íntima”, añadió.
El mérito del Celta tiene que ver, entre otros detalles, con su capacidad para saber rearmarse en la adversidad. El equipo ha padecido en las últimas semanas los rigores de disponer de un plantel escueto que además fue golpeado con acontecimientos que le impidieron disponer de sus mejores hombres en cada uno de sus líneas. En defensa el equipo comienza a mover la pelota desde Andreu Fontàs, casi inédito esta temporada por una dolencia en el tendón de Aquiles de la pierna izquierda, en la delantera no han cesado los rumores sobre Nolito, que además lleva más de un mes fuera del equipo por una rotura fibrilar y en la bisagra se ha ido por el camino el capitán Augusto Fernández.
Lesiones, rumores (Berizzo acaba contrato en junio) y traspasos no pueden con el Celta, que se lanza sin ambages a por la gloria con inesperados invitados. En Madrid marcaron Guidetti, que acaba por fin de encontrar continuidad en la delantera tras meses de reiterada suplencia, y Pablo Hernández, el futbolista más criticado por la afición, acusado tantas veces de predilecto del entrenador, que le trajó, sin apenas pedigrí, con él desde el O’Higgins chileno. Suya fue la firma para embocar en noventa minutos casi la mitad de los goles que el equipo de Simeone ha concedido en 21 partidos de Liga. “Fuimos superiores en el partido de ida y en el de vuelta”, resume Iago Aspas, el estandarte del equipo, el futbolista que recorrió todo el camino desde alevines al primer equipo y tiene el club en la cabeza. “Son quince años sin llegar a semifinales y a doble partido podemos ganar a cualquiera”, advierte. Otro chico de la casa, el zaguero Jonny, ilustra sobre lo que lleva tras si el equipo: “Nuestro tope es el que nos pongamos porque jugamos con humildad, corazón, rabia, ganas y 30.000 personas detrás”.
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